“Sigue la estela del dinero (follow the money) y llegarás al meollo del problema”.

Esa es la clave para descifrar cualquier enredo, sobre todo si éste es político.

Este fue el críptico consejo que le dio “Deep Throat” (Garganta Profunda) a los periodistas investigativos del “Washington Post”, Bob Woodward y Carl Berstein,  que dieron al traste con el gobierno de Richard M. Nixon en el 1973, durante el célebre escándalo del “Watergate”. Watergate era el nombre  del frondoso edificio frente al río Potomac, propiedad nada más y nada menos que de “El Vaticano”, donde se encontraban las oficinas principales del Partido Demócrata.

Por ejemplo, si queremos entender el embroglio actual del Brasil y el coup d’etat contra el mandato de Dilma Rousseff, nada más tenemos que observar lo siguiente:

  • El que controla la política financiera y monetaria de un país, controla al país.

En el caso del Brasil, la primera potencia de América del Sur y la nación más grande y poblada de la región (más de 250 millones de habitantes), su política monetaria ha sido controlada desde Wall Street desde hace tiempo. Solamente en territorio, Brasil es la segunda nación más grande de las dos Américas después del Canadá.

  • Uno de los cabecillas principales del coup contra Dilma fue Henrique de Campos Meirelles, ciudadano estadounidense y ex presidente y CEO (Chief Executive Officer) del “Fleet-Boston Financial’s Global Bank” (1999-2002). Este emporio pasó a ser parte del “Bank América”, el segundo banco más grande de los Estados Unidos. Lula da Silva nombró a Mirelles el cerebro financiero del Brasil, convirtiéndolo en la figura central de Wall Street y del “Washington Consensus” en la política financiera y monetaria del Brasil.
  • Durante su larga estadía, primeramente como director del Banco Central y luego como ministro de finanzas, Mirelles se asoció con ilan Goldfein, un ciudadano israelita que lo sustituyó en el Banco Central y que es figura clave del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

De más está añadir que el “real” (moneda brasilera) se dolarizó durante el tiempo de Meirelles y de Goldfein, tendencia que ya existía desde los tiempos de Fernando Henrique Cardoso, cuando los nombramientos financieros eran abiertamente supervisados (aprobados o desaprobados) desde Wall Street.

  • En el 2010 Dilma Rousseff remplazó a Henrique de Campos Meirelles y a Goldfein, nombrando a Alexandre Antonio Tombini como gobernador del Banco Central (2011-2016). Este cambio fue totalmente desaprobado por Wall Street y es la causa original del coup contra Dilma Rousseff.
  • El primer nombramiento que hizo Michel Temer, el actual “presidente interino” del Brasil (ex vice-presidente de Dilma Rousseff), fue reponer a Henrique de Campos Meirelles como la eminencia gris de la política financiera y monetaria del Brasil, al mismo tiempo que también nombró a Arminio Fraga, un ciudadano estadounidense y empleado de George Soros, conectado directamente con Stanley Fischer, la segunda figura de más importancia de la Reserva Federal estadounidense (¡!).
  • Mirelles apoya abiertamente el “Plan Carvallo” (originado en Argentina) para la estabilización monetaria nacional, un plan que causó estragos en ese país, debido al hecho de que se basa en la dolarización de las divisas (“convertible national currency”-moneda nacional convertible) e impuesta a raja tablas, transformando la deuda externa a dólares supervisados desde Washington.
  • Estos fueron los primeros nombramientos de Michel Temer, a quien muchos consideran un “usurpador y traidor” de la Carta Magna del Brasil:

Henrique de Campos Meirelles, Ministro de Finanzas.

Ilan Goldfein, Gobernador del Banco Central. Ambos hombres son extranjeros, aunque cuentan con la doble ciudadanía, el primero con la estadounidense y el segundo con la ciudadanía israelita. Ambos considerados como “zorros hueveros” de Wall Street. En otras palabras, los zorros encargados del gallinero.

Paulo Caffarelli, gerente del “Banco do Brasil”, el banco más importante, y uno de los hombres cercanos a Meirelles.

Un principio básico es que la soberanía monetaria es crucial para cualquier país y debe de estar en manos nacionales, sobre todo cuando se trata de su macro-economía. Esto lo tenía bien claro Dilma Rousseff y por eso la destutanaron, cuando ella decidió ejercer su derecho a decisión en contra de las directrices del Fondo Monetario y de Wall Street.

No olvidemos que Brasil es uno de los miembros más importantes del bloque “BRICS” (Rusia-India-China-South África), la contraparte del otro grupo hegemónico que pretende dominar al mundo.

No olvidemos tampoco que, a los dos días después de haberse ultimado el “coup d’etat” en Brasil, personeros del Fondo Monetario Internacional declararon desde Washington: “Estamos de acuerdo con el cambio de rumbo del nuevo gobierno brasileño”. Fue como si se tratara de la confirmación de un plan previamente acordado en conjunto.

Si seguimos la estela del dinero y de los intereses que dominan al mundo, no tenemos más remedio que concluir que el coup d’etat del Brasil es parte de  diabólicas y nefastas manipulaciones transnacionales. Los 54 millones de votos que le dieron el mandato democrático a Dilma Rousseff fueron vilmente violados por los intereses creados que hoy pretenden controlar al Brasil. El Diablo, una vez más, haciendo de las suyas.

Terminamos con las palabras del profesor Michel Chossudovsky del Centro de Investigación sobre la Globalización (CRG): “Si Dilma Rousseff hubiera dejado a Henrique de Campos Meirelles como su ministro de finanzas, muy probablemente todavía estaría gobernando y no se hubiera realizado ningún coup d’etat contra su gobierno”.