Encontré ese aviso a la entrada de la iglesia católica del recinto principal de la Universidad Estatal de Ohio, en Columbus, 1985.  Elegir una pregunta de falso o verdadero, en vez de una abierta, sobre cuál era el propósito, puso en evidencia mi ignorancia sobre el tema: “¿Con estas reuniones se busca inducirlos a cambiar su orientación sexual?” No. Hace 30 años, sacerdotes y diáconos católicos los convocaban aceptándolos como eran, fueran o no católicos, en reuniones públicas y abiertas que evidenciaban a su feligresía los valores de la tolerancia, respeto y no discriminación.

Luego de la aclaración del párroco y mi amiga Karen, vi en esta causa el mismo compromiso de mis profesores jesuitas y laicos del Colegio Loyola, a favor de los campesinos, obreros, presos y perseguidos políticos de los convulsionados años setenta. Y es que parte importante de la iglesia católica siempre ha estado al lado de los marginados, algo que no se debe olvidar en esta época de juicios sumarios y descalificación colectiva por culpas individuales. Situación lamentable donde, sin embargo, ella no ocupa exclusivamente el lugar de víctima.

El espíritu de esa convocatoria en la OSU de los Buckeyes, no sería hoy misterio para ningún dominicano medianamente informado. Algo que en buena parte se debe a los medios de comunicación tradicionales, la televisión por cable y la web, todos en uso pleno por varios años antes de que fuera designado el Embajador Brewster. ¿En qué ha contribuido su activismo por la causa LGTB? En acelerar el aprendizaje de un baile que se practicaba dos veces por semana, como las clases de salsa de Jackson Delgado. No se puede negar que acelerar la frecuencia ha puesto a dar traspiés a gente se estaba acoplando, abandonar la clase cuando se dominaban las vueltas y que ahora se acabe con el ritmo, el profesor y todo el que se quede en la clase, aunque sea de observador. Tampoco hay duda que ha espantado la indiferencia o dejar para otro momento, expresar una opinión individual al respecto.

partyExpuse la mía en un artículo aquí en Acento, como reacción a una carta abierta que un religioso hiciera a la comunidad LGTB. Al final de este artículo el enlace y el resumen bien sencillo: los derechos naturales corresponden a todos los individuos, independientemente de sus características físicas (raza, género) o preferencias (sexual, política o religiosa). El Embajador es del Partido Demócrata, pero la organización política que se adhiere con más consistencia a ese principio, y desde su mismo origen, es el Partido Libertario. Esto porque ese respeto a la libertad del individuo la extiende a todas las relaciones que establece voluntariamente con otras personas. Cree en la propiedad privada del individuo sobre su cuerpo tanto como en su libertad de asociación y de comercio con otros.

Pactos voluntarios en los que no hay violencia o dolo ejercida a contraparte, y que no implican agresión física o amenaza real a terceros, tienen que estar fuera de regulación positiva compulsiva. Libertario y demócrata protestarían juntos contra una ley que impida a una lesbiana adquirir la propiedad de un apartamento, género o preferencia sexual no puede ser obstáculo al derecho natural de adquirir propiedad. Pero el libertario probablemente se quede sólo si la manifestación es contra ley obliga a todos los propietarios a entregar a banco estatal los depósitos de alquileres o a pactar la renta a los precios que impone el legislador, violando la libertad de contratación de las partes.

La posición libertaria ofrece soluciones consistentes en dos puntos controversiales: “imponer agenda LGTB” y “libertad de asociación”. El Embajador está aquí provocando un debate agudo y feroz de ideas. No está imponiendo su criterio al filo de bayoneta. Tenía ocho años cuando en 1965, en Haina, vi los grandes barcos de guerra en que los Estados Unidos mandaron sus marines a imponer su agenda de no dejar gobernar a nadie sospecharan de socialista.[1] Con Santo Domingo ocupada dictaron una ley para desarmar y controlar la población civil, totalmente contraria al espíritu de la Segunda Enmienda con que ellos nacieron como nación libre. ¿Es el peligro real de estar en la mira de un francotirador apostado en Los Molinos, 1965, igual a la infundada acusación de despojo de visa o residencia, 2016?

Sospechas de agresiones deben ser eliminadas del debate, para dejar que siga fluyendo sin miedo, salgan a flote lealtades genuinas y se entienda que todo lo que no es una amenaza real a la integridad física, es permitido. No entiendo la alharaca provocada porque representantes de iglesias o grupos religiosos, en sus recintos o espacios que pagan o le ceden en los medios de comunicación, hagan pública sus críticas y busquen influenciar su feligresía en sus preferencias electorales. Este puro ejercicio de la libertad de expresión ha llegado hasta tildarse de “chantaje y extorsión”, cargo descabellado cuando el medio es un discurso pacífico y el alegado “quid-pro-quo” no medible (salvación eterna, libre albedrío, voto secreto).

Lo mismo ocurre con las críticas a la Cámara de Comercio LGTB, que es un ejercicio de la libertad de asociación, derecho natural de todo individuo. Ahí la afiliación es voluntaria y tanto la aceptación, como revocación de membresía, una facultad que recae en asamblea u organismo. En una sociedad libre esto es tan natural como la formación de una que por estatutos los excluya a ellos o a cualquier otro grupo con el que no quieran asociarse.

La asociación es libre o no es libre y, como otra cara de la moneda, implica discriminar al que se excluye para perseguir fines no violan derechos naturales de nadie. En esto también el Partido Libertario es más consistente que otras organizaciones políticas, al punto que rechaza intentos legales de forzar a homofóbicos a contratar o asociarse con homosexuales (que se aspiraría con demandas legales a quienes no los tengan representados en la nómina, método obliga adoptar esquema de cuotas para evitar tribunales). Ralph Raico en “Gay Rights: A Libertarian Approach”, afirma que esto sería una violación al derecho a la libre asociación del empresario privado: “Entendemos que la libertad implica también la libertad de estar equivocado. El Partido Libertario es el “Partido de los Principios” y es por esta razón muestra afirmación que la intolerancia y los prejuicios, mientras se manifiesten sin coerción o violencia, deben también ser tolerados. Lo que justifica nuestra libertad, justifica también la de aquellos que son anti-gays”. Esto lo escribió Raico en 1976 y el texto completo recomiendo a todo el que sigue este debate que ha dejado de ser uno intrascendente, trivial o de temporada, en buena medida por lo que hace el Embajador de EUA.

Artículo Preferencias Sexuales, ciencia y religión

[1] Esos soldados que vinieron en 1965 no se unieron a la Armada de manera voluntaria. En los Estados Unidos existía un draft o lotería que obliga a los que fueran llamados a servir en el ejército. Una servidumbre involuntaria, conscripción, que fue también denunciada por el Partido Libertario desde sus orígenes. Solicitaba el PL la eliminación del draft, sacar de las cárceles los que cumplían condenas por no alistarse y eliminar los cargos contra los que lo evadían saliendo a otros países.