En un año calendario tenemos muchos finales: el del invierno, que es también el final del calendario astrológico; el del año escolar, que abre el tiempo de las vacaciones; el del calendario litúrgico católico, que suele culminar con la festividad de Cristo Rey para empezar a preparar una nueva recordación del nacimiento de Jesús y, por supuesto, el que se presenta a partir de esta noche: el del calendario gregoriano, que sigue el trayecto del sol, finalizando cerca de los días con menos luz e iniciándose próximo a la fecha en que los días empiezan a ser más largos.
Y aunque es común plantearse esta festividad como un nuevo inicio, la visión de una despedida también puede ser fuente de sentimientos de satisfacción porque una cosa es segura, todos avanzamos hacia el futuro, a la velocidad de 24 horas por día, para reunirnos con quienes nos antecedieron en la fosa común del tiempo y si nos preocupamos por avanzar hacia un final feliz el trayecto puede ser más agradable.
La República Dominicana puede posicionarse como un espacio de final feliz para cientos de miles de personas que, después de una trayectoria más o menos exitosa, puede disfrutar de calor humano y físico, el siempre ansiado sol y condiciones de descanso (por supuesto, fuera de las aglomeraciones infernales que suelen ser las crecientes ciudades).
Ampliar la oferta más allá del turismo transitorio hacia un esquema de despedida triunfal de la permanencia en la tierra. A los primeros que escuché hablar sobre el tema fue al promotor inmobiliario Luis Iriarte, al arquitecto y economista Doroteo Rodríguez y al sociólogo Frank Marino Hernández quienes hablaron y evaluaron de este tema en el primer gran diálogo nacional que organizó el PLD a finales de los noventa. Ellos conversaron y evaluaron un proyecto de “Zonas francas habitacionales o residenciales” donde se combinarían las ofertas de manos de obras de servicio, regímenes legales que promueven la inversión en este sentido y la creciente experiencia en dos de las principales fuentes de divisas de la economía dominicana: turismo y zonas francas. Más tarde, Marcio Mejía Ricart llegó a avanzar esos sueños hasta la ubicación de terrenos. Acontecimientos recientes en Francia dan más amplitud a este señalamiento: desde el 17 de noviembre de 2018 y durante más de un año hubo manifestaciones semanales de quejas diversas bajo el nombre de “chalecos amarillos” y que reunían un gran número de retirados y pensionados que sentían que los medios que le quedaban para vivir no eran suficientes. O, dicho en las palabras del cantautor Joan Manuel Serrat: “los viejos sueñan con morirse en paz… morirse al sol”. Tal vez cuando escuché esta idea por primera vez el país no reunía la suficiente experiencia para hacer exitoso este tipo de emprendimiento innovador. A la luz de los últimos cinco lustros, se han acumulado conocimientos que hacen más viable lo que empezó como un bosquejo. El logo de “El lugar donde todo comenzó” podría complementarse con “Donde las historias siempre tienen un final feliz”.