Los perros pertenecen a la familia de los cánidos y está unido al hombre desde hace algunos miles de años en un una simbiosis de cooperación que comenzó con la ayuda en las cacerías del hombre, y que acabó aburriéndose atados durante horas y horas cuidando patios, o sueltos pero recluidos en pequeños apartamentos, como meros adornos caseros sometidos a los mimos, sobadera y besuqueo de sus dueños. En este largo periodo, se ha ganado una justa fama del mejor amigo del hombre, tal vez porque aún no entiende de préstamos, deudas, ni envidias, aunque algunas veces, sobre todo cuando somos impertinentes o violentos con ellos, o les entra una rabiosa loquera, nos den alguna otra dentellada para que no nos olvidemos que a pesar de la evolución y las manipulaciones genéticas a las que les hemos sometido, haciéndolos más grandes, o enanos casi como ratones gigantes de los que abundan por aquí, aún son parientes lejanos de los lobos, como el feroz que se quería comer cruda y sin sal a la Caperucita Roja y su abuela, no obstante tener esta las carnes escasas, magras y duras por la vejez.

De los perros, se dicen que son inteligentes, aunque personalmente nunca lo he creído, pues no he visto ninguno graduarse de ingeniero en una universidad, y ni siquiera resolver una sencilla raíz cuadrada, si acaso aprenden en unos lugares llamados academias a hacer algunas cosas como ponerse en guardia o atacar, o las monerías de dar la patita, echarse sumisamente a los pies de sus dueños, o aprovechando el narizón que tienen, a detectar sustancias no controladas. No obstante, hay que reconocerles que su cerebro les da el suficiente caletre para filosofar y buscarle el sentido a su vida de perros, cosa que no hacen todos los animales, incluidos bastantes ejemplares de dos patas, denominados homo sapiens. En general piensan así: Mi dueño(a) me da de comer, me baña, me cepilla, me acaricia, me lleva al veterinario, me vacuna, me quita las molestas pulgas y las odiosas garrapatas, me compra un lindo collar y una costosa cadena, me identifica con una placa con domicilio y teléfono, me saca a pasear, me lleva a casa de sus amigos, recoge mi pupú en una bolsa plástica, habla maravillas de mí a todo el mundo, luego mi dueño ES MI DIOS y yo debo servirle, defenderlo y serle leal.

Con los gatos, pertenecientes a la especie de los felinos, las cosas son diferentes, son más independientes, no les gusta que los manoseen demasiado, enemigos del agua y del jabón, comodones y dormilones, y no obedecen como los perros, son parranderos hasta lo último, se van y vuelven cuando les conviene, con una oreja colgando o un ojo dañado por sus peleas amorosas, y se han ganado la fama de malagradecidos y por eso dicen que, cuando comen, no miran hacia arriba para no tener que deberle ningún favor a nadie, y hasta son bastante ladronzuelos cuando ven filetes sobre la mesa de la cocina, es decir “ son unos perros”. Aunque con menos cerebro en tamaño, peso y ”raciocinio” que los perros, los mininos también tienen su filosofía de vida gatuna, totalmente opuesta a la de los canes. Veamos cómo piensan: Mi dueña(o) me da de comer, me baña ( aunque no me gusta) me cepilla a cada rato, me acaricia, me pone lacitos, sonoros cascabeles y hasta ridículos vestiditos para ir a la moda, me lleva al veterinario, me vacuna, me cuida las uñas, me mima, les habla maravillas de mi a sus colegas, luego YO SOY SU DIOS, y por lo tanto mi dueño me debe su protección y cuidado.

Sobre los políticos, si bien no todos piensan como debieran, también tienen su filosofía politicuna. Ellos dicen, me han elegido, me ha otorgado el cargo más deseado por todos, me han soportado la tediosa y machacona campaña, han votado por mí, me aclaman en todo el país, me han dado el poder, han depositado en mi persona todas sus esperanzas y necesidades, luego YO SY SU DIOS y me deben por ello pleitesía, obediencia , y entendemos nosotros, los humildes los votantes, que debería ser al revés, deberían pensar que los hemos elegido entre muchos otros candidatos, con los sudados impuestos les pagamos un buen salario, se dan una buena vida y grandes viajes, tienen carros lujosos, choferes y guardaespaldas a su entera disposición, lambones y loadores al por mayor y detalle, pasan -mal o bien- a los libros de historia, aguantamos sus errores….luego EL PUEBLO ES SU DIOS y por ello nos deben respeto, honestidad, transparencia y trabajo. ¿Por qué será que hay más políticos de los que razonan como los gatos, que lo hacen como los perros? Saquen ustedes sus propias conclusiones. Yo tengo las mías: ¡Miauuuuuuuu!