Lejos de los discursos políticos, de las supuestas teorías y de las cantaletas, la vida del pueblo en los barrios urbanos marginados y en los rincones más remotos de la geografía nacional, fluye al ritmo particular y tropical del inconsciente colectivo mezclando la idiosincrasia con sueños revisitados de aculturación.
Es de ese flujo y de su ritmo peculiar que trata el libro de fotografías Flow Tropical de Maurice Sánchez, publicista y fotógrafo, recientemente puesto en circulación por Ediciones De A Poco. La publicación recoge solo una pequeña selección de fotos hecha con sentido del humor y un hilo conductor por David Puig, el editor, y Javier Reyes, el diseñador gráfico, entre las miles de imágenes capturadas por Maurice durante más de dos décadas de recorridos a todo lo largo y lo ancho de la República Dominicana.
El libro recoge retratos efímeros que pintores locales plasman con su visión del mundo y su arte sobre paredes exteriores o interiores de locales comerciales del país. Los artistas, “naifs” a final de cuentas, interpretan los pedidos de sus clientes con pinceladas muy diversas y fuertes coloridos. Los dibujos vehiculan anuncios publicitarios populares cuyos mensajes, sin embargo, no siempre resultan muy claros para quienes no conocen la realidad local. Flow Tropical refleja la forma de arreglarse, de vestirse, de comer, de gozar, de tomar, de ver el campo, la playa o la religiosidad con mensajes e imágenes con los que se debe identificar la clientela o los peatones.
Flow viene del inglés fluir y en el rap tener flow es tener un buen ritmo, una forma de deslizarse con estilo en una pista. Es rimar en el instante sin trabarse coincidiendo con el ritmo. Vivir con flow, es vivir el momento con alegría para sobrevivir a la falta de esperanzas, sin dejar de procurarse a como dé lugar lo que interesa: un poloché, unos tenis, una cerveza, ron o mujeres. Para esos fines existen, por ejemplo, las bancas de apuestas. El flow, del cual forman parte la pinta, el hangueo, el mangueo, los sueños, el trago, el sexo, la música y, ¿por qué no? la religiosidad popular, es la forma de escapar de los callejones sin salida, de aguantar y proseguir en la vida. Coincide con esta visión el análisis del psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi quien resalta que en el flow las personas pierden la noción del tiempo, olvidan sus problemas y sus preocupaciones para permitir que todas las sensaciones fluyan con armonía y naturalidad.
Este libro es un viaje por la contemporaneidad de un mundo que late a nuestras puertas pero que persistimos en ignorar o en menospreciar porque nos parece un mundo tabú, con sus propios códigos gestuales, vestimentarios, lingüísticos.
En el crisol de la cultura popular se mezcla el patrimonio heredado de los taínos, de los españoles, de los africanos fusionados con nuevos patrones impuestos por la globalización. Sin embargo, en los hombres y mujeres retratados en estas pinturas los artistas han borrado en la gran mayoría de las obras la herencia africana. Las mujeres son casi todas de piel blanca, tetúas, nalgudas, rubias y, sobre todo, tienen el pelo largo y lacio, proyectando un inconsciente colectivo que ha interiorizado que es mejor ser blanco que negro desmintiendo así todo discurso que apuntala que en un país mulato no hay racismo.