El jueves 29, en la Pontificia Universidad Católica y Maestra hubo un evento intitulado “Católicos y Vida Pública”, con su coauspicio y el de la Fundación Angelicum –una Ong fundada por una “sociedad de inversión” chilena que canaliza su labor de responsabilidad social corporativa promoviendo la vida responsable en la sociedad civil de los católicos.
Reconozco la obligación ciudadana que la fe impone y que se ha perdido por muchas razones. Sin embargo, las ponencias –inicial y final– fueron dictadas por un letrado español y por un médico peruano, cuyos argumentos, motivados en el ardor de su fe llevan a conclusiones del “fundamentalismo católico” que nos esté devolviendo desde el espíritu del Vaticano II al de Vaticano I.
El compromiso político de los católicos en Vaticano I fue la formación de los partidos confesionales que terminaron llamándose demócrata-cristiano. Mientras, a su vez, el Vaticano II alentó la teología de la liberación. Es de todos conocidos el desenlace de la pastoral social en el subcontinente latinoamericano.
En consecuencia, es interesante que la derecha dominicana deje de ser populista y sea más doctrinaria, parece ser el mensaje de este Congreso, aunque con ello se lleve por delante los avances sociales y de tolerancia democrática consignados en la vida social dominicana.
Habría que ver si las capacidades de las universidades católicas dominicanas –en su conjunto e individualmente– llevarán a cabo esta tarea creando los “Observatorios de la Vida Pública”, porque así tendríamos institucionalizado un “think tank” que monitoree las políticas públicas y su implementación ética.
¿Sería demasiado pedir o nos quedaremos en los cónclaves? Aunque su agenda sea muy conservadora para mi gusto, el país podría salir beneficiado.