He tenido la oportunidad de concluir un curso de metodología para docentes, en el marco de un diplomado de "Filosofía para niños", organizado por la Escuela de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con el auspicio del Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (INAFOCAM). El programa se inscribe dentro de los esfuerzos que, desde hace unos años, viene realizando la Escuela de Filosofía de la UASD junto a un conjunto de personas y organismos nacionales e internacionales, con el objetivo de fomentar la filosofía y el pensamiento crítico en el sistema de educación pública de la República Dominicana.
La filosofía para niños, denominada también "filosofía 3/18″ , por las edades a las que va dirigido el proyecto de enseñanza-aprendizaje,es un programa filosófico y pedagógico cuya finalidad es desarrollar, en el período de edad anteriormente señalado,una actitud crítica y de asombro ante la vida. El asombro, según Platón y Aristóteles, es el origen de la filosofía. Sin asombro –la disposición de admirarse ante lo que comúnmente se ve como normal o no problemático- ninguna empresa del conocimiento humano es factible.
Al mismo tiempo, el programa de filosofía para niños pretende desarrollar la actitud crítica en la niñez, es decir, la duda, la actitud de cuestionamiento que, según el filósofo Karl Jaspers, es otro de los orígenes del filosofar. Sin esta actitud asumiríamos dogmáticamente todos los valores, nociones y creencias proporcionados por la tradición.
El programaestá asociado a Matthew Lipman (1922-2010), profesor de la Universidad de Montclair en New Jersey y director del "Institute for the Advancement of Philosophy for Children".(Instituto para el desarrollo de la Filosofía para niños).
El concepto de filosofía para niños es confuso y puede motivar a serios errores de interpretación. Pero es indudable que el concepto mismo de filosofía ha sido históricamente ambiguo, propiciando la misma confusión que puede atribuirse al programa. En occidente, hemos entendido por filosofía una actividad racional, crítico-sistemática y general que aborda problemas como la naturaleza y límites de nuestro conocimiento, qué es la verdad, a qué llamamos realidad, cuál es el modo más racional de organizar la sociedad, etc.
Usualmente, estos problemas se abordan desde una tradición de conocimiento previo. Esto exige del filósofo un entrenamiento en la historia del pensamiento y de la cultura, como condición inevitable de relacionarse con los supuestos que fundamentan las creencias más extendidas y el trasfondo ideológico, histórico y cultural que los explica.
Concomitantemente con este conocimiento de la historia de las ideas, el entrenamiento de un filósofo profesional ha requerido históricamente, el aprendizaje de las lenguas de los textos fundacionales de la filosofía –griego, latín, alemán, francés y en el último siglo, la lengua inglesa-,
Y debe agregarse al entrenamiento en lenguas, el aprendizaje de las técnicas de análisis lógico, lingüístico y hermenéutico características de la filosofía profesional contemporánea.
Además de esta noción de filosofía que se ha desarrollado fundamentalmente en las universidades, en Occidente se empleó otra noción de filosofía, entendida como una concepción general del mundo que implica ideas vagas sobre la verdad, lo moral, el sentido de la vida, etc.
Evidentemente, en este sentido, cualquiera puede ser un filósofo –aunque gran parte del estudiantado que asiste a nuestras aulas nos hace dudar cada vez más de ello-porque tiene una idea, por primitiva que sea, de estas cuestiones.
Es obvio que la filosofía para niños se relaciona mucho más con el segundo sentido de la filosofía que con el primero, aunque no deja de tener también una importante relación con la filosofía profesional. El programa de Lipman trata que la niñez explicite sus concepciones del mundo, haciéndola cada vez más consciente de ellas. Se trata de que los niños y niñas desarrollen su capacidad de razonar en torno a problemas que son estrictamente filosóficos, a partir de sus propias experiencias y sus entornos. ¿Cuál es el propósito de esta acción?
El fin es desarrollar capacidades necesarias, no sólo desde el punto de vista teórico, sino, fundamentalmente, desde el punto de vista práctico. Los seres humanos vivimos en sociedad y la misma requiere decisiones que afectan al desarrollo y a la supervivencia de la misma, por lo que estas decisiones suponen capacidad analítica, agudeza reflexiva, creatividad y prudencia –aunque en nuestro parlamento parecenobviarse estos supuestos-.
El problema con estas capacidades es que no se adquieren en un curso, como pueden aprenderse una operación aritmética, un teorema o una regla algorítmica. Estas destrezas tienen que ver con una praxis que va más allá de la escuela, significa que la sociedad misma se transforma en un entorno educativo que desarrolla estas potencialidades necesarias para el empoderamiento ciudadano.
Y tal vez es aquí donde encontramos una de las razones por las que un programa que intente fomentar la criticidad, el empoderamiento y la independencia de criterio encuentra sus obstáculos. Porque la sociedad dominicana se ha constituido y desarrollado negando estos valores. El autoritarismo, la negación del diálogo y de la discusión racional son aspectos constitutivos de las prácticas institucionales del Estado Dominicano. ¿Puede extrañarnos el fracaso de cualquier programa educativo cuestionador de estas prácticas? ¿Puede sorprendernos que cualquier proyecto educativo transformador termine negando sus supuestos en la ejecución -perdónenme los constructivistas- reproduciendo los males que intenta remediar?