FLORERO

La primera noción que acude a la mente cuando se oye o lee la palabra del título es la del jarrón en el que se ponen o colocan flores. Si el sustantivo se aplica a una persona la idea que evoca es la de “florista”, persona que vende flores. Este vocablo dicho de una persona menciona la que acostumbra a utilizar expresiones superfluas, que adorna innecesariamente sus escritos o intervenciones orales. En otros casos, el florero alude al recipiente con flores.

Todo lo que se ha vaciado en el párrafo anterior forma parte de la lengua general. El motivo que impulsa a incluir este “florero” en estas notas es porque en República Dominicana esta palabra tiene un significado diferente a los que se enumeraron antes. Más abajo se explicará este asunto en detalle.

La idea que ayuda a definir el “florero dominicano” es que en su condición de objeto no se mueve; además, sirve para adornar, no tiene otras funciones y, como tal, se considera que ese papel de adorno no es importante.

El hombre o mujer “florero” es haragán, holgazán, ocioso, es como la “quijá de arriba” o el quicio, que no se mueve, no ayuda, no colabora

Ahora bien, en el lenguaje dominicano aplicado este vocablo (florero) a una persona en funciones de caracterizador, para destacar sus cualidades, indica que esa persona es un biscuí en su segunda acepción dominicana, ‘persona a la que se considera inútil’. Esta acepción se tomó del Diccionario del español dominicano (2013).

Las dos nociones, el biscuí en su primera acepción y el florero que se trae aquí, comparten la cualidad de “adorno”. Difieren en lo referente a que el biscuí no desempeña ninguna otra función, mientras que el florero puede contener flores, además de ser un adorno en sí.

El hombre o mujer “florero” es haragán, holgazán, ocioso, es como la “quijá de arriba” o el quicio, que no se mueve, no ayuda, no colabora.

Esta noción de la persona florero en República Dominicana difiere del concepto que tienen los chilenos acerca del florero, ‘persona que gusta de ser el centro de atención y actúa para conseguirlo’. De este modo se encuentra redactado en el Diccionario de americanismos (2010), de la Asociación de Academias. El Diccionario de chileno actual (2012) para este término ofrece entre otras informaciones la sinonimia ególatra.

Casi a manera de curiosidad se trae un florero argentino que aparece en el Diccionario de hispanoamericanismos (1997), palabra utilizada como sinónimo de zapatos en la novela Adán Buenosayres (1948) de Leopoldo Marechal. De acuerdo con Mario Teruggi, esa voz utilizada con ese significado pertenece al habla lunfarda o rioplatense. Está documentada en su Diccionario de voces lunfardas y rioplatenses (1998).

Luego de este paseo por Hispanoamérica, puede aseverarse que el “florero” dominicano que es objeto de este estudio es exclusivo del habla de República Dominicana. Por eso merece que se le reserve en el futuro un espacio en los diccionarios del español dominicano.

SOBRE ALIMENTADO

“. . .impulsado por un motor SOBRE ALIMENTADO de 6.2 litros. . .”

Esta corta frase permite entender que el objeto de ella es un vehículo automotor. Se examinarán aquí las dos palabras que están resaltadas en la cita. Se constatará el buen juicio en la selección de los dos vocablos para expresar la idea. No obstante, se manifestará por este medio el reparo que se le hace a la forma de presentación de la combinación estudiada.

En este ejemplo se escribió más arriba que la selección de los vocablos para expresar la idea elegida es correcta. He aquí el porqué. El verbo alimentar en el ramo de las máquinas transmite la noción de proporcionar la materia o el combustible para el funcionamiento de ellas.

La manera de escribir este tipo de palabras ha sido aceptada por las personas cultas, educadas, en los países de habla hispana; algunas personas considerarían que esto constituye  una regla en la lengua

Con respecto a super, de la forma en que aparece usado en el texto hay que tomarlo en realidad como un elemento compositivo, pues de otro modo no funcionaría cabalmente en esta frase. Adoptado del modo sugerido, se aceptaría en el sentido de “en grado sumo”. Ahora bien, si se indicó más arriba que conviene al texto como elemento compositivo, entonces tenía que escribirse junto a “alimentado” para traducir el mensaje; es decir, en una sola palabra, superalimentado.

Con el propósito de facilitar la comunicación entre hispanohablantes, las personas versadas en la materia de la lengua española han determinado que los elementos compositivos en las palabras compuestas se integran a estas. Esto que se ha llamado aquí elemento compositivo es un componente no independiente, que interviene en la formación de palabras compuestas, que en el caso específico tratado aquí se hace anteponiéndoselo al otro elemento.

La manera de escribir este tipo de palabras ha sido aceptada por las personas cultas, educadas, en los países de habla hispana; algunas personas considerarían que esto constituye  una regla en la lengua.

SEGURIDAD          

  1. se jubiló del Departamento de Policía de Tampa en 1993 y luego trabajó como SEGURIDAD para. . .”

Se ha observado recientemente que cada vez se hace más frecuente este uso del ejemplo. El uso consiste en denominar con la palabra “seguridad” a la persona que se encarga de prestar los servicios para garantizar la protección de un sitio o de las personas en ese sitio.

El uso equivocado que se hace del vocablo seguridad ha llegado hasta cambiar el género de este. Hace de seguridad un vocablo masculino cuando se lo aplican a una persona de sexo masculino y hablan “del seguridad, de un seguridad”

En realidad la persona que presta sus servicios es un agente, empleado, guardián, o vigilante. En la mayoría de los casos, la persona que desempeña estas funciones lo que tiene como misión es evitar que se produzcan situaciones que comprometan la seguridad del espacio donde labora. Además, sirve con su presencia, sobre todo si porta armas, de instrumento de disuasión para desalentar actos reñidos con el orden establecido. Su cometido va más allá de eso que se ha enumerado más arriba, y este empleado vela contra las eventualidades de accidentes o situaciones que pongan en peligro el lugar o las personas; como por ejemplo, incendios y condiciones peligrosas, resbalones y caídas capaces de ocasionar lesiones corporales o daños  materiales.

El uso equivocado que se hace del vocablo seguridad ha llegado hasta cambiar el género de este. Hace de seguridad un vocablo masculino cuando se lo aplican a una persona de sexo masculino y hablan “del seguridad, de un seguridad”.

En español se conoce con el nombre de seguridad el departamento u organización encargados de proteger o resguardar contra las  acciones que pongan en peligro el orden o alteren las disposiciones de orden u organizativas.

No debe confundirse la organización con sus miembros. Es decir, el sistema organizado con el propósito de preservar la seguridad, con la persona empleada para colaborar con ese fin. Ojalá no termine este asunto como el del policía.