Se llama Ana María y llegó a Lyon de la mano de sus padres. La familia había cambiado la calidez de Andalucía (San Fernando en Cádiz, para ser precisos) por la sobriedad republicana de Francia. Despuntaban los años 60 y ya sabemos que el mandamás de entonces, era alérgico a las prácticas democráticas y que llevaba tiempo (unos veinte añotes y le faltaban otros tantos) acomodado en el poder sin pensar en el calendario. Muchos españoles se habían ido de allí: Suiza, Alemania, México…
El tiempo, para variar, siguió pasando. A inicios de los ochenta, cuando Franco ya era un recuerdo (amargo) los papás de Anita concluyeron que les faltaba el sol gaditano y que se regresan, pero su hija ya no quiso acompañarlos. Por aquel entonces ella vivía en París y empieza a trabajar como inspectora del trabajo en la alcaldía; simpatiza con “progres” y feministas. Más tarde, se afiliará al Partido Socialista.
En 2014 se convierte en la primera alcaldesa de París, aunque ya había sido adjunta del alcalde saliente, Delanöe. El Hotel de Ville, como se dicen, es un edificio majestuoso, pues como lo explicó ella misma, los republicanos del siglo XIX querían limitar el poder eclesiástico. Claro, ellos detentaban las catedrales, la comunicación directa con el creador y la salvación de las almas. Por eso hay un pasillo de 80 metros que va desde la oficina de Hidalgo hasta la de su adjunto, había que impresionar a la iglesia y a sus seguidores.
Doña Ana no ha tenido las cosas fáciles. Además de que dirigir la ciudad más importante del país, siempre genera golpeteo político, pues sus adversarios ansían ese bastión, ha tenido que lidiar con otro problema: los ataques terroristas, que empezaron con la matanza en la sala de conciertos del Bataclán, en noviembre de 2015 y que no han cesado. Por ejemplo, el 3 de octubre, un funcionario atacó salvajemente a punta de cuchillo a varios de sus “compañeros” de trabajo. Al respecto, Hidalgo comentaba en una entrevista a El País: “Qué hacer para que esta sociedad no se fracture, para que pueda levantarse rápido en la unidad”.
También le ha tocado el incendio de Notre Dame, acaecido en plena semana santa. Este hecho funesto conmovió al planeta entero. Recordemos que no hay lugar más idealizado que París: que si la ciudad luz; que si la torre Eiffel; que si el destino preferido de los enamorados (adinerados); que si la Monalisa, ni tan mona ni tan lisa…
Sin embargo, no todo es fuego y sangre. París, organizará los Juegos Olímpicos en 2024 y Madame Hidalgo quiere levantar la antorcha. Para convencer a los del COI, habían hecho carreras de atletismo “flotantes” en medio del Sena; combates de esgrima, que recordaban a los mosqueteros, en los Campos Elíseos o competencias ecuestres en el Grand Palais.
Ahora bien, la alcaldesa se ha pronunciado desde el inicio a favor del medio ambiente. En su gestión ha incrementado las ciclovías y las estaciones de bicicletas públicas en detrimento del carro. En efecto, cada año les reduce las calles, para disgusto de usuarios y fabricantes. Su medida más cuestionada ha sido la peatonalización de las orillas del Sena; los automovilistas la odian y los verdes alegan que no se ha hecho lo suficiente. Promete que, de reelegirse, pondrá todavía más verde la ciudad, con bosques urbanos en lugares emblemáticos como la Opera de Garnier o la Estación de Lyon, además de huertos comunitarios en escuelas y plazas…
En fin, la hija favorita de Andalucía, también es francesa por elección, fiel reflejo del París actual, donde la mayoría de sus habitantes llegaron de otros lados.