Enfrentarse a la narrativa de Juan Bosch, como lector analista o como lector que procura recrearse, es ponerse frente a un arco iris de valores estéticos, éticos y morales que definen a sus personajes.

Aquí las tramas narrativas son excusas que, en el texto estético-discursivo de Bosch, se esfuman… para ponernos, a formar parte de sus figuras protagónicas, e ir asumiendo los múltiples universos de sentidos que fundamentan su narrar.

En su obra "La Dominicanidad Indignada en los Cuentos de Juan Bosch" (2009), página 15, el escritor dominicano, Manuel Matos Moquete, dice lo siguiente: “Los cuentos de Bosch nos invitan a encontrar de un texto a otro un caudal de matices humanos y de estilo”.

Si buscamos un tronco común en el discurso narrativo de Bosch, necesariamente tenemos que recurrir a lo que yo he llamado la filosofía de lo humano. ¿Qué es la filosofía de lo humano? La filosofía de lo humano es el conocimiento del Ser, que tiene y busca el filósofo, en este caso, el literato, para reencontrarse consigo mismo; es una búsqueda ontológica del sujeto, en procura de reconocer su mismidad, asumiendo la otredad de manera solidaria.

En su obra literaria, contar su dolor y la angustia ajena, se constituyó en su apego al mundo, y sus quimeras forman parte de sus esperanzas, por lo que hizo de la literatura y la política un mismo estandarte libertario

Eso, precisamente, es lo que caracteriza al discurso narrativo de Bosch, dejándonos una estética fundacional que asume al ser humano, en su existencia, de manera recíproca, sin perder la magia metafórica y multívoca de los sentidos de la lengua.

Es la gente, es el pueblo dominicano, es nuestra media isla, en su insularidad de libertades y clamores, la que ruge, clama y reclama su condición existencial en la narrativa de Juan Bosch, quien, desde un principio, se entregó por amor y compromiso a su pueblo… al  pueblo dominicano.

Bosch, el escritor, el cuentista, el novelista, el crítico literario, el escultor, el gestor cultural, el político y poeta, el sociólogo: el hombre, fue y es un personaje vital de sus propios cuentos, por lo que plasmó su trajinar por la vida en su literatura. Narró sus penurias, narró sus fortalezas y sus debilidades, narró sus virtudes, narró sus utopías y sus anhelos: Él hizo suyo cada resuello de nuestro pueblo.

Desde su narrativa, no sólo se convirtió en el filósofo hermeneuta, sino que construyó un filosofar desde la interacción dialógica de sus personajes e hizo de la literatura una estrategia estética para la reflexión, el deleite y la emancipación del ser humano.

En su obra literaria, contar su dolor y la angustia ajena, se constituyó en su apego al mundo, y sus quimeras forman parte de sus esperanzas, por lo que hizo de la literatura y la política un mismo estandarte libertario, una defensa abierta a la integridad de los humildes. Su discurso narrativo se constituyó y se constituye en expresión transcaribeña, rompiendo así los marcos de la insularidad en cada trama de sus cuentos y de su novelística.

Aunque participaba en  el grupo de escritores llamado “Los Nuevos”, en La Vega, (1936), no se le puede ubicar en ningún movimiento literario del país, ni del exterior. Es un caso singular dentro de la literatura dominicana contemporánea. Digo singular, porque supo acoplar los clamores de su tiempo con la dinámica enunciativa de los sujetos actuantes en su narrativa.