FEMINICIDIO
“Los FEMINICIDIOS (neologismo del inglés femicide) son crímenes más comunes de lo que se piensa.”
Este tipo de homicidio perpetrado contra una mujer no es nada nuevo; la que es nueva es la denominación. Aunque sea más bien un asunto concerniente a las ciencias sociales, puede aventurarse que el otorgarle un nombre nuevo al viejo crimen obedece a destacarlo mejor para condenarlo con mayor vehemencia.
En inglés usan dos voces diferentes: femicide y feminicide. Los dos términos tienen relación con el mismo tipo de crimen. Es causarle la muerte a una mujer. Tanto en lengua española como en la inglesa, el acento de coloca sobre el hecho de que el homicidio lo perpetra un hombre contra una mujer.
Otro rasgo que se retiene con frecuencia en este caso de crímenes es que ocurren en el seno de una relación amorosa. En muchos casos son crímenes incitados por los celos, son homicidios pasionales. En otros casos la víctima cae como consecuencia de los deseos de control del hombre sobre la mujer. El crimen en muchos casos es producto de los deseos que tiene el hombre de controlar los sentimientos, conducta y emociones de la mujer.
De manera casi consuetudinaria esta clase de crímenes los cometen los esposos, exesposos, maridos y exmaridos, amantes y examantes sobre las personas que mantienen o mantenían relaciones amorosas con ellos y que por una razón u otra entran en conflicto con su pareja del sexo masculino.
Como se ha comprobado, esta suerte de crímenes va en aumento en las sociedades modernas, en lugar de ir disminuyendo con el progreso de las dichas sociedades. Es la culminación de la violencia de sexo del hombre contra la mujer.
Los motivos que se encuentran detrás de reconocerle un nombre propio a este tipo de crímenes son varios. Entre otros puede mencionarse que de esa manera se conocen mejor sus características porque tienen denominación propia. Se hace más fácil combatirlos mediante educación apropiada dirigida a ambos sexos.
Después de esta introducción más larga de lo deseada no queda más recurso que dedicar el esfuerzo al estudio del término en español.
Los diccionarios todavía no recogen las voces femicidio y feminicidio. Esto no le quita valor a los neologismos. No sería muy aventurado explicar que la voz o las voces del español para llamar al fenómeno estudiado en esta sección es una adaptación de otras del español corriente. Entre ellas puede destacarse filicidio que es la muerte dada por un padre o una madre a su propio hijo.
La FUNDEU, Fundación del Español Urgente, entiende que debe usarse feminicidio para el “asesinato de mujeres por el hecho de serlo, como una forma extrema de violencia machista”. El término se emplea en los medios de comunicación actuales. Es una palabra formada de acuerdo con los usos de la lengua corriente.
La FUNDEU recomienda que no se escriba el vocablo entre comillas ni en cursivas porque responde a una necesidad y porque sus genes españoles son legítimos. La última recomendación que expresa la fundación mentada es que se evite el calco femicidio porque reproduce casi exactamente la voz del inglés femicide que no tiene en sí los elementos esenciales que se les presupone a una palabra en lengua española.
TRATANTE
“Nuestro presidente es un TRATANTE quien se encuentra ausente de robustez y debemos continuar elevando nuestras oraciones por su pronta recuperación”.
A veces se expresan deseos de tener una lámpara que pueda despejar dudas, de modo que cuando se encuentra una redacción de este género, el lector pudiese preguntarle a la lámpara para que esta adivinara acerca de qué trata de comunicar el escribiente.
Luego de la introducción del párrafo anterior hay que entrar en materia exponiendo el plan que se seguirá en esta sección para despejar el significado (si es discernible) del vocablo destacado en la cita que figura en cabeza de esta sección.
Del modo acostumbrado se revisarán los significados avalados por el uso y registrados en los diccionarios acreditados. Una vez terminada esa tarea se procederá a detallar lo que este “tratante” puede significar en otras circunstancias, sobre todo en las americanas.
Un tratante en la lengua tradicional es la persona que compra géneros para revenderlos. No hay sorpresa en esto, compra mercancía que luego revenderá a un precio más elevado, inmediatamente después de comprarla, o, después de invertir tiempo o dinero en esta.
En esta definición hay que retener la palabra género como sinónima de mercancía. Esta aclaración se hace en beneficio de los lectores más jóvenes que no están acostumbrados a este tipo de vocabulario.
Ahora bien, una vez aclarado el asunto concerniente al término del título, hay que centrar de nuevo el interés en lo que se refiere a la pertinencia del uso en un contexto como el citado.
Aquí “no hay tratante que valga”. Esta es la frase que se usa en lenguaje popular para descartar el uso de algo. Esto equivale a decir que no hay espacio para esta voz en el texto copiado.
Tratante en el español cotidiano es lo que ya se detalló. No obstante eso, vale que se señalen aquí las acepciones que corresponden al español de América, que dicho sea de paso, es el más rico.
En Ecuador y Chile, tratante es el médico que se especializa en tratar determinados pacientes o enfermedades. En otros países de América, cinco de ellos, el “tratante de blancas” es la persona que obtiene beneficios de la prostitución de mujeres.
En el caso del texto citado lo que quiso comunicar el escribiente es que la persona a quien aludía con el vocablo “tratante” es una que está recibiendo tratamiento. El problema en este caso, como en muchos otros casos que se tratan aquí, es que el término empleado no sirve para el propósito que se intuye.
REFUTA
“A las REFUTAS de la colectividad sobre la pertinencia del lugar donde el barinés se fue a tratar el mal, las exigencias de la Iglesia Católica en torno a la conveniencia de ser evaluado. . .”
No hay lugar a duda; estas refutas del título resultan de difícil digestión. No es fácil desentrañar el sentido de lo que esta voz (desconocida) significa en el español de todos los días.
No es fácil desentrañar el sentido de lo que el articulista trata de expresar con este “refuta” que no es de conocimiento general. Hay que reconocer que por el tipo de construcción que emplea el redactor esta voz “refuta” desempeña funciones de sustantivo.
La única explicación plausible para encontrar sentido a la voz refuta es pensar que tiene relación con el verbo refutar y que forma parte de esa larga serie de sustantivos formados en español de modo irregular para denominar la acción del verbo o, su resultado.
Inmediatamente después de la aseveración anterior puede ofrecerse como explicación para “refuta”, que este es un sustantivo que corresponde al verbo “refutar” que no goza de reconocimiento general en el español general. ¿ Reviste este ¿sustantivo? las características de los de su tipo? La pregunta es pertinente.
El sustantivo aceptado en todo el ámbito del español reconocido para que se sepa que algo se rebate con argumentos o razones se hace utilizando la palabra refutación. La refutación destruye mediante argumentos o pruebas las razones del contrario.
Quizá eso es lo que deseó poner en su artículo el columnista. Es una lástima que ocurran en el español escrito deslices de esta suerte porque la riqueza del español enseña que los recursos para expresarse son muchos y muy variados.
EDAD MEDIA
“. . .los viejos soldados de la Brigada 2506, las ahora personas de EDAD MEDIA que fueron los niños de Pedro Pan, los presos políticos exiliados, los históricos”.
Hay que hacer la salvedad desde el principio que no se trata de la Edad Media, sino de un período de la vida humana que ahora se empeñan en llamar edad media.
Esta denominación es filtrada desde el campo de los anglosajones hacia el terreno de la lengua española. No hay tradición en la lengua española que ampare este uso en la lengua corriente. Esto es una copia del inglés que no tiene asidero en la tradición del habla española.
Eso de “edad media” es un concepto que en inglés es reconocido. Se sitúa esta edad más allá de la temprana edad adulta, pero antes de la vieja edad. En inglés es una edad indefinida con propiedad.
Este período de la vida de una persona se sitúa entre los 40 y 60 años de edad. Las edades límites para la definición de esta edad varían de acuerdo con quienes la definen, fluctúan según el diccionario que trate de situarla.
La variación es de diferencia tal que el Departamento del Censo de los Estados Unidos coloca en la edad media a las personas entre las edades de 35 a 44 y de 45 a 54.
En algunas disciplinas del conocimiento tratan de colocar la edad media en un período de la vida en que se destacan algunos signos, tales como la disminución de la fertilidad en la mujer, la acumulación de grasa en el cuerpo de los humanos, así como reducción de la elasticidad y la capacidad para los esfuerzos.
En resumen. Esta “edad media” no es un período en la vida de las personas que esté bien definido o aceptado en el campo científico. Hasta años recientes no se hablaba de esto para denominar una franja de edad en español. Es un concepto traído del inglés. Aún en esa lengua no se acepta sin reparos.
Si en español se utilizan las palabras “edad media” con esto se sugiere que el humano se encuentra en el período de vida que corresponde a la mitad de la totalidad de la vida humana. Este concepto es muy relativo porque varía de acuerdo con los países y hasta con los sexos.