El pasado lunes 28 de septiembre la Iniciativa Dominicana para una Educación de Calidad (IDEC), presentó el quinto informe semestral de seguimiento y monitoreo a la ejecuciones de las 86 acciones surgidas en las 12 mesas de trabajo que se formaron en septiembre del 2012, con la intención de aportar para  la mejora de la calidad de la educación dominicana. Esta iniciativa y las propias mesas se formaron a partir de la decisión del gobierno del presidente Danilo Medina, de cumplir con la ley de educación (66-97), en lo referente a la disposición del 4% del producto interno bruto. También de su propuesta de desarrollar un plan nacional de alfabetización.

Como parte del programa de presentación del quinto informe del IDEC, se dictó una conferencia  magistral titulada “Educar para la ciudadanía en el siglo XXI”. El  disertante fue  el  Doctor Fernando Reimers, profesor de la universidad de Harvard, en Estados Unidos de América, y director del Programa de Políticas Educativas de esa universidad. El mismo es ampliamente reconocido en el campo educativo por sus diversos trabajos de investigación educativa y la colaboración en proyectos educativos para la mejora de la calidad de la educación en diferentes países.

Reimers, en su ponencia, presentó los descubrimientos educativos obtenidos en su travesía por diferentes países y continentes, así como los resultados de las investigaciones que ha realizado en el campo educativo.

Algo que llamó mucho la atención, sobre todo por el énfasis que hacía, era su propuesta educativa para formar ciudadanos y ciudadanas comprometidos con sus comunidades. Esta propuesta la presentaba de una manera tan clara y precisa que era difícil que el público no se identificara con ella.

Reimers habló de la necesidad de que los profesores y profesoras se dediquen a formar ciudadanos y ciudadanas que participen de la solución de los problemas que les afectan; que aporten más en su papel de formadores y que se quejen menos. En este sentido presentó varias experiencias de estudiantes que han desarrollado iniciativas de solución a problemas sociales, escolares y comunitarios y que han sido motivados a realizar tales acciones por sus educadores y educadoras.

El exponente se preguntaba si las y los profesores deben orientar a sus estudiantes o participantes principalmente hacia la participación en la solución de problemas personales y comunitarios o también hacia la participación en luchas de reclamo de solución a los problemas sociales. El expositor hacía énfasis en lo primero y cuestionaba la eficacia de lo segundo, considerando que de esta manera no se lograrían los cambios necesarios.

Creemos que el papel de los profesores y profesoras es realmente es formar ciudadanos y ciudadanas críticos, comprometidos, comprometidos en las luchas comunitarias que exigen tanto el cumplimiento de los deberes ciudadanos como el cumplimiento de la responsabilidad de funcionarios y servidores públicos, tanto a nivel nacional como a nivel local.

No creemos que sea buen ciudadano o ciudadana aquella persona que solo se dedica a luchar individualmente y sin reflexión a la solución de problemas individuales o comunitarios. Esto puede convertirse en un círculo vicioso, pues si las autoridades no asumen su responsabilidad y no toman las medidas políticas pertinentes para superar y prevenir los problemas sociales, la solución puede ser efímera y al final frustrante.

En países como la República Dominicana, con un índice de pobreza que sobrepasa el 40% y con una indigencia en torno al 20%, la mayoría de las personas dedican su tiempo al desarrollo de acciones de sobrevivencia. Esta pobreza no está referida  solo a los bajos ingresos, sino también a los deficientes e inoperantes servicios, incluido el educativo, el de salud, energía eléctrica, calles en mal estado, escasez de agua y alcantarillado, deficiente servicio de recogida de basura, la corrupción administrativa, las injusticias en los tribunales, la debilidad de las instituciones públicas dominicanas, etc.

La solución de cualquiera de esos múltiples problemas no puede caer solo en los hombros de las y los estudiantes o de un sector de la población. Cualquier iniciativa estudiantil debe verse como un aporte necesario, el cual no se proyectará en el tiempo si las autoridades correspondientes, no participan de manera decidida en la solución de los problemas y asumen su nivel de responsabilidad. En este sentido el rol de las y los estudiantes como buenos ciudadanos y ciudadanas es participar en iniciativas comunitarias y públicas que van dirigidas a la solución de los problemas sociales.

Pero ante el descalabro de las entidades públicas de servicios y su escaso interés de atender los problemas de la gente y las comunidades es obligatorio que se promueva en las escuelas la formación de ciudadanos y ciudadanas que reconozcan sus derechos y exijan que se cumplan, y que participen en proyectos y acciones orientadas al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades.

En definitiva, el proceso de formación ética y ciudadana en los centros educativos públicos y privados no debe estar limitado al desarrollo de iniciativas individuales o grupales de solución problemas, más bien esto debe ser una parte y no la principal ni prioritaria. La formación ética y ciudadana debe partir de las necesidades del contextos y debe articular un programa educativo que promueva la formación de la conciencia ética y política, la formación de personas con capacidad crítica, que cuestionan y participan de procesos de transformación comunitaria y nacional y en la solución de los problemas sociales, a corto, mediano y largo plazo.