(Conferencia dictada en el desarrollo del programa conmemorativo del centenario del natalicio del Profesor Juan Bosch).

La creación literaria es un acto de manifestación estética  de  las vivencias y cotidianidades del sujeto escritor. En este caso, la enunciación asumida en el discurso narrativo de Juan Bosch, se nos presenta a partir de la proyección de sus personajes y de la contextualización de su entramado narrativo.

La vida y sus múltiples facetas es lo que fluye de este narrar que se apega al ser humano y a sus laberintos. En la narrativa de Juan Bosch el hombre y la mujer son asumidos como seres que se entrecruzan  en  sus avatares.

El destino, la esperanza, el dolor, la libertad, la abnegación, el amor, el desamor y las utopías entran a formar parte de una discursividad llana y poetizada, a la vez, porque allí…la palabra, o mejor dicho, el uso de la lengua, nos llega sin muchos vericuetos, para que el lector pueda descifrar y ver, y sentir los universos semánticos y humanos que expresan. Es que son los hondos sentidos de lo humano los que brotan de los personajes de Juan  Bosch  en su narrativa.

Es el pueblo dominicano que, con carácter de universalidad, se explaya en los cuentos y en la novelística de Bosch. Son nuestras creencias, nuestros ritos y nuestros sentimientos vitales, los que confluyen en  el discurso narrativo de este autor, quien se apegó a la lectura, a partir de los cuentos que le leía y le contaba  su  abuelo,  don   Juan Gaviño.

El contexto sociopolítico, cultural y económico de su época queda registrado en cada tramo de su narrar, porque en el escritor y en el político que representaba y representa Juan Bosch, se enarbola el paradigma del intelectual orgánico, comprometido con su tiempo y con su gente.

Muchos críticos literarios y lectores comunes se preguntan por qué Bosch, casi siempre, evoca en su narrativa al campesino cibaeño. Esto responde al apego  consustancial de su vida a aquella tierra, porque fue allí donde nació y palpó y convivió, desde la vecindad o desde la vivencialidad familiar.

Desde que publicó su primer libro de cuentos titulado Camino Real (1933), donde manifiesta lo visto, vivido y escuchado por él en su pueblo natal, La Vega, asumió la apuesta del decir estético y denunciante desde su contexto, en su demarcación geográfica, desde el pueblo dominicano hacia el mundo. Para algunos analistas, con esta obra se da inicio a la escritura del cuento moderno en la República Dominicana.

Aunque no se trata de  un texto literario de recreación, con la publicación de su obra Indios: Apuntes históricos y leyendas (1935), se pone en evidencia el analista agudo, observador y crítico que sentía el exterminio brutal de nuestros aborígenes, por parte de los mal llamados “colonizadores”.

De  ahí  su  impronta, al poner de relieve, de manera abierta y sentida, a la sociedad dominicana, al publicar su novela La Mañosa (La Novela de las Revoluciones) (1936), donde convierte a una mula en su personaje central y a un niño enfermizo, como narrador de lo acontecido. Una mula con sus perezas y sus torpezas, representando lo que éramos entonces: un pueblo que iniciaba a ser sojuzgado por la naciente dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina. En esta obra se presenta el panorama caudillista previo a 1930, el cual constituye uno de los ejes históricos de la dictadura trujillista en nuestro país.