La política, religión y deporte son temas que provocan las más acaloradas discusiones. Sin importar si se tiene o no la razón, razonar en uno de estos tópicos es muy difícil, por no decir imposible, y más si las partes en cuestión no están en el mismo bando. Las pasiones llevan a cometer actos muchas veces inexplicables que van desde un simple insulto, hasta quitarle la vida a un ser humano por parte de otro.
El pasado 5 de noviembre sucedió algo que desde cualquier perspectiva debe ser condenado. No importa si se está de acuerdo con unos o con los otros, las declaraciones de un regidor, en donde exponía en pocas palabras el plan de “no tolerar nada contra el líder”, las agresiones a la prensa y a una dama da mucho que pensar.
En la última campaña presidencial en Chile, la entonces candidata Michelle Bachelet, hoy presidenta por segunda ocasión de dicho país, fue víctima de una agresión por parte de un caballero en la ciudad de Arica. El joven la escupió en el rostro e inmediatamente la cúpula política de ese país repudió el hecho. El presidente de ese entonces, Sebastián Piñera, condenó y dijo que independientemente la candidata es una dama y días después hizo referencia al bochornoso acto en un discurso oficial.
Ningún dirigente político de baja, media o incluso alta jerarquía hace sin permiso ninguna manifestación o en este caso contraposición a un manifiesto. Aún la turba lo haya hecho sin permiso -algo que dudo-que no se haya presentado excusas por parte del protagonista del encuentro, a la prensa, pero con más razón a la dama agredida, dice a lo que se está dispuesto a hacer para volver al poder y a lo que estamos expuestos en un nuevo gobierno de éste.