La desigualdad es un problema que va en aumento en todo el mundo. Es un fenómeno cada vez más notorio y que, a diferencia de otras épocas, en la actualidad afecta no sólo a países pobres o subdesarrollados sino también a países ricos que han sufrido el efecto de la última crisis financiera o países que tienen dificultades para que sus economías y su población prosperen en el marco de la globalización. Se puede afirmar que la desigualdad hoy afecta en mayor o menor medida a todo tipo de países y territorios. Según estimaciones de distintos organismos e instituciones, para el año 2016 tan solo el 1% de la población concentrará más riqueza que el 99% (Seery y Arandar, 2015). La realidad ofrece este contraste dramático: del total de la población mundial, 85 millones de personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población del planeta, es decir, 3.500 millones de personas (Seery y Arandar, 2015).
La riqueza mundial, los contactos internacionales y la capacidad tecnológica son ahora mayores que nunca. Pero la distribución de estas mejoras ha sido extraordinariamente desigual (Banco Mundial, 2001). El informe de Desarrollo Humano 2014 muestra que entre 1990 y 2010 las desigualdades económicas aumentaron en los países desarrollados un 11%. La región del África Subsahariana posee la tasa de desigualdad más alta en el ámbito de la salud. Y Asia Meridional posee la tasa más alta en Educación. Para el desarrollo humano la desigualdad es un factor de amenaza importante, especialmente porque es un reflejo de la falta de oportunidades. La desigualdad limita el futuro del desarrollo humano porque reduce las inversiones destinadas a servicios básicos y bienes públicos, frena la progresividad del sistema de impuestos y aumenta las posibilidades de inestabilidad política. La profunda desigualdad entre grupos no es solo algo injusto, sino que también puede afectar al bienestar y amenazar la estabilidad política. Cuando se discrimina a ciertos grupos, los recursos y el poder no se distribuyen basándose en los méritos, por lo que muchas personas con talento se quedan fuera del reparto.
En los países desarrollados, aunque la desigualdad está también presente, es menos perceptible debido a que no se manifiesta de forma tan clara ni afecta a la mayoría de la población. Aun así, la desigualdad está aumentando y es una lacra en los países de Índice de Desarrollo Humano (IDH) alto, grupo que en general coincide con los países ricos.
La desigualdad es un fenómeno que se puede analizar en sus distintas dimensiones: desde la distribución de la población, el acceso a la educación, el acceso a los sistemas de salud, hasta la calidad de vida de las personas o grupos sociales. Por supuesto, también hay que considerar el reparto de las riquezas del país, el aprovechamiento de los recursos naturales o el acceso a empleos dignos. Un sondeo realizado por Oxfam refleja el sentir de la mayoría de la población, quienes piensan que las leyes y las normativas actuales van en beneficio de los más ricos. Tomando como muestra seis países, se pone de manifiesto que la mayoría de la población considera que las leyes están concebidas para los ricos (OXFAM, 2014). Llama la atencion que este grupo sean países desarrollados o se encuentran entre los más desarrollados de su respectiva región; y que la percepción que sus ciudadanos tienen del contexto normativo y legal que envuelve sus vidas sea similar a la percepción que existe en países atrasados o pobres.
En el caso de la educación, es una variable muy relacionada con la pobreza. Cuanto mayor son las tasas de analfabetismo de un país, mayor será el riesgo de pobreza de sus habitantes. Esto se explica de la siguiente manera: “La persistencia de la falta de equidad en el acceso a la educación asociada al extracto social de origen indica que, en gran medida, las oportunidades de bienestar de los actuales jóvenes ya quedaron plasmadas por el patrón de desigualdades prevalecientes en la generación anterior” (CEPAL, 1997).
Uno de los factores que da sentido a la Cooperación al Desarrollo es precisamente la existencia de la desigualdad en el mundo en que vivimos. Quienes nos gobiernan no han podido, o no han puesto los medios, para erradicar este mal de nuestra sociedad. Es importante tener los conocimientos que nos permitan entender qué es la desigualdad, por qué existe, cuáles son sus consecuencias. De otro modo, miraremos a nuestro alrededor ignorantes de lo que nos rodea y paralizados ante las injusticias.