Es la crónica triste de un ex presidente acusado de robo. Francisco Flores nace acomodado y dueño de una gran inteligencia que le permite acumular numerosos títulos universitarios. Católico practicante y a la vez filósofo hinduista. Sin duda, una joya de muchacho.
Viceministro, Ministro y, el 7 de marzo de 1999, a la edad de 39 años, es electo Jefe de Estado – el más joven en la historia de la República de El Salvador. Disminuye la pobreza, la delincuencia, crea empleos, se rodea de profesionales independientes, y construye infraestructuras que impulsan el desarrollo de su nación. Como nosotros, esa república centroamericana padece desgracias socio-políticas avasalladoras; pero Francisco Flores, decidido, capaz y patriótico, logra disminuirlas. Fue, sin discusión, un gran presidente.
Deja el poder con ganado prestigio y un pueblo agradecido. Nadie sospechaba que aquel impecable personaje había sufrido la picadura del escorpión dorado, esa especie tóxica que anidamos y alimentamos en Hispanoamérica, y ocultaba el moretón.
En septiembre del año 2013, la Fiscalía General de El Salvador inicia un caso de supuesto peculado y negociaciones ilícitas; se relacionaba la empresa italiana ENEL y la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL), encontrándose transferencias que la Embajada de Taiwán habría realizado en un banco estadounidense; se ejecuta un "Informe de Operación Sospechosa" del International Bank of Miami. El presidente Flores recibió tres cheques (por 4, 5 y 1 millones de dólares). El informe fue realizado por el banco de Miami debido a que el dinero se dirigía a un banco de Bahamas, conocido paraíso fiscal. Justificando esos depósitos, el líder salvadoreño levantó mayores sospechas.
También se investiga el América Libre Institute, un tanque de pensamiento fundado por Flores, cuya junta directiva está compuesta por múltiples políticos y empresarios salvadoreños (algo así como FUNGLODE).
El 1º de mayo de 2014, es acusado formalmente de peculado, enriquecimiento ilícito y desobediencia a la autoridad. La mañana del 9 de mayo de 2014, la INTERPOL coloca en su sitio web la difusión roja con todo y la fotografía del ex presidente Flores. La mañana del 5 de septiembre de 2014 se presenta a los tribunales de San Salvador. Se decreta "arresto domiciliario". Ahora, confinado, enfrenta la justicia.
¿Cuál es el instante en que mandamos a tomar por el saco valores en los que apoyábamos nuestro accionar y pasamos a justificar lo injustificable? ¿Conocemos acaso las razones que dan luz verde a la depredación de dineros ajenos? ¿Podrían sufrir una enfermedad delirante provocada por el excesivo narcisismo del triunfador? Quizás terminen adictos al poder y el dinero es la droga que lo sustituye, permitiéndoles costear el vasallaje y las parafernalias del estatus. No tengo respuestas para esas interrogantes, no sé a ciencia cierta cómo los buenos llegan a malos.
(En estos días, el Tribunal Electoral de Panamá levantó el fuero al ex presidente Martinelli; se le investiga por un sobrecosto a su favor de 45 millones de dólares.)
La advertencia: está claro, quienes mandaron y mandan deben poner barbas en remojo y tararear, asustados, estas líneas del famoso bolero de Osvaldo Ferrés, que dicen: “Siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde, tú siempre me respondes: quizás, quizás, quizás”.