Cuando las luces se apagan en un lugar público, por lo general, es que todo ha terminado. Pero dentro de las salas cinematográficas sucede al revés. El silencio y la oscuridad ceden el paso a la creación y al entretenimiento. Allí, la gente experimenta disímiles sensaciones dependiendo de la trama de la película. Lágrimas, sonrisas, manos temblorosas, carcajadas sonoras, abrazos, recuerdos… Cualquiera se disfraza de héroe o de villano, de príncipe o de plebeyo. Basta solo con un poco de imaginación y deseo. El mundo de lo imposible se encuentra al alcance de la mano.
Durante estos días, La Habana se ha convertido en una enorme sala de proyecciones fílmicas, pues transcurre el tradicional y conocido Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Ahora, los cubanos y visitantes extranjeros han tenido el privilegio de disfrutar de excelentes propuestas (cerca de 480 muestras y 116 en concurso, según los organizadores) y de emitir sus criterios y comparaciones respecto a anteriores citas.
La mayoría de las personas que asisten a los cines de la Isla poseen profundos conocimientos sobre la materia y, en ocasiones, constituyen severos tribunales, capaces de detectar hasta la mínima imprecisión. Los realizadores saben de antemano la dura prueba a que son sometidas sus obras. Pero, el que nada debe, nada teme. Si pasan el examen satisfactoriamente, las cosas pintan para ganar en posteriores eventos. Entonces, vale la pena.
Desde las provincias situadas en el interior del país llegan cientos de estudiantes universitarios o simples aficionados al Séptimo Arte para ver las presentaciones. Se trasladan en trenes, autobuses, camiones, taxis, o en cuanto objeto rodante transite por las carreteras. Andan en grupos y con la mochila al hombro. Una vez en la capital, se alojan en casas de amigos o familiares, o en las residencias estudiantiles de la Educación Superior. Nadie quiere perderse los estrenos.
Las largas filas en los exteriores de los cines fomentan el debate acerca del valor artístico de tal o mas cual película y de las posibilidades que tiene de obtener el tan deseado Coral. El desempeño de actores y actrices se evaluará luego, cuando finalice la función y se enciendan los bombillos. Los temas de las conversaciones estarán relacionados con los fallos del guion, los desaciertos de la fotografía, los clichés copiados de la filmografía estadounidense, los méritos y deméritos del director… El jurado popular puede ser implacable.
El primer día y abriendo el Festival, se proyectó el largometraje argentino «Relatos salvajes», dirigido por Damián Szifrón y protagonizado por Ricardo Darín, entre otros. Ese filme ha alcanzado lauros en los festivales de Sao Paulo, Londres, Biarritz, y San Sebastián, y aquí genera múltiples expectativas. Al parecer, Argentina viene a por todas este año.
De República Dominicana sobresale «Dólares de arena», bajo la batuta de la quisqueyana Laura Amelia Guzmán y el mexicano Israel Cárdenas. La producción ha contado con el aplauso de buena parte de los críticos y ostenta el aval de que Geraldine Chaplin recibiera el premio de Mejor Actriz en el concurso de Chicago. Los medios de comunicación nacionales y foráneos reconocen sin tapujos las cualidades de la cinta.
Cuba sube al cuadrilátero cinematográfico con el peso completo Fernando Pérez, director de vasta experiencia e inagotable talento. Pérez, desconoce de límites y ahora regala «La pared de las palabras». Tres ases de la actuación nacional de los últimos veinte años (Isabel Santos, Laura de la Uz y Jorge Perrugoría) otorgan credenciales de sobra y levantan la atención del público.
Pero Ernesto Daranas, con su «Conducta», intentará subir a lo más alto del podio. Para eso cuenta con el apoyo y simpatía de los cinéfilos de la Mayor de las Antillas. La historia que narra, desvela conflictos desgarradores de la sociedad cubana y resalta la importancia, sobre todas las cosas, de los principios y valores humanos.
La actual edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano está dedicada al inmortal escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez. El también Premio Nobel de literatura, fallecido este mismo año, será homenajeado mediante la exhibición de una trilogía de documentales acerca de su vida y obra. Digno reconocimiento a un gran impulsor de la cinematografía en la América de habla hispana.
El Festival habanero estimula el gusto de la gente por el cine y defiende a aquellos productos audiovisuales que narran las realidades, pasadas y presentes, de los pueblos. Sus preceptos fundacionales continúan, a pesar de las mediocridades establecidas como patrones en un mundo globalizado. Las luces de las salas de proyecciones seguirán apagadas y las personas, en total oscuridad, se deleitarán con historias extrañas y conocidas. Silencio y ¡acción! Se escapan 24 fotogramas por segundo.