Luperón recibió en Puerto Plata, el 11 de febrero de 1880 al Titán de Bronce. Antonio Maceo. También, recibió al puertorriqueño Dr. Ramón Emeterio Betances, en abril de 1880.
El 4 de mayo de 1880, acordó como presidente de la República, asignar una subvención a todo periódico que se publique en el país.
Mediante decreto emitido en fecha 8 de mayo de 1880, creó compañías de Bomberos en las ciudades de Santo Domingo, Azua, Samaná, Puerto Plata, Montecristi, La Vega, Macorís, Seybo y Baní.
Dice la licenciada Eleanor Grimaldi Silié que el gobierno de Luperón presentó las características, siguientes:
“Fue un gobierno de carácter nacionalista;
“Incentivó la agricultura;
“Reorganizó el ejército;
“Fomentó la educación, creando escuelas y cátedras de estudios superiores;
Combatió el entreguismo y el proteccionismo político en base a buscar apoyo de otras potencias;
“Modificó la Constitución reduciendo el período presidencial a 2 años”. (25)
Mantuvo Luperón lazos de amistad con Eugenio María de Hostos, Dr. Ramón Betances, Antonio Maceo, Máximo Gómez y otros.
El historiador cubano Salvador Morales expresó sobre Luperón, lo siguiente: “No fueron pocos los gestos y actos solidarios de Luperón con respecto a Cuba y Puerto Rico. Desde el 1867, extendió su amistad a Ramón Emeterio Betances, a quien animó y protegió en sus empeños de libertad para Puerto Rico, luego a los cubanos exiliados en tierra dominicana, pero muy especialmente a los radicados en Puerto Plata. Su ciudad natal, que hicieron de ella la más cubana de las ciudades dominicanas. Cuando Martí lo calificó de “dominicano generoso” y “hombre de juicio sereno y corazón”, dejó dicho la posteridad que teníamos para con él una “deuda de ternura y afecto”. ¿Acaso puede olvidarse su gesto caballeroso al enterarse de la muerte de Ignacio Agramante, desconocer el decidido apoyo que encontraron en el jefe del Cibao los cubanos forzados a emigrar por el terror colonialista, no recordar la custodia y las armas ofrecidas a Antonio Maceo para reanudar la guerra en la manigua cubana y el auxilio oportuno a Máximo Gómez cuando volvió a su patria en busca de extraviados elementos para la causa de Cuba? No son pocas las pruebas descritas de su imperturbable solidaridad antillana que hemos encontrado en los archivos cubanos y que enriquecerán en fecha próxima nuestro conocimiento de nuevos aspectos de su acción revolucionaria. Una de ellas es particularmente emocionante, la dirigida a un anónimo amigo cubano que comienza con enfática declaración: “Donde quiera que me encuentre defenderé a Cuba y Puerto Rico. Esto es a los cubanos y a los puertorriqueños”. (26)
En 1882 fue Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario de la República en diversos países europeos, visitando varias naciones de ese Continente; siendo recibido por importantes dignatarios de esos países, entre los cuales se cuentan: Francia, Bélgica, Países Bajos, Inglaterra, Austria, Hungría, Italia, Dinamarca, Rumanía, alemania, Suiza y Roma. Algunos de ellos le concedieron condecoraciones.
En París, suscribió en nombre del país, un contrato con el señor francés Paul Blondet, para el establecimiento del Banco Nacional de Santo Domingo.
Regresó de Europa a Puerto Plata el 11 de octubre de 1883.
El 26 de enero de 1884 propone a través de una carta pública a Pedro Francisco Bonó como candidato para la presidencia de la República. Bonó declinó tal oferta.
Luperón, fue calumniado y difamado por supuestamente haberse apoderado de la aduana de Puerto Plata.
Santiago Castro Ventura ha expresado al respecto: “Si realmente, hubiese tenido el gran interés de enriquecerse a costa del erario, no iba a limitarse a los fondos de un puesto de aduana, lo pertinente era seguir el camino de Santana y Báez, que desvalijaron al Estado, protegidos por la anarquía de la administración pública, que le permitía no dejar huellas detestables de sus fechorías fiscales.” (27)
El héroe puertoplateño se defendió de tal acusación a través de una carta publicada en El Porvenir de Puerto Plata, de fecha 8 de enero de 1885, en donde dice: “…declaro una y mil veces, que nunca, en ningún tiempo ni en ninguna circunstancia, ningún Gobierno me ha inferido el ultraje de ofrecerme, ni menos de regalarme dinero, ni tampoco he cometido la vileza de pedirlo y mucho menos la bajeza de aceptarlo. Hace treinta y cinco años que cubro todas mis necesidades con mi trabajo, y jamás le he pedido a ningún Gobierno el pago de ningún servicio.
Notas
25. Eleanor Grimaldi Silié- Presidentes dominicanos. 1844—1898. Vol. I. Santo Domingo, Editora El Siglo, 2000, página 247. Colección de libros históricos, periódico El Siglo.
26. Salvador Morales. “Cavilaciones sobre Gregorio Luperón. Ecos, Año 1, No. 1, 1993, página 42 (órgano del Instituto de Historia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo).
27. Santiago Castro Ventura. Andanzas patrióticas de Luperón. Santo Domingo, Editora Manatí, 2002, página 285.