Uno de los temas más urgentes en nuestra actual sociedad, lo constituye el feminicidio, no solo por la carga afectiva que esta representa, por las pérdidas humanas, sino que también agravan la carga social de los hijos dejados en el abandono de la orfandad, lo que hace de estos hechos un cuadro desgarrador y de prioridad nacional. Debido a la importancia de este tema, dedicare mis siguientes escritos a tratar de elaborar una dinámica Psico-social, en un intento de crear una conciencia y un mejor entendimiento de este drama social que nos afecta. Tratare en una forma sencilla de darle una dinámica Psicológica interpretativa a las actitudes, comportamientos, hábitos y costumbres que inciden en la ocurrencia de estos hechos de violencia; y como nuestra orientación social, prejuicios e inclinación psicológica nos ha guiado hacia una cultura patriarcal, “machista”, causante de estos crímenes aberrantes hacia la mujer.

Los últimos cinco años se han caracterizado por un aumento significativo en los crímenes de género, situación compartida por otros países del área, con un común denominador, la prevalencia de una cultura “machista”. Nuestro país tiene en su seno numerosos malestares sociales; administrativos y falta de recursos económicos, para proveer una logística de prevención efectiva, situación que agrava la predisposición a la ocurrencia de estos actos aberrantes en contra de la mujer, ya que esta conducta de parte del hombre es complicada pues envuelve varios factores, incluyendo, las circunstancias históricas resultantes del descubrimiento, conquista, colonización y civilización del reino español, en las nuevas tierras conquistadas y su impacto en nuestra cultura y formación de nuestro carácter social; por lo que sería necesario empezar por el principio.

Se define como Feminicidio; “El asesinato de mujeres por parte de hombres motivado por el odio, desprecio, placer o sentido de posesión hacia las mujeres”, pudiéndose catalogarse como una modalidad de violencia extrema, contra ese género, que representa un gran dilema social, político, cultural y representa un problema de alta prioridad del Estado dominicano.

En nuestro país este accionar tiene raíces profundas que datan desde nuestra conquista y colonización, extendiéndose hasta nuestra presente organización social, por lo que sería necesario revisar la identidad del hombre dominicano y su papel en la formación de una sociedad patriarcal durante esa época y como esto impactó nuestra orientación cultural presente. Prosigamos y notemos que ha escrito en nuestras páginas el colonizador y su civilización.

Durante la sociedad colonial, el drama de esa época, representaba al colonizador, hombre blanco, poderoso, fundador y jefe de la nueva sociedad patriarcal, en la cual todos los poderes, beneficios y prerrogativas eran de su propiedad. Las primeras décadas de la conquista y colonización el hombre blanco resolvió sus necesidades sexual a través de la unión física con indígenas de la nueva colonia, siempre en una condición devaluada, con la solo finalidad de saciar sus deseos carnales, nunca en una condición de igualdad o respeto.

A finales del 1550, existen evidencias de que la raza aborigen (indígena) fue exterminada debido al  abuso de trabajo forzado, impuesta por la Corona Española y las enfermedades que afectaron a los nativos, importadas mayormente por el conquistador. Preocupada la corona por las quejas de religiosos, como el padre de las Casas, quien alerto a las autoridades españolas del inminente exterminio de los aborígenes, respondiendo la corona con la decisión de importar a la isla negros esclavos africanos, procedentes de la costa oeste de áfrica a través del reino español. De nuevo el colonizador se vio en la necesidad de satisfacer sus apremios sexuales a través de un contacto puramente físico con la nueva población esclava, pero siempre en una condición devaluada, despreciada y rechazada por su color, origen y condición de esclava. Con el transcurrir del tiempo la incorporación de la mujer esclava a la cultura del blanco español, fue una transculturación sumamente traumática, pues la mujer en su condición de esclava y de ser humano desvalorizado y despreciado, la llevo a una unión que se caracterizó por una sumisión y entrega total, sometiéndose a todos los caprichos y maltratos del colonizador.

Por otra parte el español había dejado detrás de sí un mundo de valores, su tradición, costumbres, cultura, religión y sus mujeres blancas, que en realidad eso constituía sus verdaderos valores, que había dejado detrás en el viejo continente y que no encontraba en la nuevas tierras conquistadas. Por lo que la valorización de la mujer por el colonizador se caracterizó por una devaluación humana percibida como inferior, considerándola como una pieza de su propiedad, para servirle y ser usada para satisfacer sus necesidades, pero nunca aceptada en igual condición de humana frente a la mujer española.