«En fin, que Fran es el más buen mozo…»

La fotografía en la que aparece Francisco Noel con sus hermanos Pedro y Max cuando todavía eran niños los tres,1 tiene una historia que me parece oportuno contar aquí, puesto que la misma forma parte de la vida epistolar de la familia Henríquez Ureña. Tenían 5, 4 y 2 años de edad, respectivamente.

Grato fue para nosotros descubrir, en el proceso de elaboración de una conferencia sobre Pedro Henríquez Ureña que habríamos de dictar el 29 de junio de 2011 a solicitud del Ministerio de Cultura de República Dominicana, la fecha en que fue tomada esa foto. Por varios años la habíamos conservado sin poder datarla. Pudimos enterarnos del año en que la misma fue tomada por la descripción que de ella hace Salomé en una carta con la cual le envía la foto a su esposo todavía en Francia. Es una carta del 4 de agosto de 1888:

«Por fin irán los retratos. Ya me mandaron la prueba, y están bien. Ahí verás a Pibín con su cara de mal genio. Me dicen que se impacientó, con la posición que le hacían tomar, y la contrariedad no ha podido menos que manifestarse en su semblante. El fotógrafo mismo lo despeinó como lo ves. Todos están bien; Fran muy natural, pero el que está admirablemente bien es Sillano».2

Francisco Noel Henríquez Ureña a la derecha. A la izquierda, su hermano Pedro y en el centro su hermano Max. Foto de agosto de 1888.

La foto impresionó marcadamente al padre, quien, en carta del 27 de septiembre del citado año, le comenta a Salomé lo siguiente:

«Yo los he hallado muy bien, tan bien que quería hacer aquí una reproducción en grande para enviártela. Desgraciadamente me piden algunos cientos de francos que andan escasos. Por lo mismo que Pedro Nicolás está enojado, está mejor porque se revela en su carácter generalmente enojadizo. Me gusta el despeinado y te recomiendo que así le arregles su cabeza en adelante. Es lo que más ha llamado por aquí la atención en quienes los han visto. Todo el mundo los ha encontrado tres gentiles. Por fin, sobre mi cabecera los ha colocado Mdlle. Fattet y encima de ellos una imagen de Jesús que lo representa en aquel momento en que decía: ‹dejad venir á mí los niños›. En fin, que Fran es el más buen mozo, Pibín el más simpático y Sillano el más bonito. Ya ves que no es poco encontrar».3

Sillano era el apodo familiar de Max Henríquez Ureña, quien, al paso del tiempo, también habría de ser un brillante intelectual, autor de obras de gran trascendencia en las letras hispanoamericanas: Panorama histórico de la literatura dominicana, Panorama histórico de la literatura cubana y Breve historia del modernismo. De gran valor espiritual habrá de ser su ensayo Hermano y Maestro. Recuerdos de infancia y juventud, conmovedor homenaje a su amado hermano Pedro.

Francisco Noel estuvo con su padre en París

Max Henríquez Ureña nos ofrece confiable información sobre la estancia de Francisco Noel en Francia, donde el padre de ambos permanecería cuatro años «con el propósito de ampliar en París sus estudios de medicina»:4 de 1887 a 1891.

Francisco Henríquez y Carvajal partió desde el puerto de Santo Domingo hacia ese país de la Europa occidental el 4 de agosto de 1887, haciendo escalas en Puerto Rico, Guadalupe y Martinica. «En París vive en el número seis de la Rue Jacob, en la pensión que regenteaba una anciana fuerte y activa, con quien conservó siempre buena amistad: Mademoiselle Fattet», nos dice Max.

Pero ocurre que para escribir sobre ese período de la vida de su padre, Max se basó en los testimonios de su hermano mayor Francisco Noel, quien, a solicitud de Henríquez y Carvajal, viaja a París el 18 de junio de 1889, acompañado de Maximiliano Grullón, amigo de la familia Henríquez Ureña. El primogénito de Salomé aún no había cumplido los 7 años de edad y habría de permanecer en la Ciudad Luz con su padre hasta el regreso de éste el 6 de julio de 1891.

En carta fechada en La Habana el 25 de febrero de 1946 Francisco Noel le cuenta a Max:

Afiche publicitario de la Exposición Universal de Paris en 1889

«Mi llegada a Francia, en el verano de 1889, fué en el transatlántico francés Vieux Colombier, en viaje de Santo Domingo a Burdeos, con escalas en las Azores, Canarias y Lisboa, llegando a tiempo para ver la Exposición Universal de 1889. En el mismo vapor iban D. Maximiliano Grullón, su esposa e hijas, y quizás alguna otra persona de su familia. Iban también María Nasica y su hermano Escipión.

»Durante el año 1889, papá no se movió de París, continuando sus estudios con la mayor intensidad. Al año siguiente, 1890, a principios del verano, cayó enfermo. Consultado su maestro el Profesor Dieulafoy, éste, apenas hubo terminado de reconocer el enfermo y prescrito algún tratamiento, completó su diagnóstico diciéndole: “Vous etes surmené” y le ordenó tomar inmediatamente una temporada de 2 ó 3 meses de campo o de playa, con suspensión de todo estudio. Así se hizo y fuimos a Cabourg, hermosa playa de Normandía, de fina arena y gran extensión, mucho más tranquila y menos costosa que las cercanas playas de Trouville y Deauville. No recuerdo bien el mes de la llegada a Cabourg, pero debe haber sido en Julio o Agosto. El regreso a París debe haber sido a fines de Septiembre, cuando ya las aguas del Canal de la Mancha se agitaban fuertemente con las marejadas y vientos del Norte, y las gentes abandonaban ese lugar de temporada para dirigirse a sus hogares.

