Vamos como un carro sin freno hacia la total frivolidad, la superficialidad mas rampante y asqueante de todas las épocas, el culto más vulgar a la piel y a la apariencia, y peor aún, el culto al yo y al egoísmo como piedra angular sobre cualquier otra cualidad humana. La empatía, la solidaridad, la templanza como virtudes necesarias al ser humano, ya no importarán y creeremos, como regla que el selfie, las marcas y el dejarse ver, serán lo más importante para nosotros como raza, como humanos, y como humanidad.
Las evidencias son tan pasmosas y espeluznantes, tan atropellantes y ciertas que no dejan ni siquiera un resquicio de duda, la popularidad y primeros lugares de programas tan insulsos, desabridos e insólitos como aquellos que siguen la vida de mujeres cuyo único mérito es tener dudas sobre que vestido ponerse, que ropa interior, o con cuál de los maridos quedarse, exhibir nalgas a lo Kardashian, que solo sirven a la estolidez y la más absoluta frivolidad, muestran hasta donde hemos llegado como sociedad occidental, y cuáles son nuestras reales prioridades. Los prestamos anuales para dejar a nuestros hijos en colegios de ricos, que, por virtud de los mismos prestamos, sabemos que no podemos pagar, para mantener un estatus social totalmente ficticio e incierto. La popularidad y seguimiento a un energúmeno como Floyd Mayweter, quien tiene tan poca personalidad y carácter, que debe exhibirse en todo gastando dinero de manera ofensiva en un mundo con tanta necesidad y tanta miseria, abriendo dealers de carros de madrugada, porque en su salvaje entendimiento, no puede esperar al otro día para enseñar su ultimo juguetico de millones de dólares.
En nuestro país, el seguimiento al “cuerpo mas hot” del verano, y usualmente la cabeza más estúpida, el exhibicionismo de raperos, merengueros, peloteros, políticos y otras yerbas, y sobre todo, las letras de las canciones más pegadas, nos llevan por vía de consecuencia por similares derroteros que en sociedades con niveles adquisitivos más altos, y con mas decadencia, teniendo en nuestra sociedad mayores consecuencias, por las obvias condiciones de desigualdad que existen entre quienes publican en las redes sociales, un Rolls Royce blanco, (a lo Amable) con indumentaria del mismo color, que debe valer más, que la cantidad de dinero que todos los salarios que ha tenido ese político en toda su vida, y aun así tiene el tupe de enseñarlo, precisamente porque lo que prevalece no es la capacidad, la constancia, el temple, la obtención de un titulo o carrera, técnica o universitaria, de la cual vivir dignamente; eso pasó de moda.
Ahora lo que se quiere es tener, pero sobre todo, enseñar el reloj más caro, (a lo Díaz Rua), el carro mas ostentoso, o la hembra más costosa, la bebida que mas velitas puedan agregarle, y que nos vean, y que sobre esta base, nuestra realidad sea de escaparate y vitrina. La discreción, el trabajo honrado que debe llevar la mayor de las satisfacciones, el empeño, el sacrificio, y el deseo de superación sanos, ya no existen, y lo peor de todo, es que parece un virus maldito, del cual no tenemos cura alguna, que no sea la educación, y el convencimiento pleno de que no único real, lo único verdadero es lo que llevamos y lo que somos por dentro, circunstancias de vida de las cuales nos percatamos, cuando caemos en desgracia, perdemos la fortuna, o enfermamos.
Lo real siempre será, como dejamos dicho, lo que llevamos dentro, lo que sabemos y conocemos, nuestra realidad más intima, lo demás, el oropel, será simplemente eso, vestidos, riquezas, y parafernalia que no nos pondrán en el ataúd.