Siendo como es el folklore una recuperación de la identidad de los pueblos y de su memoria, de su pasado y de la creatividad popular, hoy estas manifestaciones, el estudio de sus expresiones y el fortalecimiento de su divulgación, se tambalean por múltiples razones y sobre todo, los vacíos producidos por figuras trascendentes como Fradique Lizardo, Doña Edna Garrido de Boggs y el propio desinterés estatal que ha provocado que el tema pase de moda.

Independientemente de eso, la preocupación como tal se ha relegado en muchas partes del mundo, hoy ya las manifestaciones culturales de los pueblos, no es materia de interés, y otros los han desplazado de la agenda. Por tanto estos escritos son parte de esa atención. No obstante, en el caso dominicano, su ausencia en el debate, la investigación, la proyección y reconocimiento como parte del talento de los pueblos para crear y colectivizar hechos culturales, se ha dejado de lado y pocos muestran pasión.

Es evidente una pobreza de la calidad de los medios divulgativos del folklore, la debilidad en sus investigaciones se nota por la ausencia de una actualización y se repite lo que hace mucho los Maestros hicieron, dijeron y escribieron, mientras tanto, el pueblo sigue creando formas culturales anónimas, que se difunden por medios digitales por el impacto que hoy ha alcanzado la tecnología de la comunicación que masifica toda acción humana, pero a veces carece esta de la información de apoyo, que es cuando vemos las dolencias de una disciplina que tiene un rigor teórico, una vocación de trabajo de campo y un interés en destacar los valores y el imaginario popular como parte de un talento social, relegado este desde el poder y las instituciones oficiales y convencionales.

El panorama no puede ser más sombrío para pensar en la importancia del estudio del folklore de cualquier sociedad, si desaparece, se borra como parte de la memoria de los pueblos.

Desde sus orígenes el folklore fue un arma para definir los nacionalismos surgidos en la segunda mitad del siglo XIX, y que encontraron en las raíces y las tradiciones culturales, el elixir para definir identidades particulares que justificaran las nuevas naciones y a los grupos dominantes. Por tanto, es por eso que sigue hoy vivo el interés por lo que somos como pueblo, aunque contando con pocos interlocutores.

El sentimiento por la cultura tradicional no ha desaparecido, quizás lo que se requiere es cambiar el enfoque de cómo se estudia el folklore hoy, cuáles debilidades se presentan en los estudios del folklore, los grupos de rescate folklóricos y los espacios de divulgación del mismo.

Es posible que la situación crítica que atraviesa el folklore, no es solo de esta ciencia de la oralidad y la memoria, pues otras ciencias sociales pasan por el abandono, el desinterés y el posicionamiento en el debate nacional. También en este renglón hemos carecido de continuadores y de relevos que siguieran la antorcha de los grandes guías que hicieron nombre bajo gran sacrificio, por que el folklore nunca ha sido rentable ni para sus investigadores, sus gestores y ni sus portadores.

Hoy hablamos de grandes ausencias del folklore por igual en la currícula escolar, en las universidades, las instituciones culturales estatales, la intelectualidad y los medios de comunicación. Repasando el Fondo Fradique Lizardo, bajo custodia del Centro León, hubo un tiempo en que la prensa nacional mantenía un ritmo intenso, recurrente y diverso del tema cultural y del folklore hoy ausente.

Podría decirse que era gracias a la presencia física de muchos de sus promotores como El propio Fradique Lizardo, Doña Edna Garrido aún desde los EU, Casandra Damirón y René Carrasco (a quienes muchos no gusta se incluyan como tales, pero ahora no se trata de excluir, sino de sumar con sentido crítico). Así mismo incluimos los trabajos en su momento de gran valor metodológico de Dagoberto Tejeda a través del Grupo Convite, y la labor exitosa del Ballet Folklórico de la UASD dirigido por José Castillo en su momento.

Todo ese esfuerzo se esfumó en las últimas dos décadas del siglo XX. Por cierto muy ligado a la desaparición física de muchas de esas figuras. El panorama no puede ser más sombrío para pensar en la importancia del estudio del folklore de cualquier sociedad, si desaparece, se borra como parte de la memoria de los pueblos.

Las continuidades de grupos folklóricos como la gestión misma del folklore, el debate sobre los temas de la cultura popular dominicana, la lejanía con la escuela, la falta de estudios de campo, la frágil formación académica de los estudiosos y el dominio del empirismo, y por sobre todo, una cierta desatención estatal, y una desarticulación y pérdida de muchas tradiciones impactan negativamente por razones multicausales, y agrava el momento actual de los estudios folklóricos dominicanos.

Repensar una mirada equilibrada entre lo que se ha producido en la sociedad dominicana desde hace muchos años, una revisión al pasado y un relanzamiento innovador de estos estudios, de la función y el trabajo de los grupos folklóricos y un diagnóstico del estado de las grupos portadores y la inviabilidad regulada de una industria creativa que recoloque el folklore como recurso de fortalecimiento de la memoria, la identidad y la significación social de estas manifestaciones en la vida y la cotidianidad del pueblo dominicano, puede contribuir con la definición de políticas públicas del sector estatal.

Distante de la vieja visión de que el folklore estudia solamente el pasado porque lo petrifica como ciencia social, el folklore es una construcción social permanente, llamado folklore social, siendo una definición incluyente y diacrónica que ve al folklore como un proceso creativo vivo de los pueblos.

Por lo tanto el reto es mayor, es mirar atrás para no olvidar lo que se hizo y cómo se hizo, evaluar las causantes que desarticularon el proceso y la fortaleza de estas creaciones del pueblo que contribuya a esclarecer el camino, innovar métodos, enfoques y visiones, para retomar el camino y seguir adelante.

Como corolario de estas líneas de reflexión, en el Centro León se celebró recientemente una reunión de trabajo con portadores, investigadores, artistas, músicos, y otros estudiosos de las manifestaciones folklóricas para repensar estrategias, juntarnos a compartir, porque de todas maneras, se hacen cosas…y se sigue haciendo folklore, posiblemente se necesita encontrarnos, compartir, reflexionar y relanzar los ímpetus y proyectos para encontrar la senda, eso se trató el Encuentro del Estado actual del estudio del folklore en la República Dominicana auspiciado por esta institución cultural con más de 45 participantes en una jornada de trabajo auspiciadora y necesaria.