Las relaciones diplomáticas se rigen por la Convención de Viena del año 1961. Nuestros embajadores acreditados en el exterior, son los representantes oficiales de nuestro país en las naciones donde son designados para la aplicación de la Política Exterior del país. Su designación esa través de un Decreto Presidencial y ratificados por el Senado de la República. Pertenecen al Ministerio de Relaciones Exteriores, cuyo Ministro o Canciller es el rector y el verdadero responsable del manejo fiel de la Política Exterior del país, la cual es trazada por el Presidente de la República
Entre las funciones que deben desempeñar nuestros Embajadores están, entre otras: representar dignamente a nuestro país; proyectar nuestros valores culturales y patrióticos; buscar nuevos nichos de mercados para nuestros productos, servicios y recursos naturales (agropecuarios, turísticos, industriales); practicar las buenas relaciones con nuestro país; promover y tratar de atraer nuevas inversiones extranjeras; gestionar intercambios comerciales, culturales y científicos; defender los intereses del país ante cualquier difamación, injuria, acusación o cuestionamiento, siempre dentro del marco del respeto y en total coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Estos deben mediar en la solución de los conflictos internacionales en que se vea involucrado nuestro país, así como acudir en auxilio de nuestros nacionales residentes en el país receptor. De ahí que deben ser personas honorables, de una gran solvencia moral y con grandes conocimientos de política y de economía internacional, sobre todo, en un mundo tan complejo, competitivo y globalizado como el que hoy vivimos; deben manejarse con prudencia, tolerancia y concertación; deben cumplir sus funciones y permanecer allí por el tiempo que fueron designados.
En diplomacia se recomienda que los embajadores sean evaluados oportunamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores en base a los resultados y a los aportes obtenidos
Ningún Embajador puede actuar por cuenta propia, esto es, regirse por sus propios criterios. Debe guiarse siempre por los lineamientos del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Nuestro país es un gran productor de arroz, plátanos, bananos, pollos, café, cacao, tabaco, caña de azúcar; con grandes complejos turísticos y hoteles de cinco estrellas; una moderna infraestructura de desarrollo compuesta por grandes puertos, aeropuertos internacionales en lugares estratégicos; un moderno sistema de transporte, un Metro, excelentes vías de comunicación terrestre, con uno de los más modernos sistemas de comunicación telefónica; posee recursos naturales privilegiados (playas y tierras fértiles, de las mejores del mundo; montañas, ríos, lagos, saltos y un sol radiante).
Posee modernos parques industriales de Zonas Francas, centros de salud y de estudios superiores de primera; cuna de grandes primicias históricas, religiosas y culturales; un fuerte sistema bancario, una gran estabilidad política, económica y monetaria; una economía en crecimiento, recursos humanos bien calificados, un nivel de inflación por debajo de dos dígitos; gran seguridad jurídica y una excelente ubicación geográfica, por lo que debe ser promovido y proyectado en toda su dimensión.
En diplomacia se recomienda que los embajadores sean evaluados oportunamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores en base a los resultados y a los aportes obtenidos, para que lleguen a nuestro país más y mejores inversiones extranjeras, intercambios comerciales y científicos, aumentando así nuestras exportaciones, el turismo y por tanto, las divisas extranjeras, que es lo que necesita el país; que permanezcan en sus funciones no más de tres a cuatro años y que sean alternados en países diferentes.
El autor cursó un Máster en Relaciones Internacionales