En todos estos días he visto con paciencia cómo muchos analistas, intelectuales líderes políticos un miembro titular de la Junta Central Electoral y personas de diversos sectores de la vida nacional se han “rasgado las vestiduras” porque hemos dicho que la comunidad cristiana debe hacer uso de sus facultades constitucionales y de investigar y saber por quién van a votar.

Muchos por error, otros porque no han leído las Sagradas Escrituras o por ignorancia de cómo es el desenvolvimiento de la vida cristiana en las iglesias, desconoce que la labor pastoral de advertir e informar sobre cualquier aspecto de nuestra sociedad es cotidiana en los cultos de los domingos.

Tenemos siglos arengando a nuestros feligreses en todas partes del mundo advirtiéndoles sobre el deber del cristiano de luchar contra los factores sociales y políticos que agobian a sus comunidades.  Esto no sólo se hace en este país, sino en todas las partes del mundo donde existen iglesias cristianas evangélicas.

Sin embargo, nuestros amigos lectores se preguntarán ¿Por qué ahora ha desatado toda una ola de críticas el hecho de que dijera que es necesario que los cristianos de todas las comunidades identifiquemos los políticos que estén al lado de nuestra fe? Sencillamente porque  nunca como ahora la política ha amenazado las bases de nuestra doctrina cristiana.

El hecho de que haya habido varios aprestos  para introducir leyes que aprueben el matrimonio entre personas del mismo sexo, una educación sexual que más bien afecta a nuestras adolescentes permitiéndoles abortar sin permiso de sus padres, indudablemente que va en contra de nuestros principios y valores.

Tenemos el derecho a defendernos y así como los ecologistas, los LGTB y otros grupos minoritarios hablan de la intolerancia y advertir a todos sobre esa situación, asimismo los cristianos tenemos el derecho de señalar, investigar sobre líderes políticos candidatos, instituciones haciendo uso del derecho a la información.

Estamos totalmente de acuerdo con el editorialista de Diario Libre en el sentido de que “buena parte de la población estructura su vida alrededor de sus creencias espirituales” y los temas del matrimonio de personas de un mismo sexo y el aborto son importantes para decidir su voto.

También especifica que “los votantes tenemos derecho a saber no sólo qué votaron sino qué votarán. En leyes específicas. En los temas que afectan a nuestra vida, que son todos”.

La comunidad cristiana en el país es muy grande y crece más cada día.  En ella incluimos tanto evangélicos como católicos que tienen todo el derecho de presentar sus candidatos a la Presidencia,  Congreso Nacional, alcaldías y otros cargos electivos.

Los candidatos que favorecen el aborto y los LGTB hacen campaña,  y partidos mayoritarios los favorecen.  No veo la razón del por qué tanto los evangélicos como los católicos no lo hagan. Dar el nombre de quienes nos adversan contra nuestros principios y valores no viola la Constitución.  Muchos legisladores del Congreso se han identificado con sus posiciones pro aborto y tanto sus discursos y palabras a favor de esta cultura de la muerte ha sido expresada por los medios de comunicación, por lo que es el deber de que los cristianos sepamos quiénes son.

Tal como decía el pastor Ezequiel Molina, los  políticos deben “colar su café claro”, y haremos todos los esfuerzos que sean necesarios para defender nuestra fe.