Dos nombres comunes. No dicen nada no llaman la atención, carecen de apellidos sonoros y linaje familiar. Dos nombres que todos hemos repetido por la crueldad de sus asesinatos a manos de degenerados. Dos nombres, junto a otros más escuchados hasta la extenuación. Víctimas de sus verdugos, de la sociedad y de un Estado que se deja maniatar por los que dictan preceptos obsoletos de Iglesias en pleno siglo XXI, y por supuesto, sumado a la pobreza, bajo nivel de educación en las familias de cada una de éstas víctimas. Unos padres "tolerantes", envueltos en el silencio de una ignorancia que los carcome. Personas que han pagado con su vida sus erróneas actuaciones en manos de misóginos y enajenados mentales con cierto poder. Triste final…..

Esto, lectores, no solo sucede en campos atrasados sino también en la misma ciudad capital. A muchos les cuesta creer que una gran cantidad de adolescentes ya están iniciados en actividades sexuales peligrosas sin información ni orientación. Existen padres, escuelas y demás responsables que no educan en los temas sexuales por conceptos arraigados en preceptos de dogmas totalmente ajenos a la realidad. Por ejemplo, ¿Usted con el adolescente habla de cómo prevenir un embarazo, saber usar un condón, tomar la pastilla "del día después" (pastilla específicamente para prevenir embarazos luego de una relación sexual vendida en muchos países civilizados), o de tener algún control o supervisión una vez iniciada la actividad sexual, ya no solo por embarazos sino por enfermedades venéreas?, en caso de violación, acoso, ¿qué hacer, a dónde dirigirse?. Esto no es libertinaje es prevención en un Estado sin garantías sin justicia y lleno de familias ciegas. Educar en valores, como tanto se cacarea en esta sociedad "doble moral" es prevenir, actuar y denunciar para no lamentar.

Fernely, Emely y otros tantos, fueron usados por sus verdugos como si fueran papel de baño y permitido por ellos. Sus familias, no ayudaron a paliar la complicada situación, ya sea, por conveniencia material, machismo, esperanza de una vida mejor en el caso de muchachas tan jóvenes con novios o maridos mayores que ellas (lo vemos a diario) o simplemente miraron hacia un lado. Se toparon con asesinos.

Con estos horrendos casos de violencia, la sociedad abre los ojos de estupor frente a situaciones que seguro muchos callan. No han sido los primeros ni serán los últimos. La maldad habita en cualquier lugar y en un Estado tan conservador y de familias que prefieren "ignorar" antes que denunciar pues la balanza se torna hacia la maldad de seres que se siente con poder absoluto sobre personas vulnerables y poco empoderadas.

En ese sentido, es responsabilidad de las familias y el Estado dominicano ayudar y llevar la educación sexual a todos los rincones, protección, aprobar el derecho al aborto en las tres causales y atacar el machismo enraizado en la sociedad,  esto es educar en valores, no esperar a que lo "divino" actúe.