»Los dominicanos de aquella época en París eran aproximadamente los mismos que aparecen retratados con papá en un grupo que durante largo tiempo conservamos en la casa familiar. Recuerdo a Arturo Grullón, entonces estudiante de pintura y no de medicina, a Lucas Tomás Gibbs, Salvador Gautier, Julio Ernesto Lyon, Ulises Heureaux, hijo, Wenceslao Figuereo, hijo, Elíseo Espaillat, Horacio Lamarche, Jaime Batlle, y Aníbal Moya. Todos eran estudiantes y algunos habitaban en la misma casa de huéspedes de Mademoiselle Fattet, donde vivíamos papá y yo. El General Luperón, exilado, y Don Generoso de Marchena, también estuvieron residiendo en París por aquella época, sin contar al Comendador Moreno del Cristo.

»En la temporada de Cabourg, en 1890, estuvieron, al menos durante parte del tiempo, varios de los estudiantes. Entre ellos, Ulises Heureaux, hijo, Arturo Grullón, Horacio Lamarche, y seguramente algún otro. Recuerdo que hacíamos frecuentes excursiones, en coches o en triciclos, a los campos cercanos, y hasta algunos lugares relativamente distantes, como la Ciudad de Caen, que tan devastada ha sido en la segunda guerra mundial.

6 Rue Jacob, París Francia. Aquí vivió Francisco Henríquez y Carvajal. Francisco Noel estuvo allí.

»El regreso a Santo Domingo, en junio de 1891, fué saliendo de Burdeos en el trasatlántico Olinde Rodríguez, con trasbordo de Saint Thomas a un buque más pequeño de la misma Compañía General Trasatlántica, cuyo nombre no recuerdo y en el cual llegamos a Santo Domingo, después de hacer escala en Mayagüez y en Ponce, Puerto Rico, sin bajar a tierra en ninguno de esos dos puertos de escala, por razón de una epidemia de viruelas. En Saint Thomas habíamos encontrado al Gral. Casimiro N. de Moya, exilado, que allí residía con su familia; y a nuestro tío Manuel, también exilado.5

»Eso es prácticamente todo lo que recuerdo de las épocas a que te refieres en tu carta del 3 de diciembre, pero avísame si deseas aclarar o ampliar algún detalle. Recuerdos a Guarina.6

Te abraza, tu hermano

Frank»

Francisco Noel falleció en Cuba, en El Vedado

Francisco Noel Henríquez Ureña falleció, pocos meses antes de cumplir los 79 años de edad, en La Habana (Cuba), el miércoles 9 de agosto de 1961. En nota aparecida el jueves 10 de agosto de 1961 en el periódico El Mundo de Cuba, informando sobre el fallecimiento de Francisco Noel, se dice:

«Anoche falleció en La Habana, a los 78 años de edad, el doctor Francisco Henríquez Ureña, miembro de una ilustre familia dominicana íntimamente ligado a Cuba y que vivió en nuestro país la mayor parte de su vida. […] Su sepelio se efectuará hoy jueves, a las 4 p.m., partiendo de la funeraria de Zapata esquina a 2 en El Vedado. El Mundo envía su pésame a los hermanos del extinto, los doctores Camila Henríquez, Enrique C. y Rodolfo Henríquez Lauranzón, al señor Enriquillo Henríquez y demás familiare».

Rodolfo Henríquez Lauranzón, hijo de Francisco Henríquez y Carvajal y Natividad Lauranzón, era medio hermano de Francisco Noel, mientras que el escritor Enriquillo Henríquez García (Quillo), hijo de Federico Henríquez y Carvajal y Carmen María Amalia  García, era su primo hermano y autor de la obra Cartas del Presidente Francisco Henríquez y Carvajal (1970).

Portada del libro sobre Francisco Noel Henríquez Ureña escrito por Miguel Collado y publicado en 2017 por Ediciones CEDIBIL.

Luego de este ensayo biográfico panorámico en torno al primogénito de Salomé Ureña de Henríquez y Francisco Henríquez y Carvajal queda pendiente ahondar en el estudio de lo que fuera su quehacer intelectual en República Dominicana antes de su partida hacia la ciudad de New York en 1901, es decir, entre 1898 y 1900. Así también la labor profesional, en el campo del Derecho, desarrollada por él en la isla de Cuba, específicamente en las ciudades de Santiago y La Habana.

En conclusión, es este trabajo ha sido una aproximación a la vida de quien injustamente, como otros tantos dominicanos valiosos, ha sido, por más de un siglo, desterrado al olvido aparentemente por el sólo hecho de no haberse destacado en el mundo de las letras como lo hicieron sus tres hermanos de padre y madre: Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña.

NOTAS:

1 En: Miguel Collado. Francisco Noel Henríquez Ureña, el primogénito de Salomé Ureña de Henríquez. Santo Domingo: Centro Dominicano de Investigaciones Bibliográficas (CEDIBIL), 2017. P. 45.

2 Familia Henríquez Ureña. Epistolario. Compilador: Jorge Tena Reyes; edición y notas: Arístides Incháustegui Cabral y Blanca Delgado Malagón. Santo Domingo: Secretaría de Estado de Educación, Bellas Artes y Cultos, 1994. P. 112.

3 Idem, p. 137.

4 Max Henríquez Ureña. Mi padre. Perfil biográfico de Francisco Henríquez y Carvajal. Santo Domingo: Publicaciones ONAP, 1988. P. 22.

5 Miguel Collado. Op. cit., pp. 87-89.

6 Guarina Lora, cubana, era la esposa de Max, con quien procreó a Hernando y a Leonardo.

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