“Cuando los caminos se ponen ásperos, los ásperos se ponen en camino”
A sus 45 años, Luisa Portorreal comienza a sentir por primera vez unos dolores en la espalda baja. Con el seguro subsidiado que posee se dirige al hospital más cercano que se encuentra ubicado en la zona de Herrera, para saber qué le está pasando. Los médicos le indican que tiene que hacerse algunos análisis y radiografías para diagnosticar lo que tiene. Después de tener a mano los resultados de los primeros estudios, le dicen inicialmente que tiene una hernia discal para la cual requiere una operación. Una vez más, necesita hacerse más análisis y radiografías. Entre la cita médica que tiene que gestionar, los análisis que tiene que hacerse para obtener los resultados pueden pasar dos meses, o un poco más. Entre la primera cita y su situación actual, ya han pasado seis meses, y en ese período Luisa pasó de caminar con sus pies, a andar en silla de ruedas, y a finalmente a estar postrada en cama. Todavía no tiene un diagnóstico definitivo para su cirugía de hernia discal. Ante la preocupante situación, una familia amiga utiliza los mismos estudios preliminares para consultar a un neurocirujano de manera privada, éste diagnostica, aunque de manera no concluyente, cáncer de médula. Su hermano no lo puede creer. Con los mismos estudios hacen cita con una oncóloga quien diagnostica cáncer de mama con metástasis en la médula, pulmones e hígado. En su entender Luisa Portorreal murió de una hernia discal, quizá sospechando que tenía cáncer.
El nombre de Luisa Portorreal es ficticio, el caso es real, y como éste pudiera haber muchos casos más.
No existe duda de que nuestro país ha crecido macroeconómicamente. Ahora bien, los casos como los de Luisa, son una muestra de los gazapos del crecimiento económico, y son una muestra más de que crecimiento económico no se traduce automáticamente en desarrollo humano ni en equidad.
Creo con convicción que hay cinco áreas necesarias para que un país pueda exhibir desarrollo, dos de ellas son la educación y la salud. Para que el nuestro pueda mostrar un cambio cualitativo en estas áreas, sólo podrá hacerlo con la participación propositiva y con una veeduría social por parte de la ciudadanía, más por supuesto con el trabajo continuo y sistemático por parte del Estado.
En ese sentido, tuve el privilegio de participar el 21 de marzo del 2018 en el lanzamiento de la acción Fomento del Derecho a la Salud de las poblaciones más discriminadas y vulnerables de la República Dominicana implementada por INSALUD, MUDHA y el Centro Juan Montalvo, y con la cooperación de la Unión Europea y Christian Aid. El proyecto busca abogar por la promoción de normas, políticas y prácticas que garanticen el respeto al derecho a la salud para las mujeres, niños y minorías discriminadas de la Republica Dominicana.
Ese día, el Estado estuvo presente por funcionarios de diversas dependencias ligadas al sector salud. Ahora bien, hubo una nutrida participación de la población y de la ciudadanía interesadas en que se mejore la salud.
Haciendo inferencia de lo que escuchaba de los participantes, pude comprobar que los casos como los de Luisa no son la excepción, parece más bien la regla en nuestro país: ausencia de un servicio con calidad y calidez para los pacientes, en especial para los más pobres, falta de diagnósticos claros, alta debilidad en el nivel de atención primaria, entre otras. Y pareciera que existiese una doble ciudadanía con respecto al servicio de salud si la persona que solicita el servicio tiene un seguro privado complementario, si tiene un seguro básico público, ya sea subsidiado o contributivo. Los mismos participantes decían con fuerza que hay una clara tendencia a la privatización de lo público, y al establecimiento de esta doble ciudadanía, o dos tipos de seres humanos, dependiendo del poder adquisitivo o nivel económico del cliente. Decían que las minorías discriminadas por el sistema de salud son en verdad la gran mayoría de la sociedad dominicana. Exigían con argumentos, de que este modelo tiene que ser cambiado por un sistema que sea inclusivo.
Ahora bien, según entendí, tienen esperanzas de que el sistema puede cambiar, quieren proponer, quieren darle datos al Estado, pero no quieren sustituirle. Saben que salud, salvación y vida son términos que tienen la misma raíz etimológica en varias lenguas antiguas. Saben que es el Estado mismo el responsable de garantizar una salud de calidad para todos los que viven en tierras dominicanas.
Tienen esperanzas pues quieren vivir.
Si miramos la historia de la humanidad podemos constatar que la historia avanza en la misma medida en que una buena idea se instala en el corazón de la sociedad, y esta idea se pone en acción. Veo que esta idea de mejorar la salud está instalándose en personas y redes de la sociedad dominicana, encarnándose en palabras, para empujar procesos que influyan en el bienestar de todos. Veo un movimiento ciudadano, y la Alianza por el Derecho a la Salud (ADESA) es un ejemplo.
La gente tiene deseos y está accionando para que el Estado ponga manos a la obra en mejorar la salud, desde los planos legislativos, educativos, del servicio… en fin, de manera integral.
Aún en medio del panorama difícil y retador que tenemos, tengo esperanzas.