En la  tesis número once sobre Feuerbach, Carlos Marx  ha señalado  que  "Hasta ahora los filósofos se han preocupado en interpretar de diversos modos el mundo.  Pero de lo que se trata es de transformarlo".

Asumida en si misma, podría interpretarse que en esta,  Marx plantea como contrapuestos "interpretar" y "transformar". Y no es así. Esa tesis es una de las  que escribió para argumentar desde diversos aspectos,  que  la realidad es  punto de partida, y ulteriormente de llegada,  del pensar y la práctica política. En el contexto general de la teoría marxista, hay que “interpretar para transformar”.

Dicho esto, cabe preguntar, y responder ¿Desde cuál perspectiva teórica interpretamos en el progresismo y la izquierda la coyuntura electoral en curso?

La que discurre es la coyuntura electoral más compleja, con más nudos a desatar, y  más vericuetos a dilucidar,  que hayamos vivido desde 1962. No es fácil orientarse en  la misma  desde una perspectiva revolucionaria, es decir, realista, objetiva, con propósitos de encontrarle un lugar a lo revolucionario,  con la mirada puesta en crecerlo en nuevas circunstancias.   Y a ese fin,  se necesita una buena matriz teórica y buen juicio político.  Sobre todo,  porque cuando se camina en un terreno ajeno, la trampa minada está por todas partes y hay que evitar pisarla.

Lo más fácil es irse a las veras  del camino y gritar descalificativos a los que decidimos caminar por el medio.  Pero esa no es una actitud revolucionaria. No  ha sido nunca práctica de ningún proceso revolucionario triunfante, como la revolución de octubre de 1917, en el que “los bolcheviques participaron en los parlamentos más reaccionarios”, dice  Lenin, líder indiscutible de esa experiencia,  en  su obra la enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo.

Ni acaso se dio en  el más cercano a los dominicanos, el  de Cuba. Porque de acuerdo con su líder de siempre,  el Comandante Fidel Castro, la revolución en ese país fue síntesis de 100 años ininterrumpidos de lucha. En estos, fue una experiencia necesaria  la  participación de los comunistas en el proceso y elecciones  de 1940- 44,  en la constituyente primero,  y  apoyando luego la candidatura presidencial del  General Fulgencio Batista,  el mismo que años después devino en dictador y se hizo  necesario derrocarlo  por las armas. De esa experiencia surgió parte del discurso motivador y el  programa de Sierra Maestra.  Sin esas enseñanzas, habría  sido más difícil ganar el amplio apoyo popular a la revolución de 1959 en adelante.

En las posturas, más que en el análisis, de los que resisten la política de frente amplio opositor para derrotar al PLD/Gobierno,  observo dos matrices filosóficas, sean o no sus portadores conscientes de las mismas; cuáles son, el Voluntarismo (San Agustín, Arthur Schopenhauer y otros) y el Existencialismo (Friedrich Nietzche, Soren Kierkergard, Albert Camus, Jean Paul Sartre y otros).   La primera  asume la voluntad como más importante que el conocimiento de la realidad; de la que depende todo; y en consecuencia   el análisis de la coyuntura no es importante.  Es la más presente en la izquierda y el progresismo actual.  De ahí la práctica política "de oído",  regida por el esquema simplificador  de lo bueno y  lo malo, sin más;  y desde luego, la toma de  partido por lo que de antemano se  considera bueno;  y así, tocar la campana mientras se sea monje.

Hay una militancia, revolucionaria sin discusión alguna, pero de la que se puede predecir sus posiciones políticas cualquiera que sea la circunstancia, porque dirá y hará lo mismo, dado que es movida por la voluntad.

La existencialista,   para la cual la realidad es la que asume cada individuo en función de su experiencia personal,  y en consecuencia,  la política es la impronta de un estado de situación individual.  La realidad no es otra que su propia realidad. Para el  existencialismo el  conocimiento surge de la experiencia inmediata en las vivencias   de cada individuo en si mismo, sin asumirse parte de un todo social.

Las emociones suelen ser la fuente principal de la práctica de los políticos fundamentados en el existencialismo. Dicho en términos populares,  "cada cabeza es un mundo".

De tal manera, habría tantas realidades  como individuos existan. En ese predicamento,  la política, como orientación del qué hacer de colectivos humanos en busca de hacer incidencia en la sociedad y del  poder,  estaría en función del individuo que sea capaz  de lograr que otros asuman su visión.  Una personalidad determinaría la práctica de muchos otros.

Es algo habitual en partidos y movimientos dependientes de una persona, que por razones diversas,  haya logrado cierta trascendencia que la  coloca como factor de convergencia de otras.

No es extraño que estas tendencias proliferen, así sea de manera inconsciente en nuestro movimiento, porque no hemos tenido triunfos políticos resonantes; más bien derrotas y desengaños, llegada tarde a procesos importantes;  divisiones tan lamentables como inexplicables, y caídas históricas como las de Manolo, el Moreno, las hermanas  Mirabal, Caamaño y otras.  Por América Latina y el Caribe han pasado tres olas de cambios democráticos desde los años de 1950 en adelante,  y a pesar de todas las luchas del pueblo dominicano,  no han tocado a la República Dominicana. En el pueblo mismo hay mucho de sensación de derrota histórica.

Puede ser que esa militancia esté afectada de impotencia y haya asumido el tremendismo,  la consigna estridente para hacer sonido, sin posibilidades mínimas de concretarla  en hechos prácticos trascendentes. Estas son expresiones de individualidades insertas en el existencialismo.

En la Rusia de 1907, tras la derrota de la revolución que inició en 1905, fueron muchos los revolucionarios que se refugiaron en la filosofía no marxista, y Lenin hubo de proponerse revertir esa derrota, que fue política primero, y luego filosófica.  Su libro materialismo y empiriocriticismo es precisamente una respuesta a esa situación.

Existencialistas y voluntaristas  se distancian de la filosofía marxista,  que como se dijo al inicio de este artículo, propone un instrumental de análisis de  la realidad como punto de partida y llegada de la reflexión y la acción.  Lenin la sintetizó diciendo que es "el análisis concreto de la situación concreta".

Si en  el pensamiento del presidente Mao Tse tung hay conclusiones reivindicables, son precisamente las que le hicieron posible sortear y llevar al triunfo un proceso supremamente mucho más complejo como el de China que lo que vemos en la actualidad dominicana. Desarrolló un  instrumental de análisis focalizado en el estudio  de las contradicciones, esencial de la dialéctica, y dentro de estas puso en resalto “el aspecto principal de la contradicción” en cada momento histórico.  Desde esta matriz teórica,  se puede comprender la política de unidad opositora;  y  que el  PLD/Gobierno es el blanco principal a derrotar en el 2020, condición esencial para dar solución en otro momento a otras contradicciones, en el marco de una correlación de fuerzas, que también es una categoría marxista básica  para el análisis de la realidad política.