El crecimiento y la madurez de un país, se mide o se percibe, no sólo desde su desarrollo estructural o desde su marco geográfico, sino también desde la dinámica social de sus instituciones y, a partir de la conducta asumida por los sujetos responsables de su accionar cotidiano.

La convivencia civilizada del sujeto, ha estado normada por la convivencia y el respeto entre las partes y cuando esta convivencia encuentra rupturas, se procede a buscar solución a los inconvenientes que impiden ese convivir. Es entonces cuando aparece la búsqueda de mecanismos que contribuyan a solucionar los conflictos y se procede a la mediación y/o al arbitraje, para iniciar un proceso de negociación en procura de resolver los inconvenientes o los conflictos.

Dentro de la diplomacia moderna, el arbitraje y la mediacion, son dos efectivos mecanismos de búsqueda de solución de conflictos, a los cuales hay que recurrir tan pronto nos percatamos de que algo está entorpeciendo o limitando la coexitencia pacífica entre sujetos o entre nuestras instituciones democráticas.

En la Carta de Las Naciones Unidas, en su artículo 33, se plantea lo siguiente:

“Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación,la investigación, la mediación, la conciliación, construcción de un clima de armonía entre personas, instituciones o entre países".

De igual forma, en la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), aunque hoy en día luce con sus sombras y nubarrones de desprestigio mundial, en su artículo 25, nos dice que: “Son procedimientos pacíficos: la negociación directa, los buenos oficios, la mediación, la investigación y conciliación, el procedimiento judicial, el arbitraje y los que especialmente acuerden, en cualquier momento, las Partes.”

No he querido referirme a otros detalles negativos de la organización de esa Feria del libro en España, como la omisión de escritoras dominicanas de cierto renombre, como, con sobrada razón, se ha reclamado a nivel de la prensa nacional e internacional.

los redactores de la Carta de las Naciones Unidas la mencionan en primer lugar, en el artículo 33, que establece que:“Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación,la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección”.

Acudo a estos planteamientos, para referirme a las contradicciones públicas que han surgido, a propósito de la Feria del Libro-2019 en España, dedicada al país, ya que, entiendo que esto ha sucedido por la falta de dominio del protocolo diplomático y la ausencia de una asesoría oportuna y sabía, a la luz de una diplomacia proposititiva, coordinada y reorientada hacia el adiestramiento previo de nuestros agentes diplomáticos y consulares, antes de presentar sus credenciales ante las autoridades del país receptor, en este caso España, sin importar el título o el renombre de la figura que haya sido designada, debe ser sentado un curso previo de formación diplomática, el cual debe ser obligatorio, sin importar la urgemcia del caso.

Tan pronto se dio a conocer la contradicción entre el Ministro de Cultura y nuestro Embajador dominicano en España, lo cual NUNCA debió ocurrir, una Comisión estratégica de arbitraje y mediación, de manera discreta, debió buscarle solución a esa situación, porque, por falta de experiencia, no por mala fe, la imagen del país se ha puesto en juego. En esa mala imagen del país, a nivel internacional, se pone en entredicho, la supuesta inmadurez de nuestra diplomacia y la posible falta de coordinación operativa de nuestras instituciones gubernamentales.

Esas contradicciones, por prudencia de Estado, nunca debieron ser difundidas, sino sostenidas en la búsqueda de solución conjunta, y al final, expuestas y discutidas, para fijar soluciones administrativas-protocolares y evitar que se vuelvan a repetir en otras esferas de poder. Por encima de los protagonismos gerenciales, está nuestra patria. Eso nos obliga a revisar el funcionamiento de nuestra diplomacia en el plano internacional.

Lo sucedido en este caso, no es tan simple, es un problema de Estado de caracter transnacional, va más allá de nuestra insularidad y pone en entre dicho a nuestra diplomacia, en manos inexpertas, carentes de real formación en el área. Una cosa es ser "buen abogado" y otra es ser eficiente diplomático. Una cosa es ser "buen ministro" y otra ser "buen gerente de recursos humanos y administrativos".

Por ahora, lo que está en juego es la imagen del país, actuemos ya a tiempo, para bien de la República Dominicana, y, al final, "rasguémonos las vestimentas", en caso de ser necesario, si no funcionan el arbitraje y la mediación diplomática.

Por encima de los baches ya ocurridos, el país debe participar en esa Feria. El Ministerio de Cultura debe integrarse y, luego, al finalizar la feria, que rueden las cabezas de quienes han puesto a ras de suelo, la imagen de nuestra patria. Lo cual dudo que suceda.

Usted me dirá, con sus razones, que eso era complicarse la vida, que era más simple una reunión entre ambos ministros. Sí, eso es cierto, pero eso demuestra que ambos ministros carecen de asesores con sentido u olfato político, con experiencia de Estado.

Qué hacer frente a este caso de la Feria del Libro -2019 en España, donde nuestro país es el invitado de honor. Lo aconsejable es olvidar las fallas y seguir adelante con el montaje, por lo que el Ministerio de Cultura debe actuar con sentido de Estado e integrarse a los trabajos y hacer que nuestra patria cumpla su misión en ese importante evento cultural internacional, porque nuestro compromiso es proyectar nuestra marca-país, por encima de las falencias protocolares ya exhibidas.

Una vez pasada la feria del libro, ambos ministerios deben ajustar o coordinar sus actividades conjuntas, a sabiendas de que, por ley, al Ministerio de Cultura le corresponde la coordinación de las actividades culturales a nivel nacional e internacional. Eso no implica imponer protagonismos, porque, al final, quien pierde es el país.

En este caso particular, lo que se ha puesto al desnudo es la existencia de debilidades institucionales y protocolares en nuestras organizaciones gubernamentales, lo cual nos favorece, en la medida en aprovechemos esos vacíos, para fortalecer nuestro sistema administrativo nacional, muy especialmente, en lo concerniente a la madurez de nuestra diplomacia, sobre todo ahora, que ya contamos con una Carrera Diplomática, la cual es urgente aplicar, por encima de la politiquería ramplona
que tanto daño le hace al país.

No he querido referirme a otros detalles negativos de la organización de esa Feria del libro en España, como la omisión de escritoras dominicanas de cierto renombre, como, con sobrada razón, se ha reclamado a nivel de la prensa nacional e internacional.

He querido resaltar ese detalle de nuestra diplomacia, con la salvedad de que, no en todos los casos, funciona así, sino que tenemos hay casos representativos, donde nuestra diplomacia da muestras de madurez, entereza administrativa y buen tacto político, para que nuestro país siga creciendo en el concierto de naciones, en este tiempo pluripolar, dominado por el indetenible avance de la globalización, donde, hasta nuestras pisadas y estornudos, son divulgados en tiempo real.

Eso implica que cuando estamos representando a nuestro país, el YO particular, personal e individual, debe convertirse en el NOSOTROS, como nación, por la defensa y el desarrollo de una diplomacia marca-país.