La filosofía no sólo pretende transformar el mundo, sino de lo que se trata es también, y esto es decisivo, de interpretar y comprendernos a nosotros mismos y orientar nuestro presente y futuro. Esta, como sabiduría se coloca en el pensamiento continuo, intempestivo, como creación de vida, de un discurso entre el decir y hacer, orientación de vida, no de muerte.
Andre Comte-Sponville nos da una visión de la filosofía en su texto La filosofía. Qué es y cómo se practica, en el cual el filosofar adquiere un valor fundamental, siempre y cuando se entienda que “es una práctica teórica (discursiva, razonable, conceptual) aunque no científica; solo se somete a la razón y a la experiencia (…), aspira menos a conocer que a pensar (…), menos a aumentar nuestro saber que a reflexionar sobre lo que sabemos o ignoramos” (2012: 28).
Pero más aún, también se puede entender, pues, como una ciencia metódica en cuanto búsqueda sistemática del conocimiento; así como una actividad argumentativa que reflexiona sobre los problemas e intenta aportar claridad y orientación para su posible solución. Tal como puntualiza el filósofo del lenguaje Wittgenstein, al decir que la filosofía es una actividad que apunta a la clarificación lógica de los pensamientos y sus delimitaciones, siempre y cuando recorramos nuestro propio camino entre el lenguaje y la vida.
Por eso es que el trabajo de los filósofos gira en torno a la construcción de un discurso crítico, creativo e innovador, pero también en torno al ámbito de la docencia, la investigación, a la Administración Pública y a trabajo en casas editoriales, en general, a través del sistema de oposiciones.
El filósofo se mueve como pez en el agua: en los centros de enseñanza (profesión docente) casas editoras, medios de comunicación, principalmente escritos, fundaciones culturales, bibliotecas, servicios de publicaciones, centros de educación permanente, etc.
Con funciones puntuales en:
- Docencia en centros públicos y privados
- Experto en el campo de la Ética aplicada
- Experto en Educación superior, en Filosofía de la tecno ciencia
- Administración pública, en área filosófica de política y ciberpolítica
- Investigación general
- Corrector (a)y asesor (a) literario(a ) en casas editoras
- Documentalista
- Conservación y ordenación del patrimonio cultural
- Crítica literaria
- Producción literaria
- Investigación y organización en archivos y bibliotecas
- Consultoría filosófica
- Traductor/a de textos filosóficos
A estos se le puede añadir:
- Recursos humanos, mediación social
- Relaciones públicas
- Marketing y cibermarketing
- Atención al cliente, a los empleados
- Formación continua
- Consultor de arte y gestor cívico y cultural,
- Gestor de “sociedad-ciencia y tecnología”, ética de la ciencia y de la tecnología
- Análisis, ciberepistemología y creación de contenidos Web.
Con estos ejes filosóficos planteados, se comprende que la Filosofía, más que una disciplina, es una intensidad, es decir, como un campo magnético que puede atravesar cualquier ámbito y cualquier disciplina. Sin abandonar su investigación propia (Agamben, 2014; Morin, 2010) envuelve todas las relaciones de lenguaje, sujeto, discurso, poder y cultura, del mundo y el cibermundo global.
En conclusión, la Filosofía se entreteje no solo con orientación científica hacia los problemas, sino también, y esto es lo importante, como actividad de autorreflexión y de reflexión en general, algo de lo que carecemos en esta sociedad de consumo, de inmediatez, de coger y tirar y donde todo o casi todo es o se reduce a espectáculo.