Inicié mi vida en el mercado laboral recién cumplí diecisiete años de edad. Recuerdo que entonces se ocupaba la cédula del menor y por ello pude trabajar tan pronto terminé el bachillerato. Como si fuera asunto del destino, los empleos que tuve siempre me hacían recorrer en “voladora” la Ave. Bolívar, hasta la Ave. Máximo Gómez. Al retorno, la Ave. Independencia era ruta obligada, de forma que siempre me quedaba en autobús, sentada o parada, deleitada con los árboles más la nostálgica y romántica arquitectura de Gascue.
“Cuando me independice viviré aquí.” Me dije de jovencita. Años después terminé trabajando en una oficina de abogados en la calle Socorro Sánchez, y desde el 2011 vivo en este lugar que terminó significando volver al hogar y a mi misma.
Para mi, Gascue es arte, poesía, bohemia, música, vida, melancolía y romance. He paseado por sus calles y disfrutado solo viendo el diseño de sus edificaciones; los vastos jardines de las casas; el verdor. En cada primavera, la arboleda en la Avenida Bolívar y la calle Santiago ofrece una superficie tapizada de flores colores rosa y tonos blanquecinos, invitando a quien lo desee a un paseo dominical, sea solo o en pareja. Sin olvidar el techo natural formado por ramas que cruzan de una acera a otra, en algunos puntos de la Ave. Independencia.
Hoy Gascue se transforma lentamente ante los ojos de quienes lo habitamos. Hay lugares abandonados, casas en venta. En cualquier momento te sorprende la construcción de un edificio que no debería pasar del quinto nivel, aunque haya muchos que tienen más que esa cantidad de pisos. La calle Santiago, de alto tráfico vehicular y arteria principal que atraviesa todo el sector, ha operado un cambio importante en los últimos tres años. Varios centros comerciales han sido levantados; casas intervenidas y “remozadas”, han alterado por total la fachada que le distinguían, más de una torre de apartamentos se ha construido. De remate, hoy dicha calle es ruta de transporte público y el atajo de camiones de carga y autobuses que viajan a algunas provincias, a pesar de que en su intercepción con la Máximo Gómez dice claramente: No camiones.
En las cercanías del Ministerio de Educación, dos casas –una frente a la otra- fueron tomadas como punto de venta de material de construcción. Si no es un camión que desmonta blocks, es otro abasteciéndose de arena. Usted puede caminar por cualquiera de sus aceras y tendrá que tirarse a la calle, e incluso taparse la boca por el polvillo, y ni hablar de aparcar si anda en automóvil.
El crecimiento comercial de la zona, y sigo refiriéndome a muchos puntos de la calle Santiago, más la obvia ausencia de parqueos para estos locales, representa una dificultad para el viandante, ya que los autos suelen ocupar las aceras como estacionamiento. Piense en una madre que lleva en carriola a su bebé, teniendo que transitar por esta importante vía, mientras un conductor del transporte público se decide en vía contraria, para ganarle al tráfico. Ese es el día a día de las calles Santiago y Juan Sánchez Ramírez. Lo mismo sucede con la Lea de Castro. Y no hay una sola autoridad que regule esto.
Una destacada característica de Gascue son sus árboles. Podría decir que, además de ser patrimonio arquitectónico de Santo Domingo, ellos son distinción en todo el sector. He visto varios secar y morir lentamente para luego saber que el hecho ha sido provocado. No se si para no barrer las hojas que caen, o evitar que alguien estacione bajo su sombra, -esto lo he visto antes en otros sectores y parece que el dominicano da para mucho-. Lo cierto es que, salvo un caso que confirmé fue por razones obligatorias, pues sus raíces provocaron serias roturas en dos edificaciones cercanas, otros han sido secados y talados sin una razón aparente.
En una ocasión tenía previsto conversar con los ocupantes de una vivienda cuyo árbol que estaba en su frente corrió la misma suerte que otros, y antes de tener oportunidad vi una brigada que talaba y recogía lo que quedó de él. Me estacioné y conversé con las personas que hacían el trabajo. Solicité información, pero solo pudieron indicarme que sí había un permiso para este caso, aunque no sabían sobre las motivaciones de la solicitud, su misión era solo limpiar la zona. Toca investigar cuáles son los términos bajo los cuales las autoridades ceden a una petición de esta naturaleza.
Recientemente todas las calles de Gascue han sido asfaltadas, lo cual ha dado un plus al aspecto de la urbanización, sin embargo, dado que ahora transitan por entre ellas rutas del transporte público, para estos choferes es como una licencia para ir a toda velocidad, sin importar que transiten por rutas escolares, como ocurre.
De mi parte, me he comunicado con el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT), a los fines de establecer cómo es eso de que hoy Gascue sea ruta de transporte público, y si es así, por qué no hay agentes de tránsito regulando esta actividad. Luego vendrán otras averiguaciones sobre las que les mantendré al tanto. Elijo imaginar que otros vecinos se han constituido en atalayas de su sector, ejercitan su poder ciudadano y hacen lo propio, de lo contrario, pronto estaremos en un lugar muy distinto al que elegimos para vivir.