Es verdad que hemos alcanzado el pico de la historia de la humanidad en la tierra y que ahora vamos en picada. Y así lo pinta el cine estadounidense que se hace eco poniendo su visión del devenir ambiental. Sin contar a la covid-19 que creó una pandemia de la que no se sabe cuándo y cómo acabará o se controlará como bien lo afirma la ciencia.

Sequía, terremotos, fuegos descomunales, virus y enfermedades incontrolables, guerras que superan a la Primera y la Segunda mundiales, etcétera, donde el héroe gringo renace de las cenizas perfectamente encuadrado, bien iluminado y musicalizado para poder construir una alegoría que categorice emblematicamente su superioridad.

Un cine bucólico que como pitonisa describe el porvenir reiterando la extrema violencia y enunciando el más vil de los períodos corruptos.

Anuncian de remate la peor de las tragedias: la destrucción de la familia.

En cada filme se reafirma la autofagia entre iguales, pregonando cualquier atisbo afectivo.

Persona

Y ese cine tiene éxito porque se afirma en el apocalipsis bíblico, en la amenaza y el terror esparcido por religiones, dividiendo el mundo entre el bien y el mal.

Y a la vez se proclama la esperanza de un mundo mejor; es decir que nos animan a esperar un poquito más por un mundo que hubo de llegar hace tiempo y que, sin embargo, ya sabemos que no vendrá jamás.

Titanic

Sí, el cine ya nos está diciendo que el futuro no existe, al menos ya podemos tener la sensación de que es así y que todo está acabado. Con el cine podemos vivir el impacto emocional que producen las catástrofes aunque ya sabemos que cuando nos pasan ocurren tan rápido que solo experimentamos emociones si nos quedamos con vida o cuerdos.

No obstante, hay otro cine que habla de nosotros y nos instiga a redescubrirnos. Es un cine que nos dice cómo un simple acontecimiento cambia por completo nuestras vidas, que hay que estar prevenido porque la casualidad y las circunstancias caminan junto a nosotros.

UZAK, de Nuri Bilge Ceylan

De las artes es el cine lo que más se acerca al imaginario colectivo porque lo reforma como ninguna otra técnica inventada por el hombre, y mucho se debe a que es independiente de las leyes de la física, por ejemplo.

En este momento que vive el país es mucho el apelo a cataclismos y esperanzas de los rectores de la sociedad, influenciados por lo que reflexionamos arriba.

Lo que veo es que sabiendo hacia dónde vamos, mantenemos una conducta frívola; que no es que más adelante haya un precipicio o que estamos zigzagueando su orilla, NO, es que ya caímos…

El Acorazado Potenkin

Viendo Titanic de nuevo y ahí mismo El Acorazado Potemkin, para terminar con Persona y con Uzak, veo en esos filmes la conducta del Hombre del siglo XX que origina el marasmo de hoy.

Esos filmes retratan a gente que no sabe qué hacer ante la crisis, a gente que sabe qué hacer y lo hace, y a gente que cree que esto no se va a hundir, aunque se esté hundiendo…

… ¡pero siguen adormeciéndonos con jodidas esperanzas!