La denominación jurídica procesal penal para el que practica un aborto es feticida. Así lo han denominado los doctrinarios, y es el delito de mas difícil constatación que existe, toda vez que depende obviamente del estado del feto al momento de ser extraído antes del decurso necesario del mismo, habría que probar que dicho feto, estaba viable al momento en que se realizó dicho aborto, y no solo esto, sino sin el sangrado normal o provocado que le precede casi siempre, no han ocasionado el cese de su existencia independientemente de su Madre. En el país, existen precedentes en la Procuraduría Fiscal dirigida por el Magistrado Hernández Peguero, en la cual se hicieron batidas y “operativos” contra dichas clínicas y médicos, los cuales, todos, tengo entendido, fueron descargados de las acusaciones realizadas, evidente y obviamente, bajo la premisa cierta de la inexistencia de pruebas vinculantes. Vimos en su oportunidad jóvenes, novios, médicos y enfermeras sometidos a la acción de la justicia penal, con parafernalia mediática y todo lo que implica.

El artículo 37 de la Constitución de Leonel establece: “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte. No podrá establecerse ni aplicarse, en ningún caso, la pena de muerte.” Evidentemente de la redacción de dicho texto, encontramos una protección constitucional a la vida, no desde el momento del nacimiento, sino desde la “concepción” misma, por lo que, constitucionalmente, cualquier interrupción del embarazo, si se comprueba que la mujer estaba encinta, aunque sea de quince días, deviene en “feticidio”, sin que la ley pueda atenuar, regular o modificar esto. Lo que nos lleva a establecer ciertamente que las píldoras del día después o cualquier método que termine la criatura concebida es crimen. Luego entonces, las modificaciones realizadas al Código Procesal penal, serán declaradas inconstitucionales por el Tribunal Constitucional de Leonel, lo cual sin ser mago, ni clarividente, hoy anuncio que será sometido y así proclamado.

Mientras somos todos feticidas de una u otra manera, en donde salen publicaciones que el cincuenta por ciento de los niños que llegan a los hospitales dominicanos sufren de desnutrición, donde las niñas de quince años paren y son abuelas a los veintiocho, y donde la construcción de escuelas, se entienden como aportes a la educación, y lo peor de todo, donde la Iglesia, se presenta como paladín de la vida, estoica y feroz defensora, de aquello que a diario mancillan los curas pederastas, violadores, alcahuetes, celestinos (a quienes luego les retuerce la “moral”)  e hipócritas.

Las observaciones, aunque insuficientes, bajo la premisa de la Constitución, así serán declaradas inconstitucionales, y quedarán los constitucionalistas prendados de su apego a la Carta Magna, de haber salvado el país, la moral, las buenas costumbres y sobre todo, la vida, que a diario son despreciadas, ofendidas y lastradas por aquellos que sin apego a ella pretenden solventar su vigencia y aplicación.

Vivimos, lamentablemente, de espaldas a nuestra realidad, a nuestra miseria y a nuestra ignorancia, tanto así, que llega un Presidente que nos hace aunque sea muecas, que salta charquitos, que se aparece en escuelas sin terminar (con cámaras y todo), da supuestos “boches”  y queremos que siga y siga, aunque en el fondo todo siga igual o peor.

Esperemos pues, que el golpe avisa.