Una muestra para el disfrute de la musicalidad dominicana es la exposición Fiesta, fiesta, viaje por la territorialidad musical dominicana, en el nuevo relanzamiento de este importante Centro Cultural de Banreservas en la ciudad colonial, con una dinámica intensa de exposiciones y diálogos con el arte y la cultura dominicana, bajo la dirección del joven artista y comunicador, Mijael Peralta y la visión amplia de la Dirección de Relaciones Públicas de la institución en las personas del comunicador Wilson Rodríguez y Lina Hernández.

La República Dominicana, junto a Cuba y el mismo Puerto Rico, son lugares de una gran diversidad y riqueza musical que han llenado de gloria y alegría al mundo. Las Antillas en sentido general poseen un rasgo sonoro muy particular alimentado por el encuentro de culturas y ese mestizaje muy intenso en el ritmo, nos caracteriza acompañado de su danza, igualmente cadenciosa y subliminal que une lo que en otras culturas se suele separar: música y danza.

Nuestro país es portador desde mediado del siglo XIX, de una gama de géneros musicales, en su mayoría originados en la zona rural, los barrios de algunas ciudades y sus zonas marginales semiurbanas. Dos de esos géneros han logrado la cima de Patrimonio Inmaterial de la UNESCO, el merengue en el 2016 y la bachata 2020. Importante es destacar que no son los únicos populares en nuestro país, aunque sí los de mayor fervor y divulgación radial, televisiva y de espectáculos y centros de diversión.

El estudio detenido, como podemos observar en la exposición, Fiesta, fiesta, curada y conceptualizada por el antropólogo, musicólogo e investigador Edis Sánchez y con montaje de Raulina Capellán, del Centro Cultural BR, nos arroja una diversidad de géneros populares, organologías variadas según estos géneros, contextos, significación de estos ritmos y destinatarios y motivos variados de sus convocatorias que va desde lo sagrado popular, lo simplemente lúdico, hasta la mezcla de ambas razones en un mismo lugar o convocatoria, como vemos, la muestra se apoyada en instrumentos, sobre todo de percusión, una de las bases de nuestros ritmos.

La República Dominicana, junto a Cuba y el mismo Puerto Rico, son lugares de una gran diversidad y riqueza musical que han llenado de gloria y alegría al mundo.

Esta exposición que presenta ocho ámbitos o géneros musicales desde sarandunga, son, merengue, pri pri, salves, atabales, balsié, congos, y  otros, se hizo posible organizarla en la muestra expositiva del Centro Cultural de Banreservas, para lograr una explicación visual, textual, sonora y de imágenes fotográficas, y varios recursos tecnológicos, capaz de resumir en esa sala la complejidad organológica que el curador Edis Sánchez propuso por tipo de usos, como los bailables en pareja, los de naturaleza socioreligiosos, el canto vocal, entre otras formas de clasificación, apoyada la muestra museográfica en 80 instrumentos musicales representativos de esta gama musical expuesta de toda la geografía nacional.

De esa manera presentó también la exposición las formas en que el pueblo dominicano traduce, no solo su alto sentido sonoro y musical, sino de la manera en que, el cuerpo y el imaginario se han apoderado de esos ritmos haciéndolos, a la vez que místicos, también lúdicos, sentimentales, patrimoniales, festivos, de valor comunitario y de reforzamiento de la memoria del grupo y de sus identidades.

En su conceptualización musicológica, construyó como  eje de las emociones, lo sonoro y rítmico,  que son parte de la cohesión social dominicana y de su esencia y existencia como pueblo que ha hecho de la música un acompañante fiel de sus penas, alegrías, celebraciones, despedidas de todo tipo, y otras ritualidades sociales que forman parte de su cotidianidad, pues un concho sin música, es una desventura para el conductor  y los pasajeros, así como cualquier ceremonia no importando su naturaleza, social o sagrada.

Todo lo anterior como nos hace ver esta exposición, sin la música carece de la mitad de su entusiasmo y motivación porque en nuestro pueblo, lo sagrado y lo secular, la vida y la muerte, el bien y el mal, no están separados en las estructurales mentales de algunos de nosotros, de ahí que toda ritualidad va acompañada de la musicalidad que sirve de catarsis y reafirmación.

Estos propósitos logra esta interesante muestra de instrumentos, contextos y sonoridades expuesta en el Centro Cultural de Banreservas, y que el investigador y músico Edis Sánchez logró, con el equipo de Banreservas, impregnar fiesta a la muestra, alegría, información, contenido, colorido, sonoridad y, apoyándose en esa artesanía musical, como lo definió Edis Sánchez, quienes hacen posible la existencia y uso de nuestra organología, con la que el pueblo dominicano acompaña su cotidianidad y celebra la vida.