Sin que pretendamos hacer ver a  la Fundación Tropigas como un Chapulín Colorado, hay que destacar lo que decía el papa Juan Pablo II de que cualquier cosa que podamos hacer para solucionar un problema, sea mucho o poco, siempre será importante. Lo malo es, según el pontífice, que nos mantengamos indiferentes frente a un problema que nos agobia a todos.

Cité lo anterior para advertir que las críticas no pueden ser a Tropigas por su iniciativa de “Barcos Recolectores Ribera Verde” en los ríos Ozama e Isabela, sino a las empresas que contaminan y no hacen nada en favor de estos afluentes; mientras el malecón de Santo Domingo se ve ante el mundo como un vertedero gigante.

De esta forma, y con todo el respeto (la admiración) que siempre me ha merecido, creo que la profesora Amparo Chantada es injusta al criticar la Fundación Tropigas, cuando esa empresa pone un granito de arena en favor de los ríos Ozama e Isabela (veracento.com.do/2018/opinion/8591174-fundacion-tropigas-al-rescate-del-ozama-e-isabela/)

Chantada afirma que el “país se salva gracias a Tropigas” porque ahora se presenta como “un Chapulín Colorado” y que las petroleras Shell, Texaco, Exxon Oil y demás “ensucian y también limpian”. Más que criticar, Chantada debe apoyar las acciones a favor de estos ríos o, con su sobrado talento y honradez, hacer su propuesta para enfrentar el problema de la contaminación y manejo de la basura.

En mi caso, no tengo nada que ver con Tropigas o sus ejecutivos. Como periodista y munícipe (“doliente”) de la zona apoyo su iniciativa, el proyecto piloto que vienen desarrollando en la recogida de la basura en lugares como La Ciénega, en la capital.

Un reportaje de El Nacional dice que  “Ribera Verde”, una iniciativa de la Fundación Tropigas, está sumando esfuerzos en ese sentido. Para ello ya se alió con otras instituciones privadas y gubernamentales para hacer realidad un ambiente saneado y devolver la calidad de vida a los residentes en los barrios de los alrededores de los citados ríos.

Un elemento fundamental es la integración, pues este proyecto cuenta con el apoyo del Ministerio de Medio Ambiente, la Coalición Río y la Comisión Presidencial Ozama e Isabela, según narra el señor Carlos José Martí, presidente de la Fundación Tropigas.

La iniciativa está conformada por seis pilares que incluyen manejo adecuado de residuos, saneamiento y rescate de cañadas, reforestación, salud preventiva, educación ambiental y participación comunitaria.

“La Fundación Tropigas ha dado un ejemplo: adquirió dos barcos recolectores de lilas y desechos que desde ya hacen una labor invaluable en los ríos Ozama e Isabela. Este tipo de acciones empresariales son las que deberían ser imitadas por otros dominicanos”, indica un artículo del periódico El Dinero.

Este diario expresa (y yo estoy de acuerdo) que los ríos Ozama e Isabela deberían ser todo lo contrario a lo que son hoy. En vez de haber sido convertidos (por nosotros) en chiqueros, cloacas y depósitos de cualquier cosa imaginable, en esta área de la capital, colindante con la provincia Santo Domingo, deberían existir edificios de apartamentos, torres de negocios, hoteles, restaurantes, áreas verdes para esparcimiento y emprendimientos generadores de riquezas.

Sostiene que esta zona de la capital, que debería ser el orgullo de la Ciudad Primada de América, es hoy una vergüenza. Este panorama, por supuesto, no se fragua de la noche a la mañana; la responsabilidad está en quienes han tenido el “honor” de dirigir el Estado, que han permitido el desorden todo por no asumir el costo político.