La vida de Francisco Noel Henríquez Ureña ha sido poco estudiada, en comparación con los tomos que se han dedicado a la compilación y análisis de las trayectorias de sus hermanos menores Pedro, Max y Camila. Hace pocos meses fue presentado el libro Francisco Noel, el primogénito de Salomé Ureña de Henríquez, escrito por el bibliógrafo y educador dominicano Miguel Collado, con el que pretende posicionar en la historia de la literatura de su país a “Fran”, el mayor de los Henríquez Ureña.
A continuación se presenta un breve recorrido por los principales sucesos de la infancia y juventud de Fran, con el objeto de mostrar la relevancia que tuvo en el desarrollo intelectual de sus hermanos, principalmente de Pedro y Max.
El primogénito de Francisco Henríquez y Carvajal y Salomé Ureña Díaz nació el 3 de diciembre de 1882 en Santo Domingo, República Dominicana. Como era costumbre llevó el nombre del padre, además del de su abuelo paterno: Noel. Su familia y amigos lo conocieron con el apócope de Fran. Su llegada al mundo coincidió con el momento en que la reforma educativa dominicana impulsada por Eugenio María de Hostos estaba en uno de sus mejores momentos. Un año antes había sido inaugurado el Instituto de Señoritas en Santo Domingo, cuya directora era su madre, la poetisa Salomé Ureña, quien retomó la lira para escribir “En el nacimiento de mi primogénito”, en el que volvió a los sentimientos patrióticos de sus primeras composiciones para ofrendar a un nuevo miembro al mundo y a su país como prenda de paz y amor santo.
Desde su nacimiento, Fran encarnó la esperanza y el anhelo de su padre para que siguiera sus pasos por el camino de la ciencia. En este empeño, Salomé Ureña era exigida para influir en el desarrollo temprano de su primer hijo, quien tenía su cuna en las aulas del Instituto de Señoritas, siempre cerca de ella.
A los cinco años de edad, que es cuando se decide la vocación por el estudio, según Henríquez y Carvajal, Fran cargaba sobre sí el peso de ser el guía natural de sus hermanos Pedro y Max, nacidos en junio de 1884 y noviembre de 1885, respectivamente. Henríquez y Carvajal, desde Francia, indicaba a su esposa que pusiera mucha atención en la educación que su hijo mayor recibía. Estaba desesperado de saber que Pedro sobresalía en conocimientos y que Fran se rezagaba. En 1888 el hijo mayor era el que más importaba a su padre, no quería verlo crecer como niño bobo, mimado, que no tenía interés por las cosas, pues eso era verlo correr hacia su inutilización. Él, que tenía superioridad de entendimiento y una sensibilidad moral que raras veces se veía, no debía perder tiempo en emprender decididamente su educación. (1)
Henríquez y Carvajal no se resignaba a que Fran se desinteresara por los estudios. Insistía en que Salomé lo educara en el carácter que constituye a los grandes hombres; que lo llevara a caminar por la playa para estimular sus observaciones. El mayor de los Henríquez Ureña trató de ser obediente, aunque continúo siendo “malcriado y mimado”. A pesar de los esfuerzos de Salomé Ureña, los avances intelectuales de sus hijos fueron disparejos desde el principio. Fran fue superado en lectura y números por Pedro. Ureña trataba de consolar a Henríquez y Carvajal diciéndole que tal vez Fran sólo era desaplicado y confiaba en que su desatención fuera pasajera. (2)
Al poco tiempo, Salomé Ureña se impacientó y decidió enviar a Fran con su padre a París, ante el temor de que siguiera desarrollando malas costumbres, pues decía que “era el peor de los tres y contribuía con sus majaderías a desorganizar a los dos chiquitos”. (3) El niño llegó en febrero de 1889 a Francia, donde su padre confiaba que estando cerca de él aprendería por lo menos un idioma extranjero y vería el mundo desde temprano. Después de obtener el título de doctor en Medicina, Francisco Henríquez y Carvajal volvió a Santo Domingo con su hijo mayor, en 1891.

Fran se reincorporó a los estudios que sus hermanos hacían en su hogar bajo la dirección de sus padres. Pedro lo superó nuevamente en destreza y rapidez para el cálculo matemático y la lectura. Según Salomé Ureña, es probable que Francisco Henríquez y Carvajal, durante su estancia en París, comenzara a pensar que el futuro brillante que deseaba para Fran, estaría reservado para Pedro. Desde entonces, el primogénito fue el acompañante de su padre en los diferentes destierros que lo alejaron de su patria.
La historia literaria dominicana omite el nombre de Fran, sin embargo, este participó en algunas empresas editoriales, incluso publicó por lo menos dos artículos en revistas dominicanas en el ocaso del siglo XIX. Por supuesto, no alcanzó la vastedad de las obras de sus hermanos, ni la profundidad de los temas que analizaron, pero la impronta que representó para ellos es indudable. Para Pedro, Fran tenía aficiones literarias menores a las suyas, pero le reconoce haber sido el primero de los tres en lanzarse a una empresa pública con la fundación de una revista en Santo Domingo, en 1900. (4) Según Collado, Fran escribió con el seudónimo “Metaico” en la Revista Ilustrada su texto “Redención”, y con su nombre de pila “Irredenta”. (5)
Después de la muerte de su madre en 1897 y de estancias intermitentes entre Puerto Plata y Cabo Haitiano, los hermanos regresaron a Santo Domingo para concluir sus estudios de bachillerato. Sin embargo, un incidente violento ocurrido la noche del 16 de febrero de 1900 alteró su vida: Fran tuvo una pelea y mató a su oponente, por lo que estuvo detenido varios meses. Al obtener su libertad, presentó, junto con Pedro los exámenes de Letras y Ciencias en el Instituto Profesional, después ambos viajaron con su padre a Nueva York con la intención de que estudiaran allí. Fue en esa ciudad estadounidense donde Fran se alejó definitivamente de las cuestiones literarias y artísticas. El camino señero que trazó en asuntos intelectuales fue seguido por sus hermanos, quienes actualmente son considerados pilares de la literatura dominicana.
Desde el punto de vista biográfico, el interés que tiene la trayectoria de Fran durante sus primeros años de vida es importante ya que a través de su estudio pueden rastrearse hechos trascendentales para el desarrollo propio y el de su familia, así como el influjo de la élite ilustrada caribeña en la formación literaria de sus hermanos, en el curso de la educación y en la literatura dominicana de finales del siglo XIX.
Fran murió casi a los 79 años de edad. La mayor parte de su vida Vivió en Cuba, donde se casó con María del Valle y Armas, y se dedicó a trabajar como abogado especialista en el área de los seguros.
Referencias
(1) Epistolario de la Familia Henríquez Ureña, Tomo I (1996: 16).
(2) Epistolario de la Familia Henríquez Ureña, Tomo I (1996: 130).
(3) Epistolario de la Familia Henríquez Ureña, Tomo I (1996: 169).
(4) Pedro Henríquez Ureña (1989) Memorias. Diario, p. 60.
(5) Miguel Collado (2012) “Francisco Noel Henríquez Ureña, hijo primogénito de Salomé Ureña de Henríquez”, consultado en http://dominicanjournalusa.com/francisco-noel-henriquez-urena-hijo-primogenito-de-salome-urena-de-henriquez/