Si alguna utilidad tiene la filosofía después del giro lingüístico es la de escudriñar los usos cotidianos del lenguaje; buscando siempre aquello que de oculto hay en los enunciados y sus contextos, reglados o no, en las distintas esferas de la vida humana. Regularmente leo las noticias que abordan la terrible realidad de los frecuentes feminicidios en el país. Tras le lectura me quedo impávido al notar que en más del 80% de las noticias leídas se dice que la víctima “deja” en la orfandad un determinado número de hijos.

Aunque lo que diré en este momento no cambia en nada el espanto que causa este hecho trágico, a punto de convertirse en una pandemia nacional a la que solo se le presta atención cuando arroja algún beneficio político o personal, es importante decirlo porque en el lenguaje se declaran nuestras convicciones, esto es, en el modo en que usamos las palabras transmitimos creencias, ideas, modos de ver el mundo en que habitamos.

El verbo dejar es un verbo transitivo con más de veinte usos o construcciones diferentes. Gramaticalmente a los verbos transitivos se les añade un complemento directo, es decir, un sustantivo que reciba directamente la acción que indica el verbo. Por ejemplo, si digo Pedro dejó la guitarra, el sintagma nominal “la guitarra” está unido al verbo de la oración de modo directo, no hay nada (preposición o adverbio) entre uno y otro. Desde este punto, gramaticalmente no hay problema en decir, por ejemplo, “la víctima deja tres niños en orfandad”; ya que “tres niños” funge como sintagma nominal unido directamente al verbo dejar. No sucede igual cuando el titular del periódico dice lo siguiente: Mujer asesinada en Sabana Perdida por expareja deja en la orfandad una niña (ver Diario Libre, 13-04-2019).

En el caso del titular del periódico se coloca un sintagma circunstancial cuando lo que conviene gramaticalmente es un sintagma nominal después del verbo transitivo dejar (y lo mismo sucede después del verbo asesinar, que también es transitivo, por lo que demanda el mismo tratamiento que el verbo “dejar”). En este caso el problema gramatical se resuelve de modo muy simple, colocando el complemento circunstancial después del complemento directo; lo correcto es: “Mujer asesinada por expareja en Sabana Perdida deja una niña en la orfandad”. En esta disposición, toda la oración “mujer asesinada por expareja en Sabana Perdida” funciona como un sintagma nominal y no circunstancial, puede sustituirse por un nombre o pronombre (¡jamás los circunstanciales!), así:

  1. Angélica María Rodríguez Muñoz deja una niña en la orfandad.
  2. Ella deja una niña en la orfandad.

Con ello mostramos cómo, gramaticalmente, el deseo por brindar un exceso de información impactante lleva al redactor a cometer doble error con los complementos directos y los complementos circunstanciales. Ahora bien, si nos adentramos un poco más, en términos de sentidos y de política del uso del lenguaje, nos deja con la sensación de que hay un “soltar”, un “abandonar” (in)voluntario que no es reflejado por el verbo “dejar” puesto que el sujeto de la oración es activo y, en el caso del feminicidio, es la perdida absoluta de cualquier actuación voluntaria. La muerte de una mujer a manos del padre de sus hijos es una catástrofe que irrita y que raya en lo salvajemente absurdo por sí mismo, fracasa el periodista cuando intenta, tal vez para no quitarle protagonismo a la víctima (y así apelar a la sensibilidad morbosa del lector), situarla como el agente del verbo usado.

La víctima no deja en orfandad, sino que la niña es la que está obligada a quedar en dicha situación por la acción criminal de un tercero.  Orfandad es un cultismo para indicar el estado de quedar huérfano, esto es, los niños quedan sin padres (los dos) o sin uno de ellos. Si usáramos dejar sería el victimario quien ejecuta la acción criminal y deja los niños en tal situación. Los niños sufren la acción de otro, el varón criminal, de ahí la voz pasiva. Como orfandad es un estado, basta la preposición “en” y no hay que ponerle artículo delante para que tenga sentido. Nótese cómo anteriormente he dicho “en orfandad” y no “en la orfandad”.