Conclusión
El feminicidio es un fenómeno del cual se ha escrito poco, en especial sobre su origen, raíces culturales y sobre todo en su prevención; pero la mayoría de datos recopilados en otros países de Latino América y el nuestro, revelan que la mayoría de los agresores generalmente oscilan entre la edad de veinte y cinco, a cuarenta y cinco años, que presentan un bajo nivel educativo y cultural, también se reportó que la violencia de género o familiar se haya íntimamente ligada, a la pobreza, la marginalidad, bajo nivel educativo y pobre información general y la mayoría de datos registrados en análisis y estudios, muestran una actitud exagerada del hombre en cuanto al control, dominio y “derecho de posesión” sobre la mujer, en las relaciones íntimas de parejas.
Respecto a los asesinatos de mujeres en el ámbito entre parejas o exparejas, un estudio realizado en el país, por el Centro Reina Sofía en su tercer informe internacional, entre 2000 y 2006; revelo que la Republica Dominicana tiene el mayor número de feminicidios en el área del caribe, 22 mujeres X millón, ocupando una posición entre las más altas en América Latina. Sobre el aspecto cultural del machismo se ha observado que la mayoría de los de países con una cultura Anglosajona con una orientación hebreo- cristiana, el número de feminicidios era significativamente menor, que los registrados en culturas latino americanas con una orientación hebreo-cristiana, patriarcal, Machista.
Otros factores importantes, notados, en el aumento de los feminicidios tuvieron relación con altos niveles de pobreza, desigualdad de oportunidades, desempleo, pobre nivel educativo; exposición a la violencia durante la niñez, prácticas y conductas paternas de violencia.
En nuestro país poco se ha escrito y estudiado sobre este fenómeno social, desde el punto de vista Psicológico, de dinámica familiar y de relación íntima de parejas, notando gran énfasis en el aspecto jurídico y penal, ya que muchos alegan que el aumento de las penas, sería la respuesta, para eliminar esta práctica criminal, lo que no parece ser una solución efectiva, por si sola, ya que en la gran mayoría de los asesinatos de mujeres , el feminicida después de eliminar a la mujer, en un gran número de los casos, el victimario se quita la vida.
En la actualidad no existen fórmulas definitivas de cómo enfrentar este fenómeno, pero como sociedad, estamos en el deber de prevenirlo y disminuir su impacto, creo que un programa integral, multidisciplinario, sería la medida más indicada. Es vital y fundamental envolver las organizaciones del Estado y de la sociedad civil, las cuales deben de promover protocolos y estrategias, para prevenir y detener los casos de feminicidios, el gobierno tiene la responsabilidad, de hacer del feminicidio una urgencia y una política de Estado, que asegure la prevención y provea más apoyo económico, debería asignarse una partida presupuestaria, solo para para este programa de prevención.
El ministerio de la mujer, que es el departamento encargado de elaborar las políticas públicas del Estado, en los proyectos y programas, relacionados a ese género, presenta el presupuesto más bajo de todas las instituciones gubernamentales, situación que debiera ser revisada en una forma seria y con responsabilidad.
El entramado judicial; el ministerio público y los tribunales, deben de revisar y modificar su actual protocolo, en cuanto la notificación de citas, órdenes de alejamiento, arrestos o conducencias, los cuales son entregados, para ser servidos por la propia víctima, lo que incita al agresor a tomar acciones de violencia; ordenes que deben ser servidas por las autoridades correspondientes.
Otras acciones a considerar: en la actualidad existen algunas “casas de acogida” centros que proveen protección a las mujeres y mantienen alejados a los agresores, pero en su gran mayoría debido a la falta de recursos económicos aportados por el gobierno, estas no llenan su cometido. De vital importancia es la creación de un equipo de profesionales de la conducta, compuesto por Psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales, en coordinación con el Ministerio Publico, donde se podría evaluar y diagnosticar la peligrosidad del posible agresor. El uso de charlas, conversatorios, seminarios y simposios, impartidos por educadores, profesionales de la conducta y otras disciplinas, patrocinados y organizados, por la sociedad civil, liceos, clubes educativos y en especial el ministerio de educación, entre otros, podrían ser de gran ayuda en el proceso de educación psico- cultural.
Otro aspecto de gran importancia, es la educación familiar, ya que es la educación la base, para un proceso de cambios dentro de la estructura de la familia, que es el espacio vital, en el cual el niño y el futuro adulto recibe los conocimientos y valores que son transmitidos por personas que conviven en su espacio; sería como reeducar y reformar el rol del Hombre y la mujer en la relación de pareja, modificar los valores culturales de desigualdad de género, heredados y practicados durante siglos, crear un hombre nuevo dentro de una sociedad y cultura envejeciente, enferma, formar un nuevo carácter social donde prevalezcan valores de igualdad de género, respeto a la pareja y solidaridad humana.