Si, definitivamente es necesario asegurar que todos los estudiantes tangan acceso al internet, a la información y cuenten con los dispositivos necesarios y plataformas para aprender en nuevas modalidades. De no garantizar esto, se profundizará aún más la desigualdad existente y pagaremos todos las consecuencias. Pero esto no es suficiente.

Tal como establece la UNESCO, “las formas híbridas de enseñanza y aprendizaje en espacios distintos fuera y dentro de la escuela, sincrónico y asincrónico, usando múltiples métodos son las direcciones a las cuales debemos movernos” (UNESCO, 2020). Hemos visto docentes hacer un gran esfuerzo por aprender a utilizar las plataformas y herramientas tecnológicas para continuar con sus clases virtuales. Han intentado dinamizarlas, pero muchos la realizan de la misma manera como lo hacían en la modalidad presencial, leyendo, haciendo presentaciones, usando el tiempo sincrónico en actividades que pueden ser realizadas por los estudiantes de forma autónoma. Esto lleva a sacrificar la oportunidad para que los estudiantes interactúen y colaboren de manera significativa, de poner en práctica los aprendizajes y de recibir retroalimentación oportuna.

El uso de la tecnología no garantiza el aprendizaje ni el desarrollo de las competencias para la vida. Son las interacciones y de experiencias las que harán la diferencia, independientemente de las plataformas y herramientas que se utilicen. Es el docente y sus estrategias lo que determinará en gran parte el logro de los aprendizajes y el desarrollo de las competencias deseadas. Es necesaria su formación para lograr un verdadero cambio. La clase virtual no consiste en replicar la clase presencial, sino que requiere de un diseño y una estructura distinta que demanda de nuevas competencias para dinamizar el proceso a partir de las necesidades de los estudiantes en otros espacios y tiempos con mayor flexibilidad.

La situación actual de estrés y aislamiento, así como el posible regreso a la escuela de forma virtual, semipresencial o híbrida requieren de una revisión profunda del currículo, de la carga académica y de las estrategias de enseñanza y evaluación que se implementan. Las herramientas tecnológicas facilitan pero no resuelven los problemas ni podrán sustituir las dinámicas de los encuentros presenciales. Justamente no podemos olvidar que la tecnología y todos sus derivados siguen manteniendo su función de ser un medio, no un fin en sí mismos. El aprendizaje y el desarrollo integral de los actores involucrados sí lo son y siempre deben serlo.

La pandemia y las medidas tomadas también han comprometido la salud mental y el bienestar de los niños, jóvenes y adultos con posibles repercusiones a largo plazo (UNESCO, 2020). Ante esta realidad es urgente que en el nuevo año escolar se asegure una respuesta positiva a las necesidades afectivas de todos los miembros de la comunidad educativa, buscando formas de lograr que las personas reconecten unas con otras, ya que las relaciones sociales son fundamentales para el aprendizaje. El proceso educativo no puede ser ajeno al estado emocional de docentes y estudiantes. El currículo debe estar orientado a las nuevas necesidades que surgen en un contexto distinto, priorizando la interacción humana y el bienestar de todos.

La escuela no puede sola. Es necesaria la participación de toda la comunidad para promover estas habilidades socioemocionales y el bienestar ante la gran variedad de necesidades y desafíos de familias, estudiantes y docentes, incluyendo el estrés, la pérdida y el duelo.

Si se regresa a las clases presenciales no será fácil para un niño o un joven mantener el distanciamiento social mientras está con sus compañeros y docentes. Tampoco será fácil continuar relacionándose y colaborando si se regresa de manera totalmente virtual o híbrida. Es necesario contemplar un plan para asegurar las estrategias apropiadas, el desarrollo socioemocional, la salud mental y el bienestar como factores críticos para el manejo de estas experiencias personales y colectivas tan retadoras para todos (CASEL, 2020). Esto es y será tan o más importante como el aprendizaje académico y el manejo de la tecnología. No lo dejemos fuera de la agenda o pagaremos las consecuencias.