Las noticias no son necesariamente favorables a la religión, sino todo lo contrario. Los escándalos de pedofilia y corrupción administrativa en las estructuras eclesiales han hecho mucho daño a la mayor de las iglesias cristianas. Los problemas no se limitan a una sola confesión religiosa. Los conflictos del Cercano y Medio Oriente tienen un trasfondo religioso alarmante. Se ha generalizado una política de confrontación entre musulmanes y cristianos en varias regiones. Por un lado se culpa a los islámicos de apoyar actividades terroristas, lo cual constituye un grave error y debe ser considerado al menos como inexacto pues se trata sólo de un sector radical, y por el otro se ha intensificado la discriminación a las comunidades cristianas de países con mayoría musulmana, hasta el punto de someter a persecuciones y hasta masacrar a feligreses de las más antiguas iglesias cristianas, que no son las de occidente a pesar de fantasiosas historias eclesiásticas que circulan en condición de relatos tradicionales o han sido diseñadas para fortalecer algún dogma en la imaginación popular. Además, históricamente, casi todos los grupos religiosos tienen una historia de persecuciones contra sus adversarios. Nadie tiene en sus manos el monopolio de la intolerancia.

En medio de ese ambiente negativo, la reciente elección del eximio cardenal Bergoglio como Papa de la Iglesia Católica Romana y las declaraciones de éste, abriendo en cierta forma su Iglesia a una mejor relación con el siglo XXI, parecen convertirse en señales de aliento para buena parte del mundo de hoy. Un dato importante y que merece ser resaltado es el de una vieja institución, el Papado, que recibe constante atención en los medios de comunicación social. Una declaración papal, sobre cualquier tema, ha recorrido el mundo desde hace mucho tiempo, incluso mucho antes de los actuales recursos que han convertido al mundo en una “aldea global”.

La información sobre el tema religioso requiere muchas veces un alto grado de especialización. Si nos concentramos en una sola region del mundo, una religiosidad favorita, un personaje carismático, un acontecimiento espectacular, podemos reducir nuestra capacidad para entender el fenómeno. El pluralismo religioso que una vez caracterizó a naciones como Estados Unidos, por citar un ejemplo, se ha extendido a la gran mayoría de las naciones. En el caso del Hemisferio Occidental puede afirmarse que se encuentra en todas partes. Ya no puede hablarse de “religión” pensando únicamente en la iglesia o religiosidad heredada de los padres.

Acabo de terminar la redacción de un estudio sobre la religiosidad en Cuba para una publicación de una universidad de Europa del este. Con motivo de ese esfuerzo fui invitado a pronunciar otra conferencia sobre el tema en una universidad estadounidense. Algunos se sorprendieron cuando mencioné que en la mayor de las Antillas hay creyentes musulmanes, budistas, hinduístas y con otras creencias orientales. Se reconoce generalmente que el sincretismo afrocubano atrae al mayor número de personas en Cuba, aunque la Iglesia Católica sigue siendo la mayor institución religiosa organizada. Ahora bien, la mayoría de la población no está bautizada. También se conoce que, como en el resto de América Latina, el protestantismo evangélico crece constantemente en el archipiélago cubano, Pero esos últimos detalles sobre sincretismo, catolicismo y protestantismo evangélico son solo datos que se repiten y son bastante aceptados. El fenómeno es mucho más complicado.

El actual gobierno, que ha regresado desde hace unos pocos años a la vieja política de permitir la reparación de viejos edificios religiosos y hasta la construcción de nuevas estructuras para uso de las iglesias, dio el paso adicional de construer el mismo, con recursos estatales, dos iglesias cristianas que no son católicas o protestantes, sino una para los ortodoxos griegos y una pequeña catedral para los ortodoxos rusos. Todo eso a pesar de la separación absoluta de la Iglesia y el Estado que es legal desde 1899. En fecha reciente, 1992, se decidió eliminar el “estado ateo” de la Constitución de 1976 y regresar al “estado laico” tradicional. Pero falta mucho camino por recorrer.

Si bien Cuba es el país con menor asistencia proporcional a los templos en toda la zona del Caribe, su caso demuestra, como en otros países, la existencia de un pluralismo religioso en constante incremento, factor que reconoce claramente el nuevo Pontífice Romano con su política de acercamiento a creyentes y no creyentes en este período de la historia que no es el de Pio XII ni tampoco el de los días de Alejandro VI, Julio II o el doctor Lutero. Vivimos en un período histórico donde la secularización aumenta de día en día, en el que se reviven viejos conflictos religiosos y se olvidan otros, en que el pluralismo religioso y el crecimiento de grupos de nuevo cuño contrasta con una filosofía de vida mucho más secular y que va prevaleciendo en las grandes mayorías.

Pero, con las declaraciones y la hermosa actitud del papa Francisco, se notan señales en casos particulares como una renovada actitud, con diferentes etiquetas confesionales, que revela que por mucha secularización y pluralismo, hay todo un futuro para la experiencia religiosa. Por ejemplo, en América Latina decaen ciertos estilos religiosos, pero son reemplazados por otros y las viejas tradiciones, con formas más tolerantes, van resurgiendo aunque sin pretensiones de predominio absoluto, como nos lo recuerda este personaje pontificio cuya simple presencia alienta hacia un futuro de mayor comprensión entre confesiones y pueblos.

Nací en una ciudad cubana donde prevalecía en los días de mi lejana niñez la religiosidad católica, aunque sin la fuerza que ha tenido en la República Dominicana. Después llegó la influencia mayor o menor del materialismo histórico y dialectico promovido lógicamente por una revolución de corte marxista leninista. Pero el tiempo no se detiene. Hoy los templos protestantes de mi ciudad natal son los más concurridos y el catolicismo va recuperando espacio en algunos barrios. La mayoría de los jóvenes y sus padres no tiene mayor interés en la religión, pero el fenómeno religioso ha sobrevivido. Mas dramático sería, en Cuba como en cualquier otro lugar del mundo, que los humanos, creyentes o no, aprendiesen a amarse o al menos tolerarse los unos a los otros.  Y a respetar la diversidad de ideas.

Deseo, pues, que el buen Papa Francisco sea recordado como alguien que se propuso promover esos ideales más allá de palabras y documentos. Sería no sólo un renacimiento católico sino también religioso en general, y ayudaría a hacer resurgir la esperanza en medio de un ambiente mundial donde odios y resentimientos amargan la vida de los que creen y de los que no pueden o no desean hacerlo. En definitiva, compartimos el mismo espacio en un pequeño planeta al que llamamos Tierra. (FIN)