El Derecho Internacional define la Frontera como “la línea que marca el límite exterior del territorio de un Estado, es decir, la línea que determina el ámbito espacial donde un Estado ejerce su soberanía con exclusión a otros”. De manera que, con la frontera, se marca el territorio hasta donde son válidas y aplicables las leyes de un Estado y sus coacciones, así como la influencia económica o mercados nacionales y su relación con mercados de países limítrofes, por lo que se entiende que la frontera establece también un límite fiscal y aduanero.

Podemos considerar la frontera como la periferia, confín o final del territorio en el que se ejerce soberanía, y la zona en la cual la población asentada en cada uno de los países colindantes interactúa en necesarias relaciones de vecindad. El Gobierno de un Estado ejerce su autoridad dentro de los límites que establecen sus fronteras, de manera que lo que sucede del otro lado de tales límites aunque sea a pocos metros, se encuentra fuera del alcance de tal Gobierno, siempre que los intereses nacionales de este no se vean afectados.

Aunque en la actualidad existen corrientes que propugnan por la anulación de las fronteras entre Estados, y que consideran además que el mundo debe avanzar hacia la integración y hacer desaparecer para siempre las fronteras; no han logrado demostrar la irrelevancia de aquellas en la vida económica, social, política y jurídica de todo Estado pues, estos son entes, por definición, territoriales y que simbolizan además la identidad y cultura.

Todo Estado soberano debe darse las condiciones mediante las cuales pueda subsistir; una de estas condiciones es la capacidad de autodefensa ante las amenazas principalmente externas, pero, existen algunas internas que por su fuerza de expresión, sobrepasan a las fuerzas de control interno. Las FF.AA. de la mayoría de países, como parte que son, de las expresiones del poder en las estructuras del Estado, que justifican su existencia en la protección de la soberanía nacional y la integridad territorial; tienen la obligación de proteger la frontera, no sólo por patriotismo, sino que les atañe por mandato constitucional, lo que entiendo, se ha convertido en un asunto de prioridad A-1 dentro del conjunto de amenazas que enfrentamos como Estado.

Según explica el autor experto en Defensa y Seguridad Nicolás Fernando Gallos Campos, “Las fronteras constituyen un escenario vital de la proyección del Estado y se consolidan como espacios estratégicos, en los que juega un rol central la soberanía. También en la frontera se encuentra la capacidad de ejercer un efectivo control territorial, basado en preceptos como equidad, justicia, desarrollo y como complemento, una noción de seguridad y defensa sobre la base del orden y la legitimidad”[1].

En República Dominicana la frontera terrestre con el vecino Haití adolece de un sinnúmero de taras que es menester atender desde el punto de vista de la Seguridad y Defensa. Además, y sobre todo, debemos recordar y no perder jamás de vista que somos producto de una separación que nos declaró independientes del vecino del Oeste; tampoco debemos olvidar que para ello, hubo que emplearse a fondo con todos los medios al alcance para defendernos de las invasiones haitianas llevadas a cabo por 12 años, de las cuales nos libramos por la acción heroica de nuestras fuerzas de defensa de entonces, ante los intentos de desconocer y quebrantar nuestra soberanía.

En tiempos en que algunos sectores que agrupan a una considerable cantidad de personas de estratos políticos, sociales, patrióticos y nacionalistas, propugnan por la construcción de un muro en la línea limítrofe con el vecino Haití, como manera de contener la inmigración ilegal y todos los perjuicios que trae consigo; soy de parecer que el mismo vendría a ser de gran ayuda en la lucha contra los males mencionados.

Sin embargo, debemos como Estado, llevar a cabo una serie de iniciativas mientras se conoce en las instancias correspondientes la propuesta, pues el problema fronterizo y migratorio hay que encararlo ya, entiendo que el muro no inmovilizaría a los nacionales haitianos que tengan el propósito de llegar a nuestro país y que los problemas inmigratorios que nos acogotan no tendrían su fin con la sola construcción del mismo, por lo que hago las siguientes reflexiones y algunas recomendaciones que complementarían conjuntamente con el muro propuesto, una estrategia que propone un sistema integrado de seguridad y defensa fronterizo cónsono con nuestras leyes sobre la materia y la constitución de la República y que garantice el respeto por los Derechos Humanos. Dicha estrategia deberá cumplir con las siguientes acciones en orden de prioridad:

  1. Instaurar un sistema de identificación pormenorizado que permita reconocer a aquellos indocumentados que son reincidentes [señas, cicatrices, huellas].
  2. Arresto de indocumentados al momento de cruzar la frontera o en sus cercanías;
  3. Establecer batidas en lugares de trabajo donde emplean personal indocumentado, para su deportación e imponer prisión o multas a los empleadores que incurran en ello;
  4. Promover y desarrollar proyectos de viviendas y parcelas de vocación agropecuaria en toda la zona fronteriza, coordinando con las agencias gubernamentales del área;

 

[1] Gallos Campos, Nicolás Fernando.- Fronteras en Colombia: ¿Estratégicas, amenaza u oportunidad para la Seguridad y Defensa? 2015