El 5 de agosto de 1895 moría en Londres Friederich Engels, uno de los  creadores junto a Karl Marx de la concepción del socialismo que significó una “ruptura epistemológica” con toda la tradición del socialismo hasta entonces existente. Los socialismos basados en las buenas intenciones, en las ideas filantrópicas, en las ideas religiosas del amor al prójimo, del socialismo pequeñoburgués de los Proudhon y compañía y de todo lo que se puede incluir o caber en el paraguas conceptual de socialismo utópico.

Ese giro copernicano realizado por esa pareja intelectual bien avenida y amigos fraternales, consistió nada más y nada menos, que en dar al socialismo una base rigurosa, sistemática o científica. El socialismo no sería ya una idea que se quiere poner en práctica por unos revolucionarios y unos reformadores sociales, para que la humanidad fuese mejor y la vida humana fuera más plena y menos egoísta- que también-, sino que sería una consecuencia “lógica” del desarrollo del proceso histórico y de las luchas sociales.

La vida del hombre desde que se convirtió en un homo erectus y posteriormente en el homo sapiens, se desarrolló en todos los aspectos mediante el trabajo. Y su agrupación en comunidades facilitó su vida y el desarrollo de la economía, es decir, la manera de organizarse para obtener los recursos, siempre escasos, para poder alimentarse, guarecerse, reproducirse y defenderse.

El estudio del proceso histórico de las diferentes maneras en que los hombres se han organizado permitió discernir una serie progresivas de modos de producción, que se pueden tipificar en los siguientes: la comunidad primitiva, el modo de producción oriental, el esclavista, el feudal, el capitalismo mercantil simple, el capitalismo manufacturero y todas las fases por las que éste ha pasado y pasará hasta que la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las formas de apropiación se convierta en un obstáculo para el posterior desarrollo y sea necesario pasar a otra forma de organización de la producción, la socialista.

Como no eran profetas ni adivinos, Marx y Engels, nunca trazaron un mapa detallado de cómo se organizaría en el socialismo o poscapitalismo, la producción salvo que ya el fin de la misma no sería la explotación y la opresión para obtener lucro sino para satisfacer las necesidades humanas. Y que la riqueza social se distribuiría de acuerdo al criterio del trabajo aportado y toda la colectividad tendría acceso a la satisfacción de sus necesidades humanas básicas. Dentro de la mayor igualdad socioeconómica funcionalmente posible en cada periodo dado.

Para lograr el socialismo científico de este tipo no basta, empero, tener en cuenta el desarrollo de las fuerzas productivas y esperar la contradicción entre la producción y el modo de apropiación sino que es necesario que los trabajadores de todo tipo (según la complejidad de la economía), realicen una acción colectiva y estén dispuestos a tomar el poder desplazando de su control del estado a la clase social que hasta ese momento ha tenido el dominio económico, social y político: la burguesía o clase capitalista.

Esto es, el camino al socialismo implica  una auto-emancipación del conjunto de la clase trabajadora, del Trabajador Colectivo. Como una vez muerto Marx, expuso una vez más Engels (Prefacio de 1892 a Las luchas de clases en Francia) esto casi siempre requerirá un enfrentamiento con los que se benefician y lucran con el sistema imperante y que no abandonan su poder sin lucha, aunque, sí el Trabajador Colectivo logra obtener una mayoría social mediante elecciones u otro medio aceptado por la sociedad y que no implique una especie de guerra civil, tanto mejor para todos.

Esta es la vía que cada vez más se acepta en la mayoría de los países más desarrollados e incluso la que se va imponiendo en los de menor desarrollo de sus fuerzas productivas. Si bien, esto no depende solo una parte de la sociedad ( los asalariados, el conjunto de los trabajadores), sino que debe ser aceptado por la gran mayoría. De lo contrario, como muy bien dijera el presidente Kennedy, los que no aceptan la revolución pacífica están propiciando la revolución violenta.

Engels era un experto en temas militares, era conocido por sus amigos y correligionarios como “el general”. Y su experticia no se reducía a la teoría de la táctica y la estrategia, sino que se extendía al conocimiento tecnológico del armamento moderno. Todo ello hace aún más rigurosa su advertencia de que los trabajadores debían emplear todo el arte estratégico militar para no servir de carne de cañón en enfrentamientos disímiles que no conducen sino a derrotas previsibles de antemano, de las que no se recuperan  sino en décadas.

La síntesis de todo el arte de la guerra se reduce a esta máxima: mantener y acrecentar nuestras fuerzas y debilitar las del enemigo. Por ende, no son seguidores “verdaderos” de Marx y Engels los dirigentes aventureros de la clase trabajadora que la llevan al matadero y a la pasividad por su incapacidad de tener la cabeza fría y saber establecer las correlaciones de fuerzas de cada coyuntura.

Así pues, en el 125 aniversario de la muerte de Engels, su contribución al socialismo científico está reconocida a la par que la de Marx y sólo algunos esnobs y académicos cuyo interés de carrera profesional se encuentra no tanto en la búsqueda de la verdad sino en tratar siempre de rizar el rizo y dar motivo al intercambio de pareceres en revistas de especialistas, es que tratan de buscar  contradicciones y diferencias abismales entre el pensamiento de Marx y de Engels.

Con gran modestia de su parte Engels siempre se colocó en una posición secundaria respecto a Marx, pero lo hizo como homenaje al genio de Marx y a sus descubrimientos en materia de economía política, no porque su talento y valía fuera menor. Si Marx hizo lo que hizo a Engels se lo debe. Si Marx fue el autor intelectual de la ley del valor trabajo, el autor de El Capital, Engels fue el financiador y el  animador de esas investigaciones por décadas. Más aún, los tomos II y III de El Capital se deben al arduo trabajo de ordenar y darle forma literaria inteligible a ese caos de manuscritos y apuntes diversos de Marx.

Las tendencias antiengelsianas existen, sin duda, sobre todo, se le critica a Engels que su cientifismo se quedaba en el positivismo y el evolucionismo de su época. Entiendo yo que el horizonte científico en general es el de la época que nos toca vivir, salvo que se sea un visionario y se vaya más allá de lo que la ciencia de una época ha producido. Otra de las críticas es su aplicación de la dialéctica fuera del ámbito, digamos de las ciencias sociales, a las naturales. Y las diferencias filosóficas entre Marx y Engels.

Obviamente, que Marx y Engels en general formen una unidad en lo esencial no quiere decir que en todo su pensamiento fuera idéntico. Eso es imposible. Otra cosa es que se quiera hacer una lectura de Engels como el “teórico” del sovietismo” y de Marx como el del “marxismo occidental”, colocando a uno en el altar del “marxismo dogmatico”, y al otro,  situándolo como el Dios del “marxismo humanista”. Pero entrar a exponer todo ello nos llevaría muy lejos. Finalicemos aquí, pues, reivindicando el papel esencial de Engels en un marxismo sin adjetivos.