El símbolo de la rosa en la obra de Franklin Mieses Burgos persiste y se expresa como speculum mundi o reflejo, espejo del mundo; ejemplo de una vida humana poseída por la expresión interiorizada del intérprete poético.
El soneto anterior pertenece al libro 12 sonetos y una canción a la Rosa (1945-1947, en op. cit., p.153), donde el poeta se expresa en el sentido más profundo y humano destacando la magia y el misterio de la rosa, que, en la poesía barroca y en la tradición de la lírica hispánica, promueve los contenidos poéticos ejemplares que surgen de la reflexión, intuición y lenguaje del sujeto-mundo.
En Torre de voces, escrito entre 1929-1936, asistimos a una lectura integrada de los signos poéticos, entendidos a su vez como unidades semánticas de la comprensión del mundo en sus diferentes zonas espirituales. El poema se define como canción y mundo que testimonia el poeta en su caminar, tal como se advierte en Esta canción estaba tirada por el suelo:
“Esta canción esta tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras;
la hallaron unos hombres que luego me la dieron
porque tuvieron miedo de aprender a cantarla.
Yo entonces ignoraba que también las canciones,
como las hojas muertas caían de los árboles;
no sabía que la luna se enredaba en las ramas
náufragos que sueñan bajo el cristal del agua,
ni que comían los peces pedacitos de estrellas
en el silencio de las noches claras.
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
que eran todas posibles en la tierra del viento,
en donde la leyenda no es una hierba mala…
Yo entonces ignoraba muchas cosas iguales
cuando aún no era mía
esta canción que estaba tirada por el suelo,
como una hoja muerta, sin palabras…”
(p. 58)
El poema recupera en sus signos la leyenda, la búsqueda y el misterio, pero también la función de la mirada y el canto que depende de la intuición viva y esencial del sujeto poético y metafísico. Pero el poeta sabe ahora de las cosas distintas y de las cosas iguales, y por lo mismo puede entender profundamente la canción en su contenido mítico y filosófico. Universo y poesía se pronuncian en la condición estética del poema, el lenguaje, los elementos sustantivos y la magia de una belleza legendaria.