El pasado martes celebramos las acostumbradas tertulias filosóficas de la Escuela de Filosofía de la UASD y del Centro Asturiano de Santo Domingo, dedicadas en esta ocasión al pensamiento del filósofo francés Michel Foucault.

Se cumplen 30 años del fallecimiento del pensador francés que llegó a ser, en un momento determinado, el intelectual más citado en el área de las humanidades. Con el querido colega de la Universidad del País Vasco, José Ignacio Galparsoro, conversamos sobre algunos de los problemas formulados por Foucault, como el la muerte del hombre.

Este concepto es semejante a la muerte del sujeto como fundamento metafísico, como la instancia desde la cual se funda el conocimiento y la realidad, como la fuente del significado que se le concede a todas las cosas, como el agente de intencionalidad  y libertad absolutas.

Opuesto a la tradición humanista occidental, que coloca al hombre como centro del universo y fundamento de la historia, Foucault concibe esta perspectiva como el producto de la ¨episteme¨ de una época, de una determinada tradición intelectual, semejante a aquella que concibió  a la tierra como centro del universo. Lo cierto es que la noción del hombre como fundamento tiene un origen y una historia y terminará como muchos otros relatos que configuraron nuestros saberes.

El hombre no puede ser un fundamento absoluto, porque él mismo es el producto de un conjunto de constreñimientos históricos y de estructuras incontroladas. Pensemos tan solo en la creación literaria. ¿Es ella el producto de la libertad creadora de un autor? ¿Acaso no es la misma el producto de un conjunto de azares, de instancias, de factores que condicionan al autor e inciden en la producción del texto? ¿Acaso este mismo texto no es un proceso abierto de interpretación, en vez de un círculo cerrado de significados?

¿Acaso los hombres, como actores de los procesos históricos, no estamos igualmente sometidos a una serie de constreñimientos que se inician con la lengua que heredamos al nacer, la familia, las relaciones de poder que nos determinan, entre otra multiplicidad de factores? ¿No implica esto que la libertad absoluta, como la pensaba el filósofo Jean Paul Sartre es una ilusión?

Interesantes preguntas para el debate. Cuando lean estas líneas, continuaremos con el mismo en el marco del seminario: ¨Repensando a Michel Foucault 30 años después¨, en el salón A de la Biblioteca Pedro Mir, a las 8:30 de la mañana. Únanse a nosotros para crear espacios de reflexión y criticidad tan urgentes para la creación de la ciudadanía.