La mejor forma de desacreditar la lucha contra la corrupción es aplicándola solo contra un “corrupto” seleccionado dentro de un montón y dejando sin tocar a la manada de gánsteres que tiene este país y a los que nadie toca, ni señala.
No entiendo cómo es que cada vez que se quiere allantar desde la Procuraduría General de la República con que se quiere combatir la corrupción, se encaminan acciones y se despliegan antenas informativas solo contra Félix Bautista, ex funcionario del gobierno de Leonel Fernández y ahora senador por San Juan.
Cuando se niegan las diligencias desde el mismo Ministerio Público para dar curso a una investigación contra el ex presidente Fernández “porque no hay tipificación -¿fue así Yeni Berenice?- ante la documentada querella que interpuso el ex fiscal Guillermo Moreno; cuando los jueces apoderados archivan reiteradamente expedientes contra Víctor Díaz Rúa, ex ministro de Obras Públicas, el procurador Francisco Domínguez Brito no le da tregua al senador Bautista y hasta se adelanta a un probable pronunciamiento de una sala de la Corte Suprema ante un pedido del afectado.
Eso se entiende muy fácil: Como no se hace absolutamente nada desde el Ministerio Público contra los probables corruptos de administraciones pasadas y la presente, se monta el teatro contra la persona que la población percibe como probable corrupto para que la gente crea que “se está trabajando”. Es una pobre simulación con pretendidas aspiraciones efectistas, nada más.
Yo quiero que este país luche efectivamente contra la corrupción, pero ese no puede ser un traje de ocasión ni una daga que se esgrime contra un “corrupto” favorito, sino contra todo el que se sospecha que no puede explicar su riqueza luego de pasar por un cargo público.
Concibo la lucha contra la corrupción con el siguiente corolario: A igual presunción de crimen, igual investigación e igual trato, porque ser selectivo en la persecución de eventuales corruptos es oponerse a la lucha contra la corrupción, supuestamente enarbolándola.
Si el senador Félix Bautista es corrupto, tiene que demostrarlo un acusador ante un tribunal y él tiene derecho a tratar de demostrar lo contrario. Lo difícil es demostrar que un hombre puede ir al Estado en condición económica precaria, salir rico y hacer eso solo, sin la ayuda de nadie. ¡Tiene que tener cómplices más arriba y más abajo! Pero esos –hasta ahora- son intocables, al menos en el territorio de la República Dominicana, no se fuera.
Que yo sepa nunca he estado a menos de 100 metros de distancia de Félix Bautista y es innecesario estarlo en el futuro salvo que él como cualquier otro ser humano necesite mi auxilio ante un caso de emergencia, por lo que me adelanto a los comentaristas rápidos a que investiguen antes de acusarme de querer congraciarme con él, porque aunque los insultos no molestan mi tranquila conciencia de hombre que nunca le ha pedido nada a nadie y tampoco le ha aceptado nada a nadie salvo de familiares muy directos o amigos probados casi al fuego, que actúan por su propia voluntad, pero nunca por iniciativa mía, uno también tiene gente que se duele cuando un energúmeno habla sin saber, como si supiera.
América Latina (Brasil, Venezuela, Cuba, El Salvador, Costa Rica, Perú, entre otros) han dado muestras suficientes de cómo se combate la corrupción gubernamental y República Dominicana no está en África para ser la excepción.
El caso de Félix Bautista ahora recuerda mucho otros expedientes “desengavetados” contra Amable Aristy en los momentos en que tomó la decisión de apoyar al candidato opositor, al igual que el caso de un prominente líder del PRD que a pesar de que ha sido mencionado en el documento-acuerdo de Sobeida Félix Morel con ese mismo Ministerio Público como beneficiario altas sumas de dinero para campaña política regalados por el capo Figueroa Agosto, nunca ha sido llamado por Domínguez Brito a “demostrar” su inocencia.
No hay dudas, persiguiendo a “corruptos” favoritos, se encubre a criminales no tocados, se desacredita la lucha contra la corrupción porque nunca hay resultados, pero se le hace creer al pueblo dominicano que hay voluntad para “meter en la cárcel a los corruptos”.
Es solo otra comedia de mala calidad para quienes asisten a una cena donde sirven yuca amarga con huevos hueros.