Cualquiera pensaría que la vida de las cantantes «pop» es tan rosa como sus melodías. Sin embargo, esta premisa no se cumplió en France Gall, quien acaba de morir el pasado domingo 7 de enero en París, víctima de un cáncer que volvió insistente como un ave agorera. Ya antes, en 1992 había perdido a su esposo y en el 97 a su hija…
France, cuyo nombre original era Isabelle, conoció la música incluso antes que los pañales, pues su padre Robert Gall, antiguo alumno del Conservatorio, la lleva por ese camino y se encarga de escribirle uno de sus primeros éxitos: « Qui a eu cette idée folle, un jour d’inventer l’école?, C’est ce sacré Charlemagne » (quién tuvo la tonta ocurrencia de un día haber inventado la escuela, fue el tremendo Carlomagno). Apenas tenía 15 años y aunque esa canción le desagradará como ninguna otra, así logró meterse en el gusto de los franceses.
En 1965, el polémico y admirado Serge Gainsbourg (el mismo que en 1984 quemó un billete de 500 francos en una entrevista) le escribe una canción para el concurso Eurovisión que ganarán sin complicaciones. Increíblemente, France Gall representa a Luxemburgo, un país cuya existencia se infiere por los jardines parisinos del mismo nombre y cuyo territorio es sin duda menor al del parque Mirador Sur. Muñeca de cera, que ve la vida color de rosa caramelo, dice la melodía premiada: «Je vois la vie en rose bonbon, poupée de cire, poupée de son». Luego la pondrá a cantar unos versos llenos de connotaciones sexuales: «Annie aime les sucettes, les sucettes à l’anis», que pasan inadvertidos para la naïve rubita, pero no para los demás.
Su dorada melena y su rostro virginal enloquecieron a más de uno. A Claude François no le importó que ella tuviera 17 añitos y la adoró con celosa pasión hasta que se separaron. En ese momento Clo-clo tuvo que escribir Comme d’habitude (esta canción la volvió mundialmente célebre Frank Sinatra, My way, que la adoptó como su declaración de principios) para sacársela de la cabeza. También desquiciaría a Julien Clerc y también él, recurriría a la catarsis creativa para pasar la página: Sufrir por ti no es sufrir, escribió y cantó antes de encontrar consuelo en los brazos de Miou-Miou.
Sin embargo, tendría que esperar hasta 1973 para encontrar al que fuera su “pastor” azul, Michel Berger. Con el cantautor todo fue miel sobre hojuelas –si me permiten el lugar común– y la carrera musical y la vida de mademoiselle Gall subieron como la espuma. El primer éxito de la feliz pareja fue la empalagosa Ma déclaration: « quand je suis seule et que je peux rêver, je rêve que je suis dans tes bras, je rêve que je te fais tout bas, une déclaration, ma déclaration ». (Cuando estoy sola y puedo soñar, sueño que estoy entre tus brazos y sueño como te digo bajito, mi declaración).
Aunque no todo fue música bonita y vana. En una ocasión, mientras vacacionaban en Senegal, Michel y France conocen a una joven madre que les propone adoptar a su hijo, pues ella no tiene los medios suficientes. Pero como lo suyo es hacer música, sacan un disco y una melodía para así ayudar a la familia. El bebé en cuestión se llamaba Babacar y tal parece que le ayudaron a financiar sus estudios y a tener una vida digna…
Igualmente fue de las primeras en cantar canciones «engagées» (de compromiso político), a la manera de Violeta Parra o Rubén Blades. Por ejemplo, en 1981 graba “Diego libre dans sa tête”, con la que critica la represión de las dictaduras de América Latina. La canción tuvo tanto éxito que fue retomada en los 90 por Johnny Halliday, quien vendió miles de copias.
El talento de Michel Berger fue clave para la carrera de su amada. Prueba de lo anterior es Starmania, un proyecto musical que marcaría época en el mundo francófono, pues pocos espectáculos han tenido semejante impacto. Esta ópera rock cimbró generaciones, en la que France desempeña el rol protagónico de Cristal, una presentadora de televisión, que terminará uniéndose a la causa de unos terroristas que pretenden secuestrarla.
Ajena al glamur que rodea a cualquier estrella, vivía de manera sencilla hasta que en 1992 la tragedia empezó a visitarla. Su adorado Michel murió mientras jugaba un partido de tenis de un ataque al corazón. Años más tarde, en 1997 su hija Pauline moría de fibrosis quística a los 19 años, hoy sólo queda su otro hijo Raphaël… Por eso se alejaría de los reflectores, su marido era el que le escribía las canciones y el contacto con el escenario se lo recordaba sin darle tregua.
Ahora bien, para ser sinceros, a mi ni me gustaban sus canciones (salvo la de Diego). En 2003, las descubrí todas de un jalón pues a una novia le daba por ponerlas mientras preparaba sus cursos. De todas aquellas sólo reconocí una, cuya versión en español cantaba la ex timbiriche Sasha Sokol: il jouait du piano debout, en la cual la Gall hace un homenaje al gran rocanrolero Jerry Lee Lewis que, efectivamente tocaba el piano de pie y agitando las caderas…
Aquella novia que me presentó a France Gall, tuvo la valentía de casarse conmigo (pese a la evidente incompatibilidad musical) y también me cuenta que hasta Elton John la admiraba tanto que incluso cantaron a dúo.
En fin, podríamos decir que fue una pionera en la música francesa, no sólo por haber estado vigente durante casi cuarenta años; sino también porque sus canciones siguen siendo interpretadas por nuevos cantantes y sobre todo, porque la gente continúa tarareándolas.