La prevención, mitigación y recuperación de una situación de desastre, es vital en un país no solo colocado en el mismo trayecto del sol, sino de los huracanes, de las fallas tectónicas, de los eventos hidrometeorológicos, la vulnerabilidad, la pobreza y de la improvisación en la planificación. Vale decir que, estos eventos generados por la naturaleza y el hombre, afectan más frecuentemente al segmento poblacional más pobre, excepto los terremotos, que no discrimina clases sociales.

Es mucho lo que hemos avanzado en tan importante sector, desde los tiempos de Eugenio Cabral. Todos sabemos que, la temporada ciclónica comienza el 1ro. de junio y termina normalmente el 30 de noviembre de cada año. Sin embargo, la probabilidad de ocurrencia de un evento sísmico significativo, puede suceder en cualquier momento del año, por lo que es crucial, concienciar a la población y reducir la improvisación, es decir estar preparados para una eventualidad, para la cual no estamos exonerados al tiempo que puede ser compleja, dramática y dolorosa -verbigracia terremoto ocurrido en Haití en enero del 2010.

Hasta hace poco tiempo (10 años atrás), la Comisión Nacional de Emergencia (CNE) estaba creada sin funcionar, con jerarquía legal pero sin fuerza institucional y poco entendimiento de la situación de vulnerabilidad del país; no disponía de local adecuado ni en lugar apropiado; no existía armonía institucional sino exceso de protagonismo; no existía el Centro de Operaciones de Emergencias (COE); se confundian los roles, lo cual creaba confusión y desinformación; no existía la credibilidad en la población; no había confianza y activa cooperación de los organismos internacionales; en fin, la prevención de desastres y atención a las emergencias, no contaba con un sistema de alerta temprana y mucho menos la debida atención de jerarquía política y recursos económicos imprescindibles para llevar a cabo tan importante misión humanitaria. Todo esto, debe ser decidido por el Señor presidente Constitucional de la República, como parte de su responsabilidad para proteger a la población.

Durante el cuatrienio 2000-2004, muchas de estas debilidades institucionales, fueron superadas incluyendo la asignación presupuestaria, transporte, comunicación, mobiliario y equipos, atención e importantisación al personal voluntario, entre otras cosas importantes al tiempo que se disipó la confusión sobre qué institución del sistema, es la responsable de trazar las políticas de prevención, mitigación y restauración, en caso de una amenaza u ocurrencia de un evento que ponga en peligro vidas y propiedades.

Tomando en cuenta lo anterior, nos regocija ver, que el Honorable Señor presidente de la República Danilo Medina, distingue, prestigia y da la correspondiente jerarquía política a los asuntos relacionados con el tema de desastres naturales al tiempo de cumplir con su deber constitucional, presidiendo las reuniones de la CNE, tal como se realizaba en el periodo constitucional del 2000 al 2004, como debe de ser. Por eso, la gerencia encabezada por el señor presidente, incrementa la credibilidad y confianza de la población en caso de una amenaza o la ocurrencia de un desastre natural.