La escritora Irene Vallejo, Premio Nacional de Ensayo en España (2020) ha publicado un artículo titulado “La tentación vive entre líneas” donde relaciona la ficción con el problema de la tentación.
La historia de la literatura nos muestra citas de importantes pensadores -Vallejo coloca algunas de esas referencias- que advierten sobre los riesgos que implican los libros para quienes aspiran a una “vida decente”.
Y como señala la autora, las fobias se extienden a otras manifestaciones de la creación como la música, el cine o la producción audiovisual en general, porque todas ellas pueden estimular la imaginación y los deseos prohibidos por la cultura.
Desde Ulises hasta Un tranvía llamado deseo -para colocar solo dos ejemplos de la literatura contemporánea- la creación artística ha confrontado la censura que intenta justificarse en nombre de un orden moral.
No obstante, si la ficción puede llevarnos a la tentación no se debe a la supuesta inmoralidad inherente a la imaginación artística, sino a que conecta profundamente con los deseos, pasiones y expectativas connaturales a la condición humana mediatizándolos a través de la narración y de este modo, dotándolas de identidad y de significado.
En este sentido, la ficción no nos arroja a demonios cuya existencia depende de nuestra entrega a la experiencia artística -la falacia más absurda de quienes son adeptos a las censuras literarias- sino que nos muestra las posibilidades emocionales que constituyen nuestro proyecto vital.
Como señala Vallejo, “Gracias a la imaginación, exploramos en territorio seguro los dilemas y conflictos que nos arrojará la vida. Conocerlos nos permite aprender, elegir, equivocarnos casi siempre, acertar tal vez”.
Es una de las razones por las que es peligroso subordinar la creación artística a fines morales, un tema aparentemente superado, pero que emerge de modo cíclico con el retorno de los puritanismos.