“Forma parte de nuestra misión denunciar con firmeza aquellas realidades de América Latina que constituyen una afrenta al espíritu del Evangelio”. (II Conferencia Medellín, CELAM).

Con un fragmento del preámbulo reflexivo de los documentos de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de Medellín (1968), que marcaran un nuevo tiempo de compromiso y fe, a modo fundamentación doctrinal, la asumimos en esta tercera entrega de anuncios y compromisos de la que se hizo nacer una nueva y renovada forma de vivir la fe en el Dios vivo de liberación, justicia y amor.

Hoy, más que nunca, los compromisos de la Iglesia Latinoamericana nacidos en la conferencia de Medellín, se vuelven un camino de fe obligado, cual respuesta a la demencia global que pone en peligro la paz, la seguridad de los pueblos del mundo y latinoamericanos.  El plan Atlanta, no sólo tiene como contenido estratégico la destrucción del liderazgo en personas e ideas resurgentes en América Latina. Su intencionalidad primera, es destruir el sentido de unidad, solidaridad, integración y sentido e identidad de ser “Latinoamericano”. Bien lo decía Simón Bolívar en la Carta de Jamaica: “Los hermanos del Norte ahogarán en sangre los deseos de libertad de estos pueblos”.

Reiteramos, en esta nueva entrega, nuestra fidelidad a la selección de temas abordados en esta II Conferencia de la Iglesia Latinoamericana y sus conferencias episcopales, siguiendo la metodología y rigor abordada en los dos trabajos anteriores, citamos:

“La Iglesia Latinoamericana tiene un mensaje para todos los hombres que, en este continente, tienen hambre y sed de justicia. El mismo Dios que crea al hombre a su imagen y semejanza, crea la "tierra y todo lo que en ella se contiene para uso de todos los hombres y de todos los pueblos, de modo que los bienes creados puedan llegar a todos en forma más justa."

“La paz sólo se obtiene creando un orden nuevo que "comporta una justicia más perfecta entre los hombres"

La confianza en los pensadores, teólogos, animadores de fe y pastorales, a los filósofos y comunidades de ideas, de Fe y pensamientos teológicos católicos se les anima de la siguiente manera en esta conferencia:

Tenemos gran estima y gran necesidad de la función de teólogos buenos y animosos; ellos pueden ser providenciales, estudiosos y valientes expositores de la fe, si se conservan discípulos inteligentes del magisterio eclesiástico, constituido por Cristo en custodio e intérprete, por obra del Espíritu Santo, de su mensaje de verdad eterna.

América Latina está evidentemente bajo el signo de la transformación y el desarrollo. Transformación que, además de producirse con una rapidez extraordinaria, llega a tocar y conmover todos los niveles del hombre, desde el económico hasta el religioso.

Esto indica que estamos en el umbral de una nueva época histórica de nuestro continente, llena de un anhelo de emancipación total, de liberación de toda servidumbre, de maduración personal y de integración colectiva. Percibimos aquí los preanuncios en la dolorosa gestación de una nueva civilización. No podemos dejar de interpretar este gigantesco esfuerzo por una rápida transformación y desarrollo como un evidente signo del Espíritu que conduce la historia de los hombres y de los pueblos hacia su vocación. No podemos dejar de descubrir en esta voluntad cada día más tenaz y apresurada de transformación, las huellas de la imagen de Dios en el hombre, como un potente dinamismo. Progresivamente ese dinamismo lo lleva hacia el dominio cada vez mayor de la naturaleza, hacia una más profunda personalización y cohesión fraternal también hacia un encuentro con Aquel que ratifica, purifica y ahonda los valores logrados por el esfuerzo humano.

Sobre la reforma política y el compromiso de la Iglesia latinoamericana en la II Conferencia. Reforma esta que no tiene nada que ver con el   trumputetaso de regreso a la barbarie y salvajismo político al estilo a lo acontecido en la frontera Colombo-venezolana de Cúcuta, con la que se pisotearon todas las normas del derecho Internacional (ONU – Carta de Naciones Unidas) y las reglas de Organismos Regionales (OEA-Tratados, convenciones y conferencias).

Plataforma fascista o trumputetaso, concebida y diseñada como método, con la que se pretende promover y perpetrar contra Venezuela el caos, el odio entre hermanos y violación de soberanías, auspiciada por una pandilla de países encabezada por Estados Unidos de América.

“Ante la necesidad de un cambio global en las estructuras latinoamericanas, juzgamos que dicho cambio tiene como requisito, la reforma política”.

El ejercicio de la autoridad política y sus decisiones tienen como única finalidad el bien común. En Latinoamérica tal ejercicio y decisiones con frecuencia aparecen apoyando sistemas que atentan contra el bien común o favorecen a grupos privilegiados. La autoridad deberá asegurar eficaz y permanentemente a través de normas jurídicas, los derechos y libertades inalienables de los ciudadanos y el libre funcionamiento de las estructuras intermedias.

En estos documentos, cuyas reflexiones   son el punto de partida que con mayor firmeza, vigor y convencimiento se ha abordado el rol de los jóvenes en la construcción de una nueva sociedad y el nacimiento de una nueva humanidad fundamentada en la paz, el amor y la justicia.

En la juventud, así entendida, descubre también la Iglesia un signo de sí misma. Un signo de su fe, pues la fe es la interpretación escatológica de la existencia, su sentido pascual, y por ello, la "novedad" que encierra el Evangelio. La fe, anuncio del nuevo sentido de las cosas, es la renovación y rejuvenecimiento de la humanidad. Desde esta perspectiva, la Iglesia invita a los jóvenes "a sumergirse en las claridades de la fe" y de este modo a introducir la fe en el mundo para vencer las formas espirituales de muerte, es decir, "las filosofías del egoísmo, del placer, de la desesperanza y de la nada", filosofías que implantan en la cultura formas viejas y caducas.

La Iglesia, como parte del ser latinoamericano, a pesar de sus limitaciones, ha vivido con nuestros pueblos el problema de colonización, liberación y organización.

Te invitamos a nuestra última, próxima cuarta entrega, en la misma abordaremos una reflexión propia en la que figuraremos, lo que comprendemos es la iglesia que anuncia el nuevo Papado de Francisco. Concluimos en estas reflexiones sobre la II Conferencia de Medellín, con lo que fue uno de sus temas centrales, la Paz.

“La paz sólo se obtiene creando un orden nuevo que "comporta una justicia más perfecta entre los hombres". En este sentido, el desarrollo integral del hombre, el paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, es el nombre nuevo de la paz.

En Este sentido, forma parte de nuestra misión como Iglesia Latinoamericana denunciar con firmeza aquellas realidades de América Latina que constituyen una afrenta al espíritu del Evangelio”.

https://acento.com.do/2017/opinion/8482619-iglesia-otra-vez-tenemos-acudir-escandalo/