1.-Agradecimientos

Abrumado con la reacción de medios publicitarios y amigos que han escrito o me han llamado, casi todos señalando que hace tiempo que me lo debieron dar, aunque las cosas llegan cuando deben llegar: ¡Imaginen los que me conocen, lo que hubiera sido ese Premio en mi época bohemia y medio libertina! ¡Cuánto vino, cuántos manjares suculentos, y a lo mejor, cuántos viajes! Pero me encuentra en la sosegada edad, recluido, no solo por la epidemia, sino abstemio y vegano, embriagado solo de este desborde de cariños.

No podría indicar nombres. Señalo a los que reaccionaron de inmediato como nuestro director Fausto Rosario que al igual que José F. Monegro  director de El Día, me dedicaron editoriales; sobre todo a mi pariente cercano Aníbal de Castro, por ese magnífico artículo en Diario Libre. Ni puedo soslayar a esa guerrera de la cultura que es Emilia Pereyra, que fue la primera que me pidió entrevistas; así como del diario Hoy, y ese consecuente seguidor José Rafael Sosa, que fueron los que me pidieron entrevistas y mi querido amigo Luis Beiro, tan generoso siempre. Después de ese día dije que no daría más entrevistas ni haría presentaciones físicas como lo había prometido en mi artículo de despedida del año pasado, para ver si pasaba el tsunami y me dejaban volver a mi amada página en blanco. Pero entonces aparece mi viejo amigo Leonel Fernández y otros, entre ellos, queridos ganadores de mucho prestigio nacional e internacional, y tantos más, que ya se me gastaron las palabras de tanto dar las gracias y también a todos, los citados y a los demás amigos historiadores, críticos, ensayistas, etcétera; siempre hay que dejar algo para el día de días.

2.- Escritores amigos o admirados del siglo pasado que lo merecieron

Al recibir este reconocimiento que ya no esperaba, pensé en los que no lo pudieron recibir, empezando por Domingo Moreno Jimenes, Freddy Gatón Arce, Héctor Incháustegui Cabral, Franklin Mieses Burgos, Juan Sánchez Lamouth, los independientes, los sorprendidos, de la Generación del 48 y un largo etcétera, y Juan de Jesús Reyes Aranda.

He decidido cada miércoles, hasta que se me agoten, hacerlo con muchos más, pero hoy iniciaré con el más viejo y un gran poeta nacional casi desconocido, que es, para no ir más lejos, el Patriarca, digámoslo así, de toda una región: La Línea Noroeste.

De él, lamentablemente, solo hay una foto que aparece en todas partes.

Don Juan de Jesús Reyes Aranda (1872-1962)

Un donazgo que tuvo y mantuvo durante su larga estadía en la tierra, que él y Ramón Emilio Jiménez (1886-1970), su cuñado, llamaron “el pueblo de los atardeceres”, donde viví unos inolvidables años de juventud, que todavía me retozan en el alma y en el cuerpo.

Hay pocos poetas en este país que se pueden hombrear con él en conocimiento de las técnicas poéticas y en fervor lírico y épico.

De él y Domingo Moreno Jimenes (1894-1986) hay una anécdota: Un atardecer  se fueron conversando por los caminos de entonces, hace más de un siglo, y conversando y recitando versos propios salieron de Mao y cuando vinieron a darse cuenta, al amanecer estaban en Monción, encumbrados en la Cordillera Central. Entre esos pinares que  inspiraron a don Juan:

“Cuando solitarios sobre los oteros

parecen los pinos florecer luceros”.

  1. Pequeña selección poética de don Juan de Jesús Reyes

Mucha de la poesía de don Juan, en sus libros que están casi todos en ese esfuerzo editorial magnífico de Francisco Almonte en “La atesorada luz poética de Juan de Jesús Reyes”, Editora Lozano 2009, y en muchos medios de la época hasta poco tiempo antes de su tránsito. Lo destaco por su calidad, y porque quizás esta vez, y gracias al premio que él hubiera merecido, me hagan caso, y se den cuenta de lo genial que era en su humildad ciudadana.

No daré o daré muy pocos datos de cada uno de los compañeros de este título tan dignificador, escogiendo sonetos suyos de diversas fuentes, en el orden como fueron publicados, aclarando que no son los mejores, pero tienen en común el paisaje liniero que tiene en él a uno, o mejor dicho, el mejor intérprete.

Sonetos de Juan de Jesús Reyes

Meniantos

Noche estrellada. Paz. Reposo. Alguna

exhalación que pasa. La belleza

y la melancolía con besa

el jardín todo en flor la blanca luna.

*

En el misterio del boscaje una

una canción de ruiseñor, una terneza

Mi amada me sonríe.  Con destreza

pone un cocuyo en su trenza bruna;

*

y sus ojos me miran, y me arcan

y me interrogan:  dicen como es mía…

Y aspiro un dulce vino de fortuna

*

en mi fiesta interior; mientras se embarcan

en la góndola alba de la luna

mi ensoñación y mi melancolía.

(Revista Osiris No. 7  febrero 15 1910

La Atesorada Luz poética No. 157)

Noche de plenilunio

Maga pía

roza la seda azul rica en luceros,

mis ruiseñores, mudos prisioneros,

y vuelan y desgranan melodía.

 

Tu vino hecho luz de poesía

bebe la  diosa émula de Eros

y es dueña de jardines hechiceros,

o vuela sobre el mar mi fantasía.

 

Tocas mi alma, y en ella has reflejado

tú palio de nelumbios constelado,

y la Selene virgen suspirante.

 

¡Y pues tantos milagros me has traído

en tu regazo pienso que he vivido

siglos de gozo en un  breve instante!

(Revista Osiris, No. 11 5 de mayo 1910)

 

Amanecer primaveral

A Luis Bisonó

Autócrata del reino del vacío

el sol pregona su vital campaña;

de rosicler de adorna la montaña,

de blancas perlas el sonoro río.

*

Doquiera la alegría desentraña

el salmo de su férvido aldebrío;

y el alma, como un pájaro se baña,

entre las frondas llenas de rocío.

*

Con gozo mira la gentil pradera

que el río aduna su silencio verde

al gran silencio de la azul esfera.

En tanto, la montaña es boa que muerde

los talones del cielo, y risotera

le dice al sol que siempre la recuerde.

 

 Alto Poeta…

A Félix M. Pérez

Alto Poeta el sol, las ricas perlas

del agua y de las frondas ilumina,

y colora las nubes para verlas

gloriarse de una forma repentina.

*

Hace que digan todos los colores

su alegre estrofa bajo rientes cielos;

trueca sus oros en licor de amores,

en la intensa fruición de los anhelos.

*

Urde sutil la estrofa de la vida,

canta la pura gracia impercudida

de frescos lirios y fragantes rosas.

*

Y, en síntesis de amor dulce y suprema,

rima las notas del vital poema

con el tranquilo sueño de las cosas.

(Revista La Opinión No. 69, 31/5/24)

 

Mediodía

El sol en lo infinito se derrama;

en todo un hemisferio nada es pobre:

fuerza es que el oro del Patriarca sobre,

la tierra enardecida lo proclama.

*

El cálido sopor de la soflama

abre en los poros una vía salobre;

sobre el camino de incendiado cobre

flota quizás una ilusión de grama.

*

El corazón de la sonora fuente,

en pavorosa escala sube y sube.

(Era muy fresco y se tornó en ardiente)

*

Tal vez un día en la callada nube,

con alas de oro, unte la luz naciente,

vuelva a mirarse en forma de querube.

(Revista La Opinión No. 130, 1ero de agosto 1925)

 4.-Las colaboraciones sabatinas a partir del próximo sábado

Quien diga que un premio de la categoría del Nacional no saca a uno de la rutina, está equivocado. Como nunca creí merecerlo, y todavía lo creo, he decidido, por primera vez, que ha llegado la hora de que se me conozca mejor dado el aluvión de muestras de cariño que he recibido y aunque las he agradecido, creo sinceramente no merecerlas.

Empero, una cosa piensa el burro…, de modo que, aún sin título general, me quitaré el bozal, a pesar de la pandemia, para ir contando hasta donde mi viejo cerebro me ayude, mis orígenes humildes, y paso a paso, detalles y anécdotas, a veces con fotos, de mi niñez, juventud y plena vejez, para responder la pregunta que muchos se hacen de ¿quién es Manuel María Mora Serrano?.

Hasta el sábado, pues.