“La Frontera es el órgano periférico del Estado y como tal, la prueba del crecimiento es la fuerza y los cambios de este organismo”.

Friedrich Ratzel

  

Una visión geopolítica

Geopolíticamente hablando, la estabilidad de las zonas fronterizas reviste una importancia fundamental, tanto para el Desarrollo como para la Seguridad de los Estados. Pero aún más, también para la Soberanía de estos; de ahí que el Poder Nacional del Estado se relacione de forma indisoluble con tal estabilidad, de manera que la frontera es el escenario de principalía para hacer galas del Poder Nacional en su expresión militar.

Cuando nos referimos al Poder Nacional, estamos haciendo acopio de las diversas capacidades mediante las cuales el Estado mantiene su cohesión interna para enfrentar la incidencia externa desfavorable; tales capacidades pueden ser espiritual, física, o material. Las expresiones del Poder Nacional serán política, económica, psicosocial, y militar. Se habla de un “Estado Soberano” cuando aquel desarrolla y aplica su Poder Nacional, poniendo de manifiesto su capacidad y autoridad en el mantenimiento de su independencia y autodeterminación.

No dejo de considerar las nuevas concepciones que con el desarrollo del Derecho Internacional han surgido sobre la Soberanía, y que conciernen de manera significativa a la Defensa y Seguridad Nacional, pues se engloban en estas nuevas ideas las amenazas de nuevo cuño, de distintos índole y carácter, por lo que en los últimos años, se ha conceptualizado multidimensionalmente la Defensa Nacional de la soberanía pues, esta abarca una serie de ámbitos que anteriormente no eran considerados, entre ellos, económico, social, político, narcoterrorismo, Medio Ambiente y de salud. Sin embargo reitero mi posición de que en el caso de la República Dominicana la inmigración ilegal contiene a todos los mencionados, por lo que a nuestra frontera terrestre y marítima con Haití deben volcarse todos los medios militares necesarios para contener la descontrolada y masiva afluencia de indocumentados de aquel país.

Afirmaba el geopolítico y geógrafo alemán Otto Maull que: “Las fronteras tienen las funciones de separar lo propio de lo ajeno, proteger el territorio nacional, aislarlo si es necesario, y facilitar el intercambio cuando es conveniente”. Lo cierto es, que las Fuerzas de Defensa tienen en la frontera su ámbito de acción por antonomasia, y se ha llegado a establecer la semejanza entre el crecimiento, retroceso y perturbación de las fronteras, por un lado; con el crecimiento o disminución del Poder Nacional, por el otro. En el caso de la República Dominicana, tenemos el ejemplo a la mano, pues desde el surgimiento de las dos naciones que comparten la isla, la Patria de Duarte ha perdido (en beneficio de Haití) gran parte de su territorio aledaño a la frontera, lo que ha respondido al eterno propósito expansionista del vecino.

Ante un vecino expansionista

Sobre esta histórica determinación expansionista y el deber sacrosanto de nuestras Fuerzas Armadas, ya en 1927 se refería Joaquín Balaguer (con sólo 19 años de edad), en artículo publicado por el Periódico La Información, en el siguiente sentido: “…Pero contra el imperialismo haitiano, lo que necesitamos es realizar una completa y científica colonización del litoral fronterizo y establecer el servicio militar obligatorio para que cada ciudadano pueda ser un baluarte, desde cuyas almenas se alce la bandera de la República desplegada a todos los vientos por la grandeza del derecho armado”.

Nuestras Fuerzas Armadas, por patriotismo no deben olvidar la historia, pues esta nos ilustra y trae a nuestro entendimiento este afán desmedido de Haití, de anexionarse cada vez más territorio dominicano. ¿Cómo olvidar que le cedimos a Hincha, lugar donde naciera Pedro Santana? y que hoy se encuentra a unos 50 kilómetros de Bánica en la actual línea fronteriza. Óigase bien 50 kilómetros de distancia arrebatados a nuestra porción territorial. ¿Cómo olvidar Las Caobas cuyo fuerte fuera tomado el 22 de junio de 1845 por las tropas haitianas comandadas por el general Víctor Poil? No podemos olvidar que los haitianos se apropiaron de las vecindades de San Rafael y San Miguel de la Atalaya invadidas “pacíficamente” al finalizar las guerras de Independencia y de Restauración. En total, según los historiadores, allí se perdieron entre 4500 y 6000 kilómetros cuadrados. Por eso, y por las evidencias de que los haitianos no cejan en sus intenciones de irse apropiando de nuestro territorio, debemos todos los dominicanos estar alertas y el Gobierno debe ser proactivo denunciando los agravios de aquellos ante la Comunidad Internacional, aunque ésta no ha sido hasta ahora un arbitro del todo imparcial.

Finalmente

Como ciudadano conocedor de las entrañas mismas de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas y de su sagrada misión de Defensa de nuestra Independencia, Soberanía e integridad territorial, debo decir que la Patria y la ciudadanía les ofrece un voto de confianza y que cuenta con su lealtad a la República y su patriotismo, siempre que estén apegadas a los mandatos de la Constitución de la República, el respeto a la Ley, y a los Derechos Humanos de todos